‘Eso aquí no’, el debut de Niños Bien, retrata la vida urbana con ironía y vulnerabilidad en un álbum producido por Pedro Rovetto
El dúo bogotano Niños Bien debuta con ‘Eso aquí no’, un álbum que retrata la vida urbana desde la ironía, la vulnerabilidad y la contradicción. Ocho canciones que son espejo de una generación que resiste, siente y se reinventa entre el ruido de la ciudad.
Bogotá es una ciudad que no se escucha: se habita a gritos, con el cuerpo y con la memoria. En medio de su ritmo vertiginoso, Niños Bien aparece como una voz que traduce el caos cotidiano en canciones que suenan a calle, ansiedad y ternura. En su primer álbum, ‘Eso aquí no’, el dúo formado por David Trujillo y Mariana Camacho convierte lo urbano en materia emocional, componiendo un mapa sonoro de lo que significa crecer en una ciudad que enseña a desconfiar, pero también a sobrevivir.

A lo largo de sus ocho temas, el álbum oscila entre la rabia y la calma, la protesta y la fiesta, el cansancio y la esperanza. Niños Bien no se plantea como un grupo que busque una sola verdad ni un solo género: es una banda que entiende la confusión como identidad. “Nuestra vida —como personas, artistas y ciudadanos— es múltiple. No somos solo amor, ni solo rabia. Ni únicamente sátira, ni puramente honestidad. Somos todo eso al mismo tiempo”, afirma la banda en torno a su debut.
‘Eso aquí no’ es un álbum que respira Bogotá. Hay rastros de su ruido, de sus contradicciones, de sus miedos y de su humor. En esa mezcla se cruzan las guitarras del rock con los beats del hip hop, el R&B, los ritmos latinos y la música de protesta.
Canciones como ‘Salva patria’ y ‘Plan tranqui’ resumen el pulso bipolar del disco: la primera, una crítica introspectiva sobre la procrastinación y la frustración; la segunda, una celebración irónica del descontrol y la evasión. En contraste, temas como ‘Amanecer’, ‘De 9 a 6’ o ‘Al final’ abren un espacio más íntimo, donde la vulnerabilidad se vuelve declaración política.
El productor Pedro Rovetto (Superlitio, LosPetitFellas) fue clave en esa búsqueda de equilibrio. Su trabajo permitió que la variedad de géneros y texturas tuviera coherencia sin perder riesgo. El resultado es un sonido de bordes abiertos: la crudeza del rock convive con la calidez del beat urbano, y el caos encuentra forma dentro de una atmósfera casi cinematográfica. No hay poses ni fórmulas, solo una intención honesta de capturar la vida contemporánea desde el ruido y el afecto.
El universo visual del álbum refuerza esa narrativa. Cada canción cuenta con un visualizer animado protagonizado por Tachín y Nena, dos hermanos bogotanos que funcionan como alter egos simbólicos de la banda. En ellos se condensa el tránsito entre la infancia y la adultez, entre el juego y la supervivencia. En el videoclip de ‘Amanecer’, animado por el artista chileno Daniel Vargas, Nena enfrenta a su propio monstruo interior —una metáfora sobre los trastornos de salud mental— y lo vence con la ayuda de su hermano. El relato expande el mensaje del disco: la música como acto de resistencia y sanación colectiva.
Musicalmente, Niños Bien recoge influencias de Beastie Boys, N.E.R.D., Anderson .Paak, Mac Miller, Remi Wolf y Illya Kuryaki and the Valderramas, pero su esencia está anclada en la experiencia bogotana. Sus letras, entre el humor y la melancolía, retratan la tensión de habitar un país en constante contradicción. Cada tema parece preguntar lo mismo: ¿cómo se sobrevive a un entorno que exige tanto y ofrece tan poco?
‘Eso aquí no’ no es solo el título de un álbum; es una frase de defensa, una manera de trazar límites y afirmar identidad. Es el gesto de quien, frente al ruido externo, decide responder con arte. Un retrato colectivo de quienes, desde la precariedad o el desencanto, eligen seguir creando.
El productor Pedro Rovetto (Superlitio, LosPetitFellas) fue clave en esa búsqueda de equilibrio. Su trabajo permitió que la variedad de géneros y texturas tuviera coherencia sin perder riesgo. El resultado es un sonido de bordes abiertos: la crudeza del rock convive con la calidez del beat urbano, y el caos encuentra forma dentro de una atmósfera casi cinematográfica. No hay poses ni fórmulas, solo una intención honesta de capturar la vida contemporánea desde el ruido y el afecto.
El universo visual del álbum refuerza esa narrativa. Cada canción cuenta con un visualizer animado protagonizado por Tachín y Nena, dos hermanos bogotanos que funcionan como alter egos simbólicos de la banda. En ellos se condensa el tránsito entre la infancia y la adultez, entre el juego y la supervivencia. En el videoclip de ‘Amanecer’, animado por el artista chileno Daniel Vargas, Nena enfrenta a su propio monstruo interior —una metáfora sobre los trastornos de salud mental— y lo vence con la ayuda de su hermano. El relato expande el mensaje del disco: la música como acto de resistencia y sanación colectiva.

Musicalmente, Niños Bien recoge influencias de Beastie Boys, N.E.R.D., Anderson .Paak, Mac Miller, Remi Wolf y Illya Kuryaki and the Valderramas, pero su esencia está anclada en la experiencia bogotana. Sus letras, entre el humor y la melancolía, retratan la tensión de habitar un país en constante contradicción. Cada tema parece preguntar lo mismo: ¿cómo se sobrevive a un entorno que exige tanto y ofrece tan poco?
‘Eso aquí no’ no es solo el título de un álbum; es una frase de defensa, una manera de trazar límites y afirmar identidad. Es el gesto de quien, frente al ruido externo, decide responder con arte. Un retrato colectivo de quienes, desde la precariedad o el desencanto, eligen seguir creando.