Revista: Una mirada poética desde el Atlántico
Este proyecto hace parte de una serie que recorre diez municipios del Atlántico; en esta entrega, Palmar de Candelaria (Luruaco)
Por: Jorge del Río
El calor se escurre con la lluvia
El barro es una carga matérica que atrapa la nostalgia
Y su leve reflejo captura el cielo de manera distorsionada.
Toda mirada busca a través de las ventanas un pasado
Que recuerda aquellos momentos y personajes que se han ido
La fragilidad del paisaje se forma agresiva con la tempestad
El agua reclama lo suyo: sus ofrendas,
Pues ya es mucho lo que nos ha dado

De repente despierto dentro de un sueño: sobre un pequeño ojo de agua, sentado en la silla en la que el abuelo, un vestigio de sabiduría ancestral, contaba sus historias junto al fogón en el que el aroma del café anuncia su momento a través de una humeante y fantasmagórica atmósfera.
Es Palmar de Candelaria, es este un lugar de ensueño, escondido como sus aguas subterráneas, al que después de entrar no querrás encontrar la salida. Cada calle tiene impregnada en sus muros el pasado, y en ellos destellos de miradas congeladas. Allí te hallarás envuelto en un bosque que te compadece por el calor, mientras que a su vez protege sus tres joyas que brotan de sus entrañas: tres pozos de aguas vivas que suben desde las gargantúas manteniendo húmedas aquellas historias de amor y atestiguando las labores de campesinos que transportan el preciado líquido en pimpinas amarradas al lomo de las bestias con la intención de subsanar la sed del hombre, los animales y los cultivos.

Bajo una noche estrellada, un ave nocturna me susurró al oído que la virgen emergió llorando desde las cenizas y sus lágrimas fueron ahogadas por llamas que se tragaban casas cimentadas con los sueños anhelados; pero ella armada de valor, acudió a uno de los tres pozos para lavar su rostro y desnudar al niño y sofocar el calor que se escondía entre la piel marmoleada y su manto. Desde ahí, ese pozo quedó impregnado con el olor característico del azufre y de un incendio recién abatido con agua.
Cómo no amar la lluvia en Palmar de Candelaria, si cuando el cielo se derrama, se lleva consigo los pesares, los dolores y los malos recuerdos.
—¡ve y recoge el agua en el caneco, que acá todas las aguas son benditas! – Le dice una madre a su hija mientras llueve. Bañémonos bajo el encanto con un espectáculo de luces fulminantes que iluminan hasta los huesos.
Abandonan las aves su canto
para abrigar con sus alas a sus polluelos
Las bestias se consuelan
con el regalo tropical.
Los hoyos que habitan en más de dos mil corazones se inundan,
Se inundan, olvidando por un momento todo aquello que les ha causado
daño y angustia.

Instrucciones para habitar en Palmar de Candelaria mientras llueve
1–¡Recoge la ropa que se vino el agua!
2–Siéntate al lado de la ventana y observa esas lágrimas que caen como misiles dejando las calles ahora todas amarillas.
3–Tómate este café, mientras tu mirada absorta se pierde en aquella infancia que se despierta en el ensueño de la lluvia.
4–Escucha esas notas que ofrece el techo de zinc, creando un ruido blanco que te eleva en un entrampamiento del recuerdo.
5 –Disfruta mientras llueve.
6–Cuando escampe recoge los mangos que han caído y guarda los nísperos en la olla rota para que no se aplasten.
Antes de terminar la lluvia, un grupo de infantes intentan camuflarse en la acuosa imagen que se distorsiona en medio del aguacero. Sus figuras danzantes se empañan y lo que parece un juego se transforma en un ritual de agradecimiento. Hay júbilo y alegría porque la lluvia espanta el ruido que se avecina y que pretende dañar la fiesta. Los actores se toman el pueblo como siempre se ha hecho. Unos ríen, otros lloran.

¿Cómo es que se llora sin llorar?
¿O es el cielo quien lo hace por ti?
Palmar de Candelaria es una población escondida en uno de los escenarios más surrealistas del municipio de Luruaco. Sus coordenadas no hacen parte del olvido y mucho menos de la irrelevancia, por el contrario, allí habitan quienes aman profundamente su tierra, su gente y sus legados históricos.
Por dos siglos estos descendientes de los Mokaná han atestiguado las propiedades alucinantes de la lluvia. Herederos de paisajes y lugares únicos, llenos de misterios y aguas encantadas que brotan de lo profundo. Sonidos del pasado rebotan como estridulaciones sobre las hojas y se esconden en las aguas medicinales cargadas de azufre.
Este lugar es poesía pura, desde aquí literalmente brotan sueños y florece el surrealismo transformando el paisaje y este a su gente.

Este lugar es poesía pura, de donde brotan los sueños, el surrealismo transforma el paisaje y este, a su gente.
Agradecimientos especiales a: Kelly Polo y a su encantadora familia, colectivo Jóvenes Líderes del Futuro
Participantes: Aris Josué De Ávila, Malorin Correa, Danna De la Cruz, Esther Samaniego, Nayeli Gónzalez, Luis Sarmiento, Naissir Seleimen, María Jinette, Silvia Padilla, Andrea Castañeda, Isidro Quiróz, Kelly Polo.
Jorge Ríos Loaiza (Del Río)
Mi trabajo investigativo busca un acuerdo con la belleza en sus lugares donde nada parece acontecer, o simplemente lo nefasto se ha tomado el terreno. No trato de embellecer el mundo, mucho menos maquillarlo; mi anhelo es que se reconozca con sus imperfecciones, errores y horrores. Trato de transformar las realidades desde la interioridad de cada ser, cada paisaje o cada historia que se descubre ante un camino que ha sido abierto a machetazos.
Fundación Laboratorio Amarillo
Con la idea inicial de democratizar el arte, buscamos promover el pensamiento crítico, la libertad y la confianza entre las comunidades; capaces de mostrarse ante el mundo desde cada mirada sensible y honesta, utilizando la poética como un recurso que nos permite entender que cada gesto y cada instante no solo son memoria viva, sino que, además, puede transformarnos y llevarnos de una utopía a una realidad posible, que canalice el tejido social y las acciones metamórficas creativas por la Paz.









