Edición Ltda - Catalina (Mientes) (2)

Edición LTDA y ‘Catalina (mientes)’: entre el amor, la culpa y el deseo


Por: Olugna


Catalina —el nombre caprichoso con el que ha sido identificada— luce una lencería sugestiva mientras posa para la fotografía. Ella, protagonista o antagonista según desde donde se le mire, ocupa el centro de la imagen. Está rodeada por cuatro hombres y la acción detenida gira a su alrededor. El gesto del sujeto ubicado en el extremo izquierdo recuerda a quien solo busca un instante para presumir en una selfie; a su lado, el hombre de gafas oscuras expresa desaprobación. En el costado opuesto, el tercero la juzga con la mirada, mientras el último, simplemente, la evita.


La simetría en la composición cumple un propósito: ubicar a la mujer como centro de atención. Entre el deseo, la culpa y el juicio, la postal funciona como punto de partida para escarbar en las líneas de la canción que presenta Edición Ltda, donde el narrador se presenta como víctima de la doble vida que Catalina mantiene.

«Catalina es chica tranquila en el día, pero en las noches se convierte», dicen las primeras líneas de ‘Catalina (mientes)’, antes de describir en detalle su rutina nocturna: «Desfilando en hoteles, pasarelas, lujos y diamantes. Vende su alma por dinero».


A primera vista, él es objeto de engaño por parte de Catalina. Sin embargo, la historia que nos propone la agrupación, nacida como un sueño escolar en 2011 y concretada once años después, extiende su mirada más allá de la literalidad. Él, desde su versión de víctima, también forma parte del juego que ella, al parecer, domina con destreza.

«Yo que soy espectador de sus ansias de ser libre. Sé la verdad que ella esconde», continúa el relato de ‘Catalina (mientes)’.


En la canción, como en la fotografía, ella es el centro. Catalina se exhibe, Catalina miente cuando dice amar a su pareja. Sin embargo, el amor es un sentimiento rebelde, que se opone a sus propias reglas —al menos a aquellas que lo definen como una historia escrita únicamente por dos personas—, y se las arregla para vestirse, a veces, como villano.

De él no sabemos su nombre; pero, en su relato, no es necesario para comprender los sentimientos que lo atraviesan: Es un ser anónimo, como cualquiera de aquellos que habitan la noche buscando instantes efímeros de placer; también forma parte de los espectadores que admiran y desean a Catalina. Él, al igual que los demás, paga por tenerla. Al menos así se puede inferir al repasar otro fragmento de la canción:

«Pero ya tiene otro cliente, que con lujos y detalles la convence que su mundo está allí».


Es el punto de quiebre de la historia que propone Edición Ltda: el placer compite con el amor, y este último se ve amenazado por la frustración de no ser el único jugador. Es, en definitiva, un hombre que se confronta a sí mismo y saca partido en medio de la contradicción.


Para él resulta más cómodo cuestionarla que enfrentarse a sí mismo por formar parte del juego que critica con tanta vehemencia. Entre la confusión, busca desahogarse. Así se percibe en el fragmento hablado de la canción:

«Catalina abre los ojos y di que me deseas, pero no de la manera impura que contamina tu alma»; la frustración de recibir de Catalina lo que él espera. «Que la noche no sea ni tu escudo, ni tu cuerpo, ni tu voz»; el rechazo a la doble vida que recorre la chica. «Ya no quiero que me ames a escondidas»; el primer asomo de una decisión definitiva. «Aunque te confieso que también las ansias me queman por dentro, te anhelo y te quiero»; el placer imponiéndose sobre el criterio. «Ya decídete de una maldita vez, no quiero seguir engañado»; la rendición ante su propio engaño.


A esta historia, además de la versión de Catalina, la sostiene la banda sonora: el rock ‘n’ roll que se combina con el punk para entregar una pieza que transita por los sonidos adolescentes de influencias como Green Day, My Chemical Romance o Don Tetto. Sin embargo, es una canción que se arriesga a proponernos diferentes estaciones musicales: riffs prolongados, avances rítmicos hacia atmósferas más intensas, coros que refuerzan el mensaje y un momento de descanso que sirve de respiro antes de la última descarga melódica.

Aunque la historia reprocha el comportamiento de la joven mujer, nos invita a cuestionar la doble moral con la que amamos y juzgamos. Catalina, al parecer, no mintió; él, al parecer, no quiere salirse del juego.


Sobre Olugna

Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

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