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Malambo: donde la vida se devela, bailoteando con valentía el ritmo de la cumbia

Revista: Una mirada poética desde el Atlántico



Por: Jorge del Río


Malambo ha sido sinónimo de temas oscuros, esa estigmatización disforme se debe al grosor desproporcionado que tienen las distintas violencias en este municipio. Aquí las buenas noticias no tienen resonancia, pareciera que la mayoría de los medios de comunicación estuviesen a disposición de la muerte.


Son innegables las problemáticas que padecen los malamberos. Los pilones de páginas ensangrentadas hacen parte de los archivos históricos de las últimas décadas.

Ante todo esto surge una pregunta: ¿Dónde están los valientes que confrontan esta realidad? Al parecer han sido invisibilizados por el ruido que domina los titulares amarillistas. Da la impresión de que en Malambo no existieran profesores, pescadores, campesinos, bailarines, músicos, escritores, entre muchos otros personajes que son parte fundamental de una comunidad. La estructura social está fundada en esos actores que a través de sus oficios hacen de su territorio un lugar con oportunidades y construcción de un tejido social encaminado a la Paz. Lamentablemente estos esfuerzos no generan noticias y mucho menos se viralizan en las redes sociales, historias que no hacen parte de la dieta carroñera.


Debemos tomar la iniciativa y revelar ante el mundo todas estas historias de vida que le hacen una afronta a las acciones violentas. El protagonismo hace sonar su cascabel ante las juventudes y la infancia; les seduce y les atrapa con propuestas oscuras que prometen darles seguridad y sentido a sus vidas, pero en realidad están condenadas a unas vidas inhumadas.

¿Cómo irrumpir en la rutina malambera para dar ese mensaje que se opone a las ofensivas y acciones de intolerancia?


Una valiente respuesta nos la ha dado una maestra carismática y visionaria: Yaneth Valega, responsable de dirigir el grupo Cumbiamberos al Todo Dar integrado por niñas, niños y adolescentes que le apuestan a una realidad distinta y esperanzadora. Ellos le han apostado a un cambio significativo, cansados de que la violencia se derrame fríamente por las cálidas calles, pues la tranquilidad les ha soltado la mano al caminar por las aceras.

Ante una profunda reflexión, han tomado la valerosa decisión de realizar acciones cotidianas de todo cumbiambero, pero en esta ocasión irrumpiendo las calles debajo de un sol tan brillante como sus propios corazones. 


Primero desfilaron, caminaron por casi una hora, ante la mirada inadvertida de cada transeúnte, luego empezaron a bailar, usando las motos y los coches como un paisaje que se estropea o que se distorsiona ante la presencia y la acción de unos valientes bailarines que danzan al ritmo de cumbia. 

Los tambores resuenan, contradiciendo el ruido de los motores que, acostumbrados a dominar los espacios, sienten una leve vergüenza al ser humillados por la percusión que resonaba desde las membranas de un caprino.

Estos bailarines llevan consigo una indumentaria con colores dominantes en rojo y blanco, invitando a considerar la incansable búsqueda de un territorio transformado por la Paz. 

Este no es un desfile carnavalero, es más bien, una apuesta para transgredir lo cotidiano, irrumpiendo en las realidades de quienes atestiguan un momento memorable. 

No es una novedad ver cumbiamberos en escena, pero sí irrumpiendo de manera impecable el cotidiano de una ciudad que pareciera tragarse a sí misma.

Lo que asombra es ese mensaje sublime de tomarse las calles y espacios de rutina, creando una composición espacial casi performática. 

Las parejas con sus cotizas bien puestas afirman sus pies de manera rítmica sobre el fuego que emana del cemento.


Cada mirada robada es una conquista, cada transeúnte sorprendido es aprehendido por la belleza. Todos fueron asaltados por la emoción al ver a esos protagonistas dar el mensaje certero, armados de arte para hacerle oposición y resistencia a la adversidad. 

Es inevitable dejarse seducir e impactar como un puñal que endulza el corazón y esa ráfaga que golpea los cueros retumbando con firmeza y alegría a todo aquello que aparentaba ser irreparable. 

Miren cómo caminan esos cumbiamberos, sin compañía de la policía; mírenlos, tan valientes, hacen que el horror sea tambaleante. Con sus pasos bailoteables opacan y espantan cualquiera de los males.

Ojalá que este tipo de grupos reclute a la juventud y los armen desde el corazón hasta los dientes con amor y arte. 


Que sus presencias agredan de manera positiva el paisaje urbano. 

Que alcance a los desprevenidos como una metralla hecha canción. 

Que los cabecillas sean quienes dirijan las acciones poéticas responsables de distorsionar la realidad y encaminarnos a la luz. 



Agradecimientos especiales a: Cumbiamberos al Todo Dar y a Yaneth Valega



Jorge Ríos Loaiza (Del Río)

Mi trabajo investigativo busca un acuerdo con la belleza en sus lugares donde nada parece acontecer, o simplemente lo nefasto se ha tomado el terreno. No trato de embellecer el mundo, mucho menos maquillarlo; mi anhelo es que se reconozca con sus imperfecciones, errores y horrores. Trato de transformar las realidades desde la interioridad de cada ser, cada paisaje o cada historia que se descubre ante un camino que ha sido abierto a machetazos.


Fundación Laboratorio Amarillo

Con la idea inicial de democratizar el arte, buscamos promover el pensamiento crítico, la libertad y la confianza entre las comunidades; capaces de mostrarse ante el mundo desde cada mirada sensible y honesta, utilizando la poética como un recurso que nos permite entender que cada gesto y cada instante no solo son memoria viva, sino que, además, puede transformarnos y llevarnos de una utopía a una realidad posible, que canalice el tejido social y las acciones metamórficas creativas por la Paz.

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