Quinto Capítulo Jadeos y Susurros

Quinto capítulo | Jadeos y susurros

Gloria es intensa también en el sexo. Me lleva hacia ella, me muerde la boca con fuerza, mientras me clava las uñas en la espalda.

Esto será muy entretenido ―menciona el escarabajo.

―¡Esfúmate, maldito! ―Le respondo.

Por supuesto que no, Felipe. ―Replica y agrega―. Me encanta el porno gratis, igual que a ti.

Prefiero ignorarlo e intento concentrarme en Gloria.

Mientes, Felipe. Estás pensado en Jazmín―. Me dice el maldito.

―¡Hijo de puta, cállate! ―Le grito.

Gloria está debajo de mí. Está demasiado excitada, a decir verdad, yo también lo estoy. Desde que cogemos, el sexo se ha hecho habitual. Mis movimientos son suaves, su respiración es acelerada. Mientras la beso y acaricio sus tetas, no dejo de escuchar a esa maldita voz que habita en mí mente desde hace seis meses.

Vamos, campeón: Dale a Gloria, mientras imaginas que es Jazmín―. Exclama el insecto.

¡Lárgate! Déjame en paz. ¡Jódete! ―Le respondo.

Trato de descargar mi ira en contra de Gloria. La penetro con profundidad, con rapidez. Le tomó las manos y la embisto con mayor fuerza. Sus jadeos no tardan en convertirse en pequeños gritos que se fusionan con la canción que se reproduce en mi grabadora: ‘You Could Be Loved’.

―«Me enseñaste a amar a Bob Marley, pero a ti te odio, Gloria»― Pienso.

―¡Dame más! ―Expresa excitada.

La jalo del pelo, la beso con mayor fuerza al tiempo que la embisto con más ira. Trato de callar al insecto que se convirtió en ese huésped permanente de mi cabeza.

Así, muchacho. Uno, dos; uno, dos; uno, dos. Con ritmo ―. Sigue jodiendo el escarabajo.

¡Cállate, maldito, que tú ni siquiera tienes caderas! ―. Le contesto.

El maldito se silencia por un instante.

Debo admitir que, a pesar de su melosería excesiva y de su intensidad, he aprendido a disfrutar de Gloria, de sus tetas, de sus expresiones faciales cuando cogemos. Coge rico, lo admito; sin embargo, a medida que avanza nuestra relación, los pensamientos por Jazmín se han hecho más recurrentes. Me frustra que me trate como a un niño. ¡Soy mayor que ella un año! ¡¡¡No soy un mocoso!!!

Oh, sí. Sí lo eres, Felipe. Un mocoso indeciso, calenturiento y pusilánime ―. Insiste el escarabajo.

¡No más! Vete, vete al menos por un instante. ―Le suplico.

Ja, ja, ja. ―Se ríe y sigue susurrando―. Admite que te vuelve añicos que para Jazmín no seas más que un chiquillo agradable.

Me desquito con Gloria. Cada palabra del desagradable insecto se convierte en una embestida furiosa, en una caricia intensa, en un jalada de pelo.

―¡Grita más fuerte! ¡Quiero escucharte gritar!  ―Le insisto a Gloria, mientras la penetro con más rabia.

Gloria es intensa también en el sexo. Me lleva hacia ella, me muerde la boca con fuerza, mientras me clava las uñas en la espalda.

¡Esooooooo! Saca el tigre que hay en ti. ¡Ja, ja, ja! ―Me dice el escarabajo.

Lo odio. Lo odio más que a la sopa de mi mamá, más que a las matemáticas, más que a la frustración de saber que para Jazmín no soy más que un amigo agradable con el comparte pequeñas charlas y uno que otro meme. Mientras que ella me dice que es mi amiga, yo quiero decirle que es mi vida.

―Te amo ―. Me susurra Gloria al oído.

Y yo a ti, Jazmín. Vamos, campeón, díselo, díselo. ―Me susurra también el insecto.

¡NO MÁS! ―Le respondo al escarabajo.

―Y yo a ti ―. Le respondo a Gloria, mientras la penetro a profundidad. y me detengo por un instante.

Me detengo. La observo por un instante, su excitación se expresa a través de sus ojos.

El ‘amorshhh’ es maravilloso. ―Dice en voz baja el escarabajo, mientras deja escapar un suspiro.

¡Maldito! ―Le reclamo.

¡Ja, ja, ja! Esto es hilarante. ¡Ja, ja, ja! ―Sonríe el maldito bastardo.

Lo ignoro.

Veo a Jazmín reflejarse en el rostro de Gloria. Veo cómo su pelo negro y crespo cubre tres cuartos de su cara, veo esa mueca ligera que se dibuja en sus labios cuando sonríe, veo los hoyuelos de sus mejillas. La acaricio, me acerco lentamente a sus labios y la beso con suavidad, al tiempo que comienzo a moverme con delicadeza dentro de ella.

―Te amo ―Digo en voz alta.

―Y yo a ti, lindooooooo―. Me responde Gloria.

¡Ish! Qué intenso. ¡Jua, jua, jua! ―Se burla el escarabajo.

La prolongación de las vocales que hace Gloria me despierta de la fantasía. Me invade la frustración y el dolor. La miro con rabia.

¡Mátala, Mátala, Mátala! ―. Me insiste el maldito insecto.

―Date la vuelta. ―Le digo a Gloria e insisto en tono más fuerte―. ¡Date la vuelta, ahora!

Claro, en cuatro no tienes que verle la cara. Eres todo un desgraciado ―. Me susurra el maldito bicho.

Gloria obedece. Se da la vuelta, se acuesta sobre la cama y levanta las caderas. Verla sumisa alimenta mi excitación y mi odio hacia la frustración de no poseer a Jazmín. Me acerco, la penetro con fuerza, enredo mis manos en su pelo y empiezo a embestirla como si quisiera matarla contra el barandal de la cama. Deja escapar un prolongado gemido que supera el volumen de ‘Cry to Me’ que se reproduce en la grabadora. Mientras observo su espalda desnuda, solo puedo pensar en la rabia que me provoca ser un mocoso inmaduro, sin criterio y atormentado por un maldito insecto.

―¡Mátala, Mátala, Mátala, muchacho! ―Me presiona el escarabajo.

―¡Cómo me gusta! ―Expresa Gloria cada vez más excitada.

¡Qué te calles, hijo de…! ―. Intento responderle al insecto, pero me veo interrumpido por una agradable comezón en mi pelvis.

Dejo escapar un gemido mientras termino sobre la espalda de Gloria. Los jadeos que dejamos escapar indican lo cansados que estamos. Ambos hemos alcanzado el orgasmo. Temblorosos, nos dejamos caer sobre la cama boca arriba. Cierro los ojos, al tiempo que ella pone su cabeza sobre mi pecho, pienso en Jazmín.

Eso fue intenso, lo admito ―. Me dice el insecto de forma descarada.

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *