La ‘Silueta azul’ que nos propone The Toxic es firme: sus palabras están dibujadas con ingenio
Por: Joel Cruz
El rojo, color de las emociones fuertes y espejo de la pasión sin límites, queda en segundo plano con ‘Silueta azul’ de The Toxic: una balada de voz entrecortada que exige en la memoria al ser amado, a través de una letra brillante. El coro se enlaza con las cuerdas acústicas para tocar la médula espinal del oyente en un compás de blues, bolero, rock y complicidades de media luz, que al final encuentran asilo en el interior de quien sabe recibirlas.
Érase una vez un hombre que evocaba plegarias al cielo nocturno desde la barra del lugar: sorbo a sorbo, el anhelo de eternidad aumentaba el volumen de la guitarra. La cordura estaba ahí, sentada al lado, pidiendo una ronda más, tomando prestado un cigarrillo manoseado; haciendo un papel de compañera indeseable y necesaria.
La oración no tenía las manos cruzadas, el deseo era simple: evocarla a ella desde el mar infinito. Decirle que la arena del desierto es insignificante, si al otro lado de la balanza están todas las razones para aferrarse a su piel. Recordar en pocos segundos que el océano también puede estar arriba de ambos; al verlo, un tren llevará sus almas por rutas de misterio. Nada es mentira, no hay juramentos en vano: son pinturas del amor cristalino, hecho a imagen y semejanza de su ser. Hecho por un soplo de vida imperfecto; un caos del habla desnuda, sin milagros de agua convertida en vino, con sus pecados y perdones puestos en la mesa…
The Toxic lanzó en el Día de San Valentín una reflexión sobre el idilio, haciendo de la poesía una herramienta de confesión que evade las fronteras terrenales y las injusticias del tiempo. ‘Silueta azul’ es firme: sus palabras están dibujadas con ingenio. La realidad guía la mano del bolígrafo, así que la declaración amorosa es un desafío valiente en el que todos podemos sentirnos identificados. Hecha a medida de dimensiones enormes, pero sinceras: es ahí donde está su fuerte.
En el bar, una sombra le susurra a otra que sus oídos estén alerta: la súplica de ‘Silueta azul’ suena, el secreto de alguien se ha delatado bajo su propia mano. El suicidio del silencio causa sorpresa frente a quien lo escucha y es emotivo para quien lo libera. «Es exactamente lo que siento por ti»: la voz suena tan intermitente como la de Nixon Sánchez en los altavoces. Sílaba por sílaba, la dedicatoria es directa. La concentración de ambos es tanta, que los músculos se hacen esclavos de la calma. El juramento de cerrar sus bocas, dura lo que tenga que durar; no importa si son cinco minutos, menos si implica la vida entera. Ambos han pactado mirarse, «abrigados en el mar de arenas oscuras, sin el temor de lo que pueda pasar, en el umbral de una era siniestra y anárquica», tal y como ordena el tema. El instante pronto finalizará, por lo que cualquier ‘hit’ trasnochado de moda nostálgica será responsable de pasar la página. Entonces nuestros dos protagonistas tendrán que decidir cómo vivir eso que la gente llama «después» …
The Toxic explora nuevamente las bondades de la balada rockera, apelando a las armonías de letra y música. La credibilidad de los versos se siente incluso desde lejos: son más apegados a las últimas palabras de un condenado a muerte y distantes de un juglar medieval de ilusiones. A fin de cuentas, es cuando el rock no tiene afán de amanecer en una rumba bailable; vive libre, narra con sencillez lo que otros promueven a punta de humo y luces de neón.

El trío decidió este mes de febrero acercarse a lo básico, lo que llega al alma. ¿A quién se le facilita hablar sobre lo que siente por quien ama? Rubén Darío dijo que su obra ‘Azul’ «era el comienzo de la primavera». En Bogotá, cuna de la canción y cuyos días de aguacero endurecen las venas del más sonriente, su sonido es el refugio del hablador que de repente calla. Es fuerza para el matemático que olvidó resolver la ecuación del amor y coraje para el tímido que le llegó la hora de definir el ahora o nunca. La línea invisible entre los dados que se echaron a la suerte, el gesto arriesgado del cobarde que ha dejado de correr y huirle a los dones del azar.
‘Silueta azul’ ya figura en YouTube y Spotify; es, además, adelanto de su próximo álbum ‘Fuego, Cenizas, Olvido…’. La buena suerte da la oportunidad para que activen play en la pista, desde el segundo que mejor les parezca y escuchando con atención la parte de la letra que deseen regalarle a quien les roba el sueño; bien lo dijo el poeta: «Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado».
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Sobre Joel Cruz
Su relación con el rock y la prensa independiente le ha permitido mirar la vida desde una atmósfera poética. Gracias a ella, los azares de la noche, el ladrido de un perro callejero, una copa de vino tinto y hasta un paquete de papas fritas tienen un lado B más interesante. Ha colaborado con sus reseñas y opiniones para medios alternativos de alta importancia en Colombia.
