«Y mi mente ya no para de deambular. Sueño y sueño, pero no logro descansar»
‘ESPIRAL (OPPRESSUS)’ – CATALINA USCÁTEGUI
Por: Olugna
Suena el teléfono. Es su jefe, una reunión inesperada. Con el codo voltea la taza de café sobre los documentos apilados en el escritorio: tendrá que imprimir de nuevo el informe que era de carácter inmediato. En el correo llegan tres mensajes que sobresalen con una etiqueta de urgente. Su cuerpo aún no termina de asimilar otra jornada laboral y ya está en modo alerta, porque su dorso fue adornado por la casaca número 10. Eso le dijo su jefe. Sus palabras no han dejado de martillar su cabeza: «Tenemos que ponernos la diez». Como siempre, sus manos van más rápido que su cabeza. Sus ojos revisan dos pantallas al mismo tiempo: la del portátil y la de su celular. En WhatsApp, un grupo intenta resolver una crisis con stickers. Es martes. El reloj dice que son las 10:14. El día, para este individuo, podría resumir su existencia desde que fue bendecido con ese trabajito.

El almuerzo será frente al monitor. El insomnio es una anécdota constante. Sus sueños, hace mucho, se rindieron y su espíritu ha sido reducido a las cláusulas de un contrato a término fijo. El dolor de cabeza se confunde entre el sonidito de las notificaciones. Todo sigue el ritmo habitual de lo que parece ser una rutina productiva rumbo al éxito. Eso le dijeron cuando salió de la universidad. El estrés es el uniforme que porta desde que respondió a una convocatoria que necesitaba profesionales proactivos con tolerancia al estrés e inmunes a la presión. No necesitamos saber su nombre. Este individuo puede ser el reflejo de cualquiera de nosotros.
Estas y otras circunstancias son una respuesta al estrés y al cansancio laboral. La Organización Mundial de la Salud lo define como síndrome de burnout y lo reconoce como una afección vinculada al entorno de trabajo crónico, caracterizada por agotamiento extremo, desconexión emocional y pérdida de eficacia. Según National Geographic, va más allá de una percepción de cansancio: es la consecuencia del desgaste. Un estado silencioso que se camufla entre metas, KPIs y sonrisitas de pasillo. Un espiral que no se detiene.

Inspirada en el síndrome de burnout, Catalina Uscátegui escribió ‘Espiral (Oppressus)’, una de las cuatro piezas que dan forma a su EP debut, ‘Constelaciones’. Lo hizo desde el vértigo, desde esa sensación de encierro en la que la presión no encuentra salida ni el cuerpo, sosiego.
Bajo una atmósfera etérea de sintetizadores, beats y samples, ‘Espiral (Oppressus)’ es un desahogo íntimo que la artista nacida en Bogotá comparte con nosotros. Su sonido, una combinación de indie con synth pop, es atravesada por riffs intensos que buscan sumergirnos en su melodía, en su letra. Es una canción desesperada, que prefiere la delicadeza a las estridencias para expresarse.
‘Espiral (Oppressus)’ es apenas la primera canción que destapamos de ‘Constelaciones’. Aún nos quedan por recorrer otros tres fragmentos de Catalina.
―Si escuchan solo una canción conocen solo una parte de mí, pero al ponerlas juntas en el EP pueden escucharme como un todo―, señala la artista.
Motivados por su promesa, buscamos otro fragmento de Catalina en ‘Stars (Spes)’. Nos encontramos con una frase motivacional: «Cause you’re a star, the light’s within. Just let it glow» (Porque eres una estrella, la luz está dentro de ti. Solo deja que brille). Pero que su tono no nos lleve al engaño: su intención no es la de convertirse en un mensaje de autoayuda, sino una invitación a escarbar dentro de nosotros ese reflejo que se niega a ser opacado por las angustias de la vida, y que espera a que, por fin, podamos descubrir esa luz, nuestra propia luz.
Un coro delicado que se desenvuelve sobre un loop electrónico nos lleva a la primera frase de ‘Soltar (Gravis)’, el tercer fragmento que Catalina quiere mostrarnos: «Abraza mi dolor, mi voz ligera y su valor». Es una canción que se confiesa de manera honesta. Es un monólogo, pero también podría ser esa conversación incómoda con esa persona que intenta acompañarnos.
Al igual que el EP, es una composición delicada que inyecta su mensaje de una forma sutil. La voz suave de la artista destapa para nosotros una confesión. Es íntima e intensa; en cierta forma, dolorosa, pero liberadora.
‘Hasta el Cielo (Secretum)’ es la cuarta canción, el último fragmento. Su título sugiere una danza entre la corporeidad y la espiritualidad. Su letra, así nos lo comprobó. Su melodía, formada entre pulsaciones electrónicas que, de forma sutil, recrean una atmósfera de ritmos ancestrales, así lo ratificó. Es una petición, un mensaje que necesita ser susurrado al oído.
―Es un sencillo muy íntimo y eso quise reflejarlo en mi forma de cantar, un poco suave, airosa, como si estuviera contando un secreto―, finaliza.

Muchos de nosotros fuimos el individuo miserable atrapado en una oficina. En cuatro canciones, Catalina, a su estilo, nos desafía y nos confronta: la libertad comienza en nuestro interior.
―Es un viaje emocional a mi interior y a lo que soy, aceptando lo que siento y reconociendo mis constelaciones―, finaliza.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador