(Soacha, Cundinarmaca)
Por, Niyi Itzamatul Ixmucané
Hace poco leí un texto que me llamó mucho la atención. Exponía los discursos intransigentes de la época de la colonia, de la época de la independencia, de la época de la violencia bipartidista, etc. Y lo más aterrador, esos discursos aún prevalecen. Estamos en un estado de adormecimiento intelectual y no nos atrevemos a despertarlo ni siquiera, por iniciativa propia. Se le teme a los libros y a la ciencia, a los que piensan diferente, a los que despiertan de ese letargo, a los que defienden la tierra.
Pensarnos libres, asusta. Nos dejaron la costumbre de ser siervos y soportar el yugo. Con nuestro sufrimiento, tenemos asegurada la entrada al reino de los cielos «bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados»; las lágrimas se transformaron en odio y el consuelo es odiar al otro. Me acuerdo de la actitud de la abuela del joven capturado en Medellín por pertenecer a la primera línea; le da la bendición y le agrega el «Muy bueno, mijo… siga ‘güevoniando’ con mentiras». La otredad para nosotros no existe.
En el año 1949 el monseñor Builes se apersonaba de las manifestaciones de odio hacia todo aquel que pensara diferente y estuviera en contra del gobierno, leí el sermón que proclamaba en contra de los “comunistas” y para sorpresa mía, son frases que aún continúan vigentes, expresiones que justifican la sangre derramada de nuestro pueblo; oraciones que, desde la religiosidad, se desligan del verdadero objetivo de Jesús «Amaos unos a otros; como yo os he amado».
Y ¿qué me dicen del orden y la logística de las caravanas para salir a adorar a la virgen del Carmen? ¡Ojo! No estoy reprochando ese pensamiento mítico-religioso, reprocho la doble moral de esas manifestaciones «si peco y rezo, empato»; esa religiosidad impuesta nos ha traído las peores dictaduras y desastres para Latinoamérica.
Recuerdo un texto que leí del libro El Hombre Latinoamericano y sus valores donde expone la religiosidad del pueblo Muisca; la visión del mundo estaba en plena conexión con la religión, dividían el año para los periodos de la agricultura, la recreación, las actividades propias de su cultura y el recogimiento; estos momentos tenía un gran sentido religioso, hacían ceremonias para la bendición de sus cosechas, el esparcimiento lo dedicaban en obras culturales y artesanales, las diferentes etapas cronológicas del ser humano estaban señaladas por ritos religiosos, un pueblo con una profunda espiritualidad, una fe religiosa que siempre estaba al servicio de su comunidad. Los valores inmersos dentro su vida religiosa son expresados en el respeto al hombre como persona, practicaban la hospitalidad y el derecho al asilo, la rectitud y la equidