Fotografía: Diego Molina | Colonia Records
(Bogotá D.C, Colombia)
Por, Olugna
(Bogotá D.C, Colombia)
Por, Olugna
El cántico de más de 43 mil personas[1] se extiende en una sola voz por el estadio. Es un coro atrapado en el cliché; pero, en este momento, es una expresión honesta y emotiva con la que podemos dar las gracias por el reencuentro con la doncella ―una de las más grandes― del rock; una dama de hierro que, con los últimos acordes de una de sus canciones más representativas ―y si es preciso― legendarias, nos dice que no vale la pena desgastarnos por los años perdidos, que estamos viviendo los años dorados.
«Maiiideeen, Maiiideeen, Maiiideeen» es, en este momento, nuestro hasta luego a Iron Maiden; también, un voto de fe por la promesa de Bruce Dickinson de regresar para celebrar con nosotros los 50 años de la agrupación. Son las 10:45 de la noche de un 24 de noviembre que nos permitió viajar en el tiempo, la nostalgia y el recuerdo, guiados por los sonidos que a muchos nos acompañaron durante la adolescencia y a otros ―los más jóvenes― les está mostrando un camino que ―con algo de suerte y mucha resistencia―, recorrerán por siempre.
La expectativa por el concierto de Iron Maiden en nuestro país, después de un poco más de 13 años de haber pisado estas tierras, no comenzó a las dos de la tarde del 24 de noviembre cuando centenares de seguidores invadieron los alrededores del estadio; tampoco días atrás con aquellos que acamparon en las calles aledañas en medio del frío bogotano. Comenzó desde el mismo instante que se confirmó que la agrupación regresaría a Colombia en el marco de la gira ‘The Future Past World Tour’.
El concierto de la agrupación fundada por Stephen Percy Harris en 1975, era esa película de la que ya conocíamos el guion con anticipación, pero que ―aun así― sabíamos que iba a sorprendernos. Así fue de principio a fin. Iron Maiden, a través del repertorio seleccionado para la gira, de una cuidadosa preparación de un escenario que cambiaba de estética de acuerdo con cada canción, de las tres apariciones de Eddie The Head y de una puesta en escena liderada por un incansable Bruce Dickinson, nos mostraba un camino que atravesó el tiempo y nos demostraba que la nostalgia no se ahoga con los años.
Sin embargo, esa nostalgia ―invitada obligada cuando se habla de Iron Maiden― no es la única razón para sentir una conexión especial con cada interpretación. Desde la ochentera ‘Caught Somewhere in Time’ hasta ‘Hell on Earth’, pieza de 11 minutos incluida en ‘Senjutsu’ que vale la pena prestar atención, se reafirmó porqué la Dama de Hierro forma parte esencial de los cimientos que han hecho del heavy metal una férrea estructura sobre la que se sostienen los sonidos más fuertes del rock.
La voz del Bruce de hoy, conserva el rango vocal del Bruce de 23 años que ingresó por primera vez a Iron Maiden; su energía en la tarima es inagotable y hasta le alcanzó para enfrentar a Eddie en un breve combate futurista de rayos láser en ‘Heaven Can Wait’. No podría ser de otra manera. Hablar de la doncella, es evocar batallas épicas y encontrar en sus canciones la banda sonora que puede inspirarnos a ―simplemente― no rendirnos.
Sus compañeros de agrupación no se quedaron atrás. Nicko, detrás de la batería; Steve en el bajo; Adrian, Dave y Janick, desde sus guitarras, fueron dignos guerreros que escudaron a Bruce en cada canción con sus golpeteos incesantes, sus riffs afilados o sus espesas vibraciones. No hubo dudas, a lo largo de más de hora y media de concierto, fuimos testigos de la potencia que transmite la dama de hierro a sus 48 años.
‘Alexander The Great’, incluida en ‘Somewhere in Time’, sirvió de preludio para uno de los momentos más intensos de la noche: ‘Fear The Dark’, en la que el frontman de la agrupación, se convirtió en ese narrador que camina solitario en la oscuridad y se muestra ansioso en medio de la noche; mientras que el público daba voz al intro de guitarras con un sentido «oh, oh, oh».
La noche, poco a poco, se acercaba al final del cuarto concierto de Iron Maiden en Colombia; primero para muchos de nosotros. El reencuentro con la nostalgia sería complementado con la interpretación de ‘The Trooper’, un canto de guerra que no conoce de rendiciones y con ‘Wasted Years’, ese golpe de realidad que nos empuja a ponernos de pie, levantar la frente, dejar de llorar por el tiempo perdido y ―en este caso― comprender que fuimos testigos de un encuentro épico con una Dama de Hierro.
[1] Cifras suministradas por Move Concert