Por: Joel Cruz
Con motivo de su cumpleaños 48 y su próximo paso por Colombia, nos adelantamos al aniversario número treinta de ‘Pies descalzos’, tercer álbum de Shakira y motor principal de su actual importancia en la cultura popular. En 1995, su dilema más grande era que este disco fuera exitoso o de no ser así, la cantante dejaría para siempre la música. Ahora sabemos cómo terminó todo.
Robar, a veces, es una práctica honesta; lo digo en serio. Lo importante, creo, radica en revelar con franqueza de dónde tomamos sin pedir permiso y dejar como heroína a la inspiración que nos lleva a que la idea sea un hecho. La reflexión viene de haber visto la serie ‘Gigantes de la comida’, realizada por History Channel; allí, el doblaje en español para nuestra región pone en la línea de tiempo al protagonista de cada capítulo en su momento más anónimo— o derrotado—, pronosticando el futuro éxito del fulano, eso sí, acentuando la realidad de sus duros comienzos.
Los dramas del mortal que al fin se adueña de ese fuego divino, destinado para las celebridades VIP del Olimpo, tras vencer miles de dificultades y el ego ignorante de los ejecutivos en la industria fonográfica, venden. Si el cuento carece de adornos en exceso, teniendo en cambio un sentido apegado a la verdad, tiene mayor probabilidad de seducir. Aclarado lo anterior, e insertando una «voz en off» fría pero esperanzadora, el relato en torno a la joven barranquillera arrancaría así:
En treinta años, Shakira será la estrella latina más importante del panorama musical en todo el mundo, registrando globalmente ventas de más de 95 millones de discos, acumulando premios tan deseados como los Grammy, Latin Grammy, Billboard o MTV. Su vigencia será permanente y la mención de su nombre será tan natural en el argot cotidiano, que será muy difícil definir los inicios del siglo XXI sin su influencia…
Pero por ahora, está a la espera de un milagro: es 1995 en Colombia y ella recién ha cumplido la mayoría de edad. A pesar de ello, la cantante está próxima a lanzar su tercera producción, gracias a los 100.000 dólares que la compañía Sony Music aprobó para producirlo. Una cifra que le servirá de motivación durante los meses siguientes, en los cuales el proyecto estará listo. Ella aún no lo sabe, pero sólo es cuestión de tiempo mientras los sencillos llegan a los oídos correctos, para que su identidad —hasta ahora medianamente visible en la farándula de su país de origen— tenga un impacto profundo en la comunidad internacional.
Es cierto: Shakira Isabel Mebarak Ripoll comenzó a cantar desde niña y los obstáculos del medio no se hicieron esperar ante sus intenciones de sacar adelante una carrera sobresaliente. Quizás, el primero consistió en ser rechazada por su profesor de música, cuando ella quiso pertenecer al coro escolar. Luego, vendrían dos producciones insulsas e infantiles que no hicieron gracia en el gusto tropical del pueblo colombiano: ‘Magia’ y ‘Peligro’. A mediados de los 90, Sony acuerda con la artista la elaboración de una nueva pieza, aunque el compromiso incluye su presencia previa en la compilación ‘Nuestro Rock Vol II’, inclinada a abrirle campo a las corrientes semi anglo en una nación ostentosa de vallenato, merengue, salsa y cumbia; donde ‘La tierra del olvido’ y ‘El santo cachón’ resumían el soundtrack ideal del vulgo.
La charla entre la también compositora y su casa de respaldo se concretó finalmente con un tema inédito en la selección: ‘¿Dónde estás corazón?’, el ultimátum de un camino que se cerraba en definitiva o se abría hacia las grandes ligas. Por suerte, pasó lo segundo y esta faceta novedosa de Skakira casó con varias eventualidades a su favor; entre ellas, el apoyo del productor Luis Fernando Ochoa.
Nacido en Estados Unidos y con estrechos vínculos con Colombia, Ochoa fue el encargado de potenciar el talento del álbum. Para 1995, las listas de hits en Norteamérica y Europa trataban muy bien al soft rock y a las baladas románticas modernas; en una década de austeridad, de letras poco azucaradas y frívolas. La amplia experiencia del productor y su contacto con lo que realmente regía en el mundo, sirvió para darle el perfil idóneo a ‘Pies descalzos’, un disco resuelto a no quedarse en los canastos de promoción nostálgicos de las tiendas. Publicado en octubre del mismo año, los tracks del CD tomaron fuerza paulatinamente en la radio criolla y también en el exterior, compitiendo frente a frente con estrellas de la industria hispana.
En una hegemonía tropical de tricolor, existía, sin embargo, el impulso por generar una plaza en la cual el estilo rock pop local fuera rentable en su mercado; pese a que, algunos intérpretes obtuvieron relevancia con la iniciativa, es claro que la hoy famosa por «facturar» a causa de sus decepciones amorosas consiguió con creces el objetivo trazado por varios artistas de su generación. Su placa número tres, lanzada en conjunto por Sony y su subsidiaria Columbia Records, responsable en gran medida de ese primer paso a su lugar en los «pesos pesados» del mainstream, fue ganando a pulso la aceptación del público; pasando por la difusión de los grandes medios e inevitablemente, la burla de sus detractores. Sobre estos últimos, quizás, su risa dejó de sonar tanto, cuando el larga duración famoso por ‘Estoy aquí’, ‘Un poco de amor’ o ‘Pies descalzos, sueños blancos’ ganó acogida en la Unión Americana, España y Alemania.
El trabajo, en contra de los pronósticos de su disquera, fue certificado platino en Ecuador, Chile, Brasil, Estados Unidos, Perú, Venezuela, México y Argentina. En Colombia, por su parte, no sucedió lo mismo, ya que alcanzó la categoría diamante, con un millón de copias vendidas de las cinco millones registradas históricamente. Shakira logró «halar la soga» en la lucha de poderes contra los representantes de Sony, dejando abierta su libertad creativa para ciertos criterios musicales, líricos y estéticos de ‘Pies descalzos’; por lo que, en él, brilla su rol compositivo y, por ende, no es extraño que la gente se haya encariñado con ‘Antología’, ‘Un poco de amor’ y la muy polémica ‘Se quiere, se mata’. Los resultados fueron bastante gratos con los óptimos arreglos de las canciones y las letras inteligentes de la colección.
Después de esto, Shakira conquistaría los horizontes foráneos que muchos anhelan, pero que apenas unos cuantos reciben en proporción de sus regionalistas ambiciones. Los bailes emblemáticos, los autoanálisis dedicados de su obra, las reseñas mediocres de sus singles básicos; sus problemas financieros, su coqueteo descarado con géneros auditivos desechables y la viralidad de sus cuestionamientos de pareja, son parte de un porvenir que llegó a buen puerto treinta décadas más tarde. Eso, ya pertenece a otras pisadas y otras huellas.
Sobre Joel Cruz
Su relación con el rock y la prensa independiente le ha permitido mirar la vida desde una atmósfera poética. Gracias a ella, los azares de la noche, el ladrido de un perro callejero, una copa de vino tinto y hasta un paquete de papas fritas tienen un lado B más interesante. Ha colaborado con sus reseñas y opiniones para medios alternativos de alta importancia en Colombia.