«Te voy a llevar al Cafe Clandestino, estás conmigo y esta es la ciudad»
‘DELIRIOS EN PARAGUAY’ (ATALHOS FT. EL CULTO CASERO)
Por: Olugna
Una tarde alguien se marchó y no regresó. Lo supimos apenas se cerró la puerta. En ese momento no dijimos nada, como si el silencio pudiera revertir lo que ya sabíamos: que el amor se agota, que no todo final viene antecedido por un golpe, que hay despedidas tan lentas que se adaptan al paisaje, a la cotidianidad que transitamos.
Han pasado cinco meses desde escribí sobre ese instante en que se deja de pertenecer. Lo hice luego de escuchar ‘Ayer Morí’, y no era una metáfora. Era el día después de la despedida. El cuerpo seguía ahí, pero la historia ya no. Ahora, con ‘Delirios en Paraguay’, Atalhos, junto a El Culto Casero, retoma ese relato desde otro lugar. Uno más luminoso, pero igual de vulnerable.
Si ‘Ayer Morí’ era quedarse solo con los restos, ‘Delirios en Paraguay’ es el momento en que decidimos montarnos en un auto, cruzar la frontera y, por qué no, cambiar de idioma.
―Las rutas latinoamericanas siempre fueron inspiración para mis composiciones. Me gusta mucho manejar largas distancias ―explica Gabriel Soares― La canción refuerza ese aspecto delirante e inspirador de estos viaje.

El escenario ahora es otro. Ya no hay lluvia sobre el parabrisas ni una casa en silencio. Hay una ciudad que no es propia, pero que por un rato se deja habitar. Asunción aparece como un lugar posible. No por lo que promete, sino por lo que permite: mirar distinto, sentir distinto, empezar distinto. La canción no habla de certezas, pero sugiere que algo está naciendo. Y eso, después de haber estado tan roto, ya es mucho.
«Hoje, seus olhos parecem nuvens / cruzando a frontera / você quer fugir / voar mais alto do que aquela estrela»
El cuerpo ya no está quieto, está en tránsito. Se mueve con incertidumbre, pero con decisión. Esa es la sensación que transmite la voz de Gabriel Soares: un impulso suave, lleno de dudas, pero sin miedo. Las guitarras no son invasivas, son compañeras precisas, naturales; los sintetizadores se perciben como el aire fresco colándose por la ventana de un auto; la batería avanza sin urgencia, como si fuese la carretera que entiende que lo importante no es el destino.
«Nessa viagem, eu vou com você / E os nossos medos não têm força / Nem vão nos fazer olhar para tras / A nossa vida começa agora»
El cruce del portugués al español nos dice que las fronteras, al final, son invisibles. El idioma, como el cuerpo, también cambia cuando se lo lleva a otro lugar. En ‘Delirios en Paraguay’ todo está dicho con la fragilidad de quien apenas empieza a confiar de nuevo. Y, sin embargo, hay momentos en los que uno decide creer nuevamente en una mirada, en una voz, en una ciudad que nadie nos prometió pero que igual nos recibe como si hubiésemos nacido allí.
«Tengo entendido que sos como yo / Por la ventana ya ves Asunción / Te voy a llevar al Café Clandestino / Estás conmigo y esta es la ciudad / Quiero ir a la orilla del río / La noche es nuestra / Sin pensar em decir adiós»
La colaboración con El Culto Casero no suena a alianza ni a estrategia. Suena a afecto, a coincidencia bien cuidada. A una conversación entre dos músicos que se entendieron sin necesidad de explicarse. La voz de Franco Ocampo se entrelaza como si siempre hubiera estado ahí. No hay protagonismos. Solo una canción hecha entre amigos que, sin saberlo, estaban hablando del mismo país y del mismo temblor.
Y después está el video. Filmado en Asunción, con una cámara que parece grabar más la nostalgia que las imágenes. Laura Martínez, la protagonista, camina, observa, respira. No interpreta, habita. Como si supiera que hay momentos que no vale la pena actuar, porque ya se está viviendo. Al igual que la canción, en la pieza audiovisual todo pasa naturalmente.
«No quiero más esperar / Quiero que pases por mí / Hoy no pienso en dormir»
‘Delirios en Paraguay’ es parte de ‘A Força das Coisas’, disco inspirado en la autobiografía de Simone de Beauvoir. Y sí, tiene sentido. Porque todo esto —este tránsito de una canción a la otra, de una ciudad a la otra, de una tristeza a otra forma de ternura— parece escrito desde una vida que no se quiere entender, sino simplemente decir.
«No quiero que te olvides de mí cuando ya no estés aquí»
‘Delirios en Paraguay’ no responde nada, pero acompaña. Y eso, a veces, es lo único que necesitamos: una canción que entienda que hay lugares que no se habitan con el cuerpo, sino con el recuerdo. Que no hay necesidad de quedarse para que permanecer.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.