Colombia celebra los 60 años de la llegada de la primera imagen televisiva a los hogares colombianos. En 1954 la televisión aterrizó en territorio colombiano y vino bajo una sola consigna: quedarse un largo…largo tiempo. Bajo el mandato del General Rojas Pinilla se prendió la pantalla mágica, dándole a nuestra nación la oportunidad de disfrutar de ella, logrando así ser el sexto país a nivel de Suramérica en acceder al milagroso invento, El 7 de junio se instaló la primera antena repetidora, esta se encontraba ubicada en el Nevado del Ruíz y el 13 de junio se realizó la primera emisión de la televisión colombiana: Himno Nacional de la República de Colombia, muy emotivo por cierto, el discurso del General Rojas ante las cámaras, TeleNews, un recital de violín con Frank Preuss, El niño del pantano – un cuento de Leonardo Romero Lozano, Estampas colombianas, Reportaje con colombianos en Nueva York, Ballet de la academia de Kirilis Pikieris, el fin de esta emisión cerró con el Himno Nacional y tuvo una duración de tres horas y cuarenta y cinco minutos.
Desde ese momento empieza una carrera ascendente por llegar cada día a más hogares colombianos, la llegada de la televisión permitió también que aquella fantasía que todo tiene de ser astronauta se emitiera el 20 de julio de 1969, en el marco de la Guerra Fría y ante la expectativa de más de 500 millones de personas que en todo el mundo siguieron el acontecimiento por televisión, el hombre pisó por primera vez la Luna, aquel día en el que el ser humano soñó con llegar más allá de sus confines fue una realidad, y en Colombia también se vio la gran hazaña humana, se instalaron televisores en los pueblos y en las plazas para transmitir masivamente la llegada del hombre a la luna en simultánea con el resto del mundo, dicha señal fue directamente emitida desde Houston, un gran salto para la humanidad, un paso gigante para el humano.
Para 1979 la televisión también dio un salto grande, el blanco y negro de la caja mágica cambió, llegó el color a los hogares colombianos y dejamos de ser monocromáticos para ver la realidad en otro matiz por así decirlo, el 1 de enero se instaló la gama de colores en la caja mágica y hasta la fecha se quedó con nosotros, curiosamente era más costoso seguir emitiendo en blanco y negro; series, novelas, documentales, concursos y realities fueron llegando de a poco a la programación habitual, enriqueciendo la variedad de la televisión colombiana y aumentando el volumen de televidentes, es la historia de 60 años en un rápido recorrido, pero la principal pregunta y razón fundamental de este escrito es: ¿Dónde están los artistas de antaño?, aquellos que trajeron sonrisas, llantos y alegrías a muchos televidentes que en tardes de sábado se sentaban después de un día laboral para ver un poco de humor, un tanto de drama y algo más de acción. He aquí un repaso de lo que se encontró y de una triste realidad: el abandono, la soledad y el olvido en que muchos de ellos murieron y en que otros aún viven en condiciones difíciles.
Es curioso ver como la fama puede golpear desde diferentes ángulos y el poder que tiene en algunos de llevarlos a su máximo potencial, para luego dejarlos caer con tal fuerza que el levantarse es algo aún más duro. Para los años 70 y 80 muchos de estos actores estaban en la cúspide de sus carreras, logrando mantenerse durante buena parte de los 90, pero es bien claro que cuando el glamour del estrellato llega muy joven, con dinero, fiestas, alcohol y drogas, y el acoso de los fanáticos que ven en su ídolo un reflejo de lo quieren ser es fatal para la integridad, la salud y en ocasiones también la vida. Una época en la que la competencia no existía y las ofertas eran amplias, pues solo habían dos canales estatales en la televisión que adjudicaban espacios a programadoras privadas como RTI, Caracol y Producciones PUNCH, una época en que la tecnología no atropellaba como lo hace actualmente, era la época en que no había señal de televisión por cable, ni descargas de internet, ni mucho menos el DVD pirata, probablemente, una época más apta para caer sin saber que se cae.
De esta manera era más factible que rostros de estos actores colombianos fueran conocidos como los protagonistas de series extranjeras. Su talento era empírico y notable por cuanto muchos de los programas eran en vivo y en directo, incluso las telenovelas, por lo que, al inicio, eran realmente mucho más actores y actrices que muchos de los que hoy disfrutan de las ventajas de la tecnología que les recuerda sus parlamentos y que permiten repetir aquellas escenas que salen mal.
Del estrellato al abismo
Una víctima reconocida cayó, la fama lo abrumó y los excesos lo llevaron a dar un salto, no precisamente de fama, más bien, uno fatídico: el actor Diego Álvarez, conocido por sus papeles en El Chinche, Romeo y Buseta y Los pecados de Inés de Hinojosa. Las drogas y el alcohol lo arrinconaron y la sombra de lo que pudo ser un buen actor, quedó estrellada contra el pavimento de sus demonios, Diego atravesó el vidrio de su apartamento, el 301 del edificio de la calle 30 No. 3A-09 B, cerca de la plaza de toros de la Santamaría, el año 1993, 30 de abril y murió instantáneamente a una temprana edad.
Año 1993, fin del programa musical el Show de Jimmy, aquél que desde 1971 Jaime Alberto Salcedo Tafache iniciara y que fatídicamente, en 1992, murió. Jimmy Salcedo era un personaje de la actualidad farandulera de ese entonces, también conocido por sus excesos y parrandas la muerte lo encontró en estado vegetal, caído en la sala de su casa en medio de sus pianos y solo.
