Maniac - Rotting Paradise

Maniac y ‘Rotting Paradise’: mandamientos quebrados de la ley de Dios


Por: Alcántara Arístides


Nuestra América, colmada de riquezas paradisíacas, está llena de monstruos pecadores.

Desde el chovinismo se nos ha enseñado constantemente que el continente americano y con más exactitud, lo que consideramos como Latinoamérica, es un paraíso por sus riquezas naturales, la diversidad de sus culturas y la calidad de sus gentes; chovinismo que, forzadamente, nos lleva a ignorar los monstruos pecadores que hacen presencia desde hace varios siglos rompiendo cada uno de los mandamientos de la ley de dios: asesinando, violando, deseando bienes del prójimo, destruyendo familias y, en ocasiones, deshonrando el nombre de Dios.

De esto nos habla Maniac al gritarnos con la fuerza del thrash metal que, a pesar de su belleza, esto sigue siendo un paraíso podrido. Cinco años han pasado desde su último álbum, y luego de diferentes presentaciones y gestiones, regresan los Maniáticos de la capital con un nuevo trabajo compuesto por siete canciones, ‘Kambo’, ‘Old John’, ‘Rotting Paradise’ (Paraíso Podrido), ‘Cannon Blast’ (Explosión de Cañón), ‘Lecter’s Jaws’ (Fauces de Lecter), ‘Ansiedad’ y ‘A.C.A.B.’.


Dada esta introducción, resulta extraño empezar a hablar de los temas ‘Kambo’ y ‘Old Jhon’, pues, ¿Qué sentido tiene hablar sobre los quebrantos de los mandamientos si nuestra charla con el álbum comienza con desahogo de penas y purificaciones espirituales?

Quizá, sea una forma en que Maniac nos prepara con la sugerencia de una extensa toma de aire, desahogo, purificación u ocio, dado que lo que se viene más adelante es: ‘Kambo’, un relato narrado en primera persona que inicia con una invocación de los dioses de la naturaleza para curar un alma adolorida mediante la inoculación de una ceniza ancestral proveniente de la rana sangrada en las heridas del cuerpo para así quemar las entrañas, ya que el kambó está ahí.


En el frenesí producido por el hervor se busca en los recuerdos más oscuros de un miedo atrapado que taladra los pecados y expiar un espíritu. Al final del ritual, el kambó abandona el cuerpo sin que la memoria olvide una terapia brutalmente salvaje. Luego llega ‘Old John’ a rugirnos una historia de bebidas espirituosas, donde luego de un día extenso de trabajo, nos sentamos con nuestros camaradas a compartir copas interminables para brindar por amigos y por quienes no lo son; para reír y también para llorar, pues las penas son alcohol; brindar por victorias y sin dejar atrás las derrotas para así sumergir profundamente los miedos. El resto de la indulgencia será cobrada a nombre del poderoso Old John.


Acá es necesario hacer una glosa importante para lectores internacionales y en especial a quienes nos siguen por fuera de Sudamérica: El Kambó es una sustancia secretada por una rana amazónica ―principalmente del Amazonas brasilero―, que indígenas usan para fortalecer su sistema inmunológico y también en rituales de purificación. Rituales que se han extendido y apropiado por poblaciones urbanas. Según testimonios, la sensación es una quemadura de fuego que recorre todo el cuerpo independientemente de dónde se aplique. Por otro lado, el Old John es un whiskey colombiano ampliamente conocido por su bajo costo dirigido a clases populares.


Estos temas se presentan en conjunto debido a que son dos tipos de rituales, dos formas de desahogo, dos maneras de buscar respuestas a actos del pasado o dudas sobre el futuro, los cuales comparten la incesante exigencia de soluciones por parte de todos en nuestras vidas cotidianas; soluciones y decisiones que brindan sentido a nuestras vidas, o como tal lo dice el perfil de Facebook de la banda «dos formas de buscar sentido… o de perderlo». Pero que, también, generan un terrible estrés en un sentido negativo, el cual es abordado luego por la canción de ‘Ansiedad’, una breve reflexión en la que se personifica este concepto como un ser que nos confronta manifestándose como nuestro amo, nuestro terror, nuestro causante de miedo y temblor a través de la incertidumbre del futuro, de la idea de fallecer, de la posibilidad de enloquecer y de una forma muy puntual: el dolor sentido por cada latido del corazón.


