«Este lugar es todo menos mi hogar, hace mucho no tengo a dónde llegar.
‘2019’ (Pepe Cosme)
Lo lamentable de querer irse y no tener a dónde»
Por: Olugna
La cama está desecha: un colchón desnudo del que la sábana no quiere caer, una lámpara de luz tenue que pone sombra a los objetos regados por el piso, una silla antigua vacía y un sujeto botado sobre la cama mientras se toma una cerveza. Es una escena fuerte, de cierta forma turbia; un escenario que muchos hemos habitado y al que no queremos regresar.
Es fácil suponer que al protagonista algo lo rodea, que en su mente solo hay lugar para el ruido: el del amor que se deja caer en el vacío, el de la desolación de caminar sin rumbo, el del dolor que rompe con la quietud de la noche, el de las voces que le gritan que nada cambia, el de la ansiedad que observa cómo aquel hombre de hoodie negro se derrumba entre la soledad, el silencio y la desesperación.
El escenario que ha sido recreado en el videoclip es natural. La guitarra que sobresale en el desorden de objetos al costado derecho de la imagen podría ser la representación de cómo aquello que es nuestro sueño y refugio seguro también puede convertirse en un peso que nos presiona e insiste en derrumbarnos. Las cosas no son sencillas y la mente, en ocasiones optimista, fabrica placebos de felicidad para luego dejarnos caer en la realidad. A ratos, parece que ella espera la visita de la ansiedad para divertirse con el tormento en el que caemos.

Toda escena trazada desde el lenguaje cinematográfico requiere de una banda sonora que narre, desde la textura musical, aquello que la letra de la canción no nos dice. En un retrato que por común no deja de ser revelador, Pepe Cosme pone riffs y sintetizadores para que sea el rock el que termine de contarnos la historia que quiere mostrarnos la pieza audiovisual y sea el complemento de esa voz que nos relata una historia, en este caso encarnada por la ansiedad, que en ‘A veces soy silencio’ nos dice por qué hace lo que hace con nosotros. En el corte número nueve de su nuevo disco, el artista colombiano la humaniza y nos cuenta lo que para él sería la versión de ella.
En cada estrofa, la ansiedad —desde la visión de Pepe Cosme— se presenta para ponernos en un escenario de diálogo; uno incómodo, pero al final de cuentas necesario: «A veces soy silencio», «a veces soy silencio», «soy el dolor de ayer»; diálogo que toma forma cuando el protagonista se atreve a responderle: «A veces eres recuerdo, envuelves todo alrededor, esperas verme fuerte y me recuerdas lo que no soy». Quizás por ello, la silla que al inicio del video estaba vacía, al pasar los segundos es ocupada por una presencia encarnada por el mismo artista.

La decadencia del personaje del video es obvia. Entre latas de cerveza, cigarros de marihuana y la distorsión que provoca ver a la ansiedad —antagonista que en el video de ‘A veces soy silencio’ tiene carne y hueso—, el protagonista decae en un escenario angustiante que atraviesa los rumbos del terror psicológico. Resulta escalofriante si pensamos que ese hombre aprisionado pudiera ser cualquiera de nosotros.
Regresar, aunque añorado, no siempre es la mejor idea. Pisar de nuevo un sitio que alguna vez tuvo nombre, solo para descubrir que ese nombre ya no existe, es abrir la herida del desarraigo con los ojos bien abiertos. En ‘2019’, primera canción de ‘Caja con forma de corazón’, Pepe Cosme regresa al umbral de lo que fue hogar: un espacio donde las paredes conocieron sus pasos, pero hoy solo permanece el eco que dejaron. Lo hace con la sencillez que hace cercanas a sus canciones.
La sensación de extravío que muchos hemos atravesado nos es relatada en la canción. La letra nos pone en los pies de un caminante sin destino, de un nómada que no tiene arraigo y de un sentimiento que permanece a la deriva. En ‘2019’, el grunge y el rock alternativo —influencias que sobresalen a lo largo del disco— reafirman su presencia. El sonido arenoso del género nacido en Seattle intensifica su fuerza. El rock ’n’ roll, por su parte, relaja la densidad en ciertos instantes. Esa dualidad convierte esta pieza en un experimento que juega con nuestra mente, exponiéndonos a riffs prolongados, voces rasposas y efectos sutiles.
El final del amor nos suele ser contado desde una sola versión. En ‘La Aurora’, Pepe Cosme, en compañía de Sara Betancur, escenifica el encuentro entre dos personas que solían caminar juntas: un desahogo doloroso que busca sanarse en medio de un diálogo difícil, pero sincero. El encuentro de dos voces diferentes convierte el octavo corte de ‘Caja con forma de corazón’ en una pieza sensible en la que la balada desemboca en la agresividad del grunge. Sus personajes hablan de frente, se dicen cosas que no quisiéramos escuchar y asumen un lugar: aquel que el amor dispuso para ellos.
Son doce canciones que revelan la faceta más rockera que hemos visto de Pepe Cosme: doce fragmentos de esos sentimientos que guardamos en una caja de Pandora y que jamás se convirtieron en diálogos.
—Busco la forma de generar un espejo, donde cualquier persona que haya sentido algo parecido se sienta acompañada—, nos dice Pepe Cosme.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