Bailarina hermosa y encantadora, prominente estrella artística que alcanzó su sueño y tocó las estrellas por así decirlo, Heidi Liliana Iregui, era parte de las bailarinas del Show de Jimmy, ella acompañaba a los artistas con sensuales coreografías que hacían del deleite de los televidentes de la época. Para ese entonces Heidi contaba con escasos 17 años, y de seguro muchos hombres suspiraron al verla moverse al ritmo de la música y cantar “En…el…Show…de…Ji…mmy”. Para el año 2011 de Heidi no quedaba nada, su belleza, sus hilos dorados corriendo por su bello cuerpo no eran más que un reflejo, su angelical rostro era testigo de los estragos que hacen la droga y el alcohol, nuevamente la fama al verla de frente golpea con tal fuerza que deja caer su hermoso telón para acabar con la función de alguien más. Heidi fue encontrada en la Calle del Bronx en Bogotá, convertida en indigente, de aquel pasado glorioso nada quedó, solo un rostro ajado y desdentado. Gracias a la Alcaldía de Bogotá Heidi se rehabilitó, infortunadamente murió a los 47 años víctima de un cáncer y de los estragos de la droga.
Hernando ‘el Culebro’ Casanova, humorista y actor reconocido fue parte de grandes series de antología como Embrujo, El caballero de Rauzán, Una vida para amarte, Manuelita Sáenz y El Chinche. ‘El Culebro’, como era conocido, reconocía que esos días de gloria, fama y locura le dejaron los riñones como uvas pasas y el corazón como un Buick modelo 32, su vida término a los 57 años en la Clínica Cardio Infantil de Bogotá en el año 2002, su corazón no resistió los años de abuso y le falló. Sus escasos papeles lo mantuvieron en televisión e incluso un año antes de su muerte se le pudo ver en Amor a Mil, pero el abandono y la situación económica rompieron su cuerpo, ya trajinado por el tiempo.
Por la vida del ‘El Culebro’ Casanova, pasaría una bellísima joven de 29 años de ojos verdes brillantes y de rostro firme y alegre, María Eugenia Dávila, con quien compartió escena. Dávila tuvo momentos de fama y gloria, para la época era la preferida de los directores no solo por su belleza sino también por sus actitudes histriónicas que la llevaron a protagonizar un gran número de telenovelas como Hato Canaguay, La mala hierba, Pero sigo siendo el rey, El bazar de los idiotas, Quieta Margarita, El buen salvaje, María, Hojas al viento, El diario de una enfermera, Castigo divino y Señora Isabel, las cuales dejaron en la memoria de los colombianos la capacidad de la diva.
María Eugenia vio como su carrera se derrumbaba por la droga y el alcohol, una vida llena de rumba que la llevo muy cerca de la indigencia. Su gran belleza, por la que se le reconoció se vio notablemente afectada, para el 2004 en declaraciones al diario El Tiempo dijo que no quería actuar más y expresó la necesidad de lograr una pensión para no tener que pedirle a ninguno de sus amigos o familiares dinero, sin embargo volvió a actuar, en el seriado Amor en Custodia en 2010, mas sus excesos le pasaron factura en el 2011, cuando estuvo entre la vida y la muerte en la Fundación Cardio Infantil. Sus malos hábitos no le dieron chance a un cuerpo ya sobrecargado por los abusos, problemas renales y pulmonares, la dejaron en una cama casi a punto de morir, pero de su guerra contra la muerte salió airosa, la luz no se apagó y el show continuó. Todavía se escucha hablar de las cualidades de la diva, de su risa cantarina que despertaba ecos insospechados entre quienes la oían, mientras sus ojos, de un verde de matices de ensueño, eran capaces de hipnotizar.
De una casa para un retiro a un rincón para el abandono
Muchos otros actores pasaron por la Casa del Artista, algunos no sacaron nada de la venta, por no decir que ninguno. Salieron cual desplazados con historia triste y un final incierto, algunos se fueron con sus familias, otros a casas de reposo y de otros, simplemente no se tiene razón. Los curiosos dicen que la casa se vendió y el tema entre la actriz que representaba los valores de la fundación, María Eugenia Penagos y los actores que vivían en la casa aún continúa y de acuerdo con una publicada en la página de internet del Canal RCN, la actriz responde vía correo electrónico: “La Fundación por los artistas mayores no es sólo los que viven en la casa, hay otras personas más a quienes se les ha ayudado y se les ayuda, viviendo allá o no. El primer paso fue determinar liquidar la fundación”
Lavivienda es una casa blanca, ubicada en los cerros orientales de Bogotá y que según dicen fue donada por un empresario para los actores mayores que carecen de recursos, como lo menciona el mismo artículo desde la donación del inmueble María Eugenia Penagos concibió la fundación para el artista mayor y la casa fue escriturada para tal fin, no obstante, los actores que en esta habitaban, recibieron una carta en donde se les pedía desalojar la vivienda,noticia que activó la alerta de sus habitantes, quienes inmediatamente buscaron la ayuda de un abogado que representara sus intereses.
Hoy solo cabe el recuerdo y testimonio de algunos vecinos que en anécdotas jocosas relatan cómo los artistas olvidados, como los llamaban, llegaban al hogar, algunos con rostros tristes por un día más dinero, otros viendo a la diva con sus excesos, y algunos más que no salían de la casa por miedo a la crítica, Humberto Arango, Inés Correa, Carlos J. Vega, Rey Vásquez, hacían parte de la nómina que resguardaba la casa, para algunos de ellos el olvido es eventualmente inevitable. Todo artista tiene un fin en su carrera: ser olvidado o recordado, sin embargo, para el caso de estos virtuosos de la pantalla chica se le recordará por papeles fundidos en la historia y no por su actualidad artística. ¡Arriba el telón! ¡Qué salgan los artistas!, pues la función debe continuar.
Edwin Páez
akirarochi@gmail.com