Posteriormente aparece ‘Rotting Paradise’ (Paraíso Podrido). La canción que da título al álbum nos ofrece en una sucinta muestra las penas e incumplimientos de representantes de la Iglesia Católica (como monjas y sacerdotes) al arrojarse a la lujuria; no obstante, (desde la redacción de este texto), se considera más el acorralamiento que se ven clérigos y monjas con sus votos de castidad y celibato, actuando como negaciones artificiales del placer que exige el cuerpo. Allí es donde cobran sentido versos como «holy phallus raises his plea, sacred semen is free» (el falo sagrado levanta su súplica, el semen sagrado está libre). Tal acorralamiento ha llevado desde hace varios siglos a estos seres a actos carnales como la masturbación, la sodomía, el sexo y claramente la culpa; culpa manifiesta y que retrata en destino hacia los sacerdotes con el verso «the fucking priests burning now» (los malditos sacerdotes arden ahora).


Una ampliación necesaria de la interpretación de este tema: al revisar el perfil de Facebook, Maniac no nos quiere llevar a una reflexión conmiserada y empática con el sector religioso, sino que, desde el metal, nos ofrece una fuerte posición en contra de la Iglesia Católica, la cual, ha hecho una censura del sexo no solo con sus integrantes, sino con sus feligreses y sociedad en general, esclareciendo demasiado los versos finales como máximas y deseos a estos personajes mencionados «impalament, cremation, castration, you’ll die…» (empalamiento, cremación, castración, morirás…).

Avanzando con la música, entramos a ‘Cannon Blast’ (Explosión de cañón), explosión que nos vincula al bautizo de fuego de agentes armados. Un tema narrado en la primera persona de un soldado o mercenario (no se menciona esto en la letra) que cuenta sobre la violencia cimentada en la codicia que se ha llevado por delante ingentes cantidades de vidas, entre ellas la de infantes; codicia que ha arrebatado tierras, empalado cabezas, cometido masacres que han sido limpiadas con cerdos. Así y muchas más historias conmemoradas por las botas de los armados; no obstante, este personaje también se abre a la introspección, no como una forma de orgullo ufanado y fanfarrón, sino como el lamento de alguien que ha visto tanta muerte que no obtiene tranquilidad ni siquiera en sus sueños desde hace varios años.


Lo anterior puede ser contrastado con la última canción del álbum titulada ‘A.C.A.B.’, un acrónimo que significa All Cops are Bastards (Todos los policías son bastardos), donde se nos expone, ya no desde la perspectiva de un agente armado arrepentido, sino desde el mismo pueblo raso que reclama a las autoridades por el hambre que sienten las gentes, el miedo perenne en las calles causado por el Estado a través de la Policía en contra de los pobres y su paz de la gente, mediante ataques que dejan improntas de sangre por bolillos y pistolas empuñadas por asesinos categorizados como peones del poder.

La canción finaliza nombrado a la Policía como síntomas de un sistema que ha fallado a la ciudadanía y también a Dios (ente religioso ante el cual la policía colombiana realiza su juramento y que se encuentra dentro de su lema «Dios y Patria»).


Por último, ‘The Silence of the Lambs’ (El silencio de los corderos). Desde su publicación en 1988 por parte del escritor estadounidense Thomas Harris y su posterior adaptación cinematográfica en 1991, ha tenido una serie de apropiaciones en la cultura popular, y el metal no podía quedarse atrás. Maniac nos ofrece una canción narrada en primera persona por Hannibal Lecter, donde nos comparte su afición (más no adicción) por la carne humana, por los sesos, por las lenguas, la sangre joven; pero, también, nos permite expandir un poco más sobre el personaje a mostrarnos que el Doctor Lecter no es un caníbal que busca la carne del humano por un sabor específico, sino que nos muestra ―aquí sí― una adicción por el poder, por la manipulación, por la intimidación intelectual y física.

Historias como la del doctor Lecter se convierten realmente en terror cuando revisamos la biografía de Thomas Harris y nos enteramos que sus cubrimientos periodísticos estuvieron alrededor de asuntos policiacos en Estados Unidos, donde aparecieron asesinos, manipuladores, maquiavélicos y claramente también devoradores de personas; pero, para sintetizarlo fuertemente, está la frase del autor que se encuentra en la crónica escrita por Alexandra Alter en el semanario La Voz de Galicia «Yo no he inventado nada. Todo ha pasado en la vida real». La vida real, donde el paraíso existe, pero empezó a pudrirse hasta descomponernos

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Alcántara Arístides

Nacido en la frontera, de casa tranquila y vecino del conflicto. Amante de las letras duras, la música agresiva y a caminar sin audífonos. Se le ha visto en toques y ferias del libro, pero mantiénese en casa barriendo para oír música echado en el piso al lado del perro.

Instagram: Lch_manu

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