(Bogotá D.C., Colombia)
Por, Olugna
Antecedido por una historia que, de acuerdo con la poca información que puede suministrar internet, se remonta al Siglo XVI, cuando un español fue el propietario de un inmenso terreno que luego se dividiría en haciendas. Estas, mucho después, habrían de convertirse en los primeros asomos de aquella modernidad que persigue la capital del país, aún algo esquiva para sus calles.
Pensado inicialmente como un asentamiento obrero hacia 1950, el barrio Quiroga empezaría a escribir su historia hasta convertirse en un referente cultural y artístico para la localidad Rafael Uribe Uribe. El experimento del militar y dictador Gustavo Rojas Pinilla de convertir este territorio en un sector residencial para clases populares, viéndolo en retrospectiva, dio resultado. Sobre sus avenidas crecería Juan Manuel Cárdenas, artista que presenta, a través de una combinación ―quizás arriesgada― de instrumentos, sonidos electrónicos y ritmos contemporáneos y tradicionales, una canción con la que rinde homenaje, precisamente, a uno de los sectores emblemáticos del sur de Bogotá.
Una de las portadas de ‘Cumbia’, se basa en las tablas de los buses en Colombia y mensajes que identifican al artista
―Me inspiré en mis raíces, mi familia, el barrio, mi ciudad y los sueños de un colombiano adolescente promedio que crece con música típica, y en su viaje de la vida va anexando canciones a su playlist personal―. Explica Cárdenas.
Lo hace bajo el nombre artístico Supremo, proyecto que ya cuenta con 20 años de recorrido musical, sazonado con el lenguaje rítmico de sus visiones. Lo hace con la convicción de dejar su adolescencia plasmada de manera simbólica en una canción que decidió bautizar como ‘Cumbia’. No obstante, al igual que la cotidianidad de los barrios populares, el lanzamiento es una fusión de identidades culturales; por ello, el rap y la electrónica, junto a acordeones, percusiones, vientos y beats, forman parte de una atmósfera cadenciosa recreada en un poco más de dos minutos, suficientes para evocar la magia del bullicio corriente, la facultad de comunicarse con la camaradería del andén, de las tiendas, los caminantes anónimos y los feligreses del balompié. Ser parte de todos y de todo en una sola vida: la del vecindario.
―Esta canción llegó a mi vida en un momento de lucidez luego de escenarios de depresión y ansiedad―, agrega Supremo.
‘Cumbia’ posee matices sonoros que involucran las rimas sueltas de su autor para desarrollar, encima de ellas, una melodía contagiosa que se desenvuelve entre efectos de distintos ingredientes sonoros, evocando la versatilidad de la danza popular que, aunque nació entre Colombia y Panamá, ha sabido extenderse a lo largo del continente, convirtiéndose en un factor típico de cada territorio en el que ha echado raíces. No por nada, el cantante y compositor Mario Gareña, le dio voz a la cumbia para hacerla narradora en una de sus composiciones: «yo soy la reina por donde voy, no hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy».
Las voces rapeadas de ‘Cumbia’ se acercan a las nuevas posibilidades que ha buscado el HipHop para evolucionar. Son rápidas, rasgadas y rebeldes; sus frases son directas y usan el lenguaje sencillo que lo caracterizan.
―Es alegría hecha ritmo, el mensaje en su letra es de empoderamiento de sueños cumplidos; de esa semilla que fue enterrada y brotó con nuevas ideas―, afirma.
Perteneciente al disco ‘Los Reyes del Mambo’, el tema recoge las raíces africanas de la cumbia y las trae a la actualidad, gracias a las posibilidades actuales de sonidos urbanos. De esta manera, Supremo, se suma a la intención de otros artistas del país que han buscado extender la huella de la tradición hacia las nuevas generaciones.
―La palabra «mambo» proviene de África y se relaciona con tambores, alegría, danza y los latidos del corazón. ―Agrega y continúa―. Así se empezó a formar la cumbia que al llegar a América y tener su mezcla con nuestros indígenas, dio luz.
«Todos somos los reyes del mambo, los reyes de nuestros latidos y de nuestro corazón», expresa el artista. No se equivoca, las raíces que forman parte de la identidad colectiva del territorio, de alguna u otra forma, se manifiestan en quienes nacimos en el continente. Al final, más allá de las nuestras diferencias: somos mulatos que hemos crecido en los barrios y sabemos que los orígenes no se niegan.
―Quiero mostrarle a los nuevos músicos, artistas y jóvenes la riqueza musical de nuestro país y su importancia para el mundo―. Finaliza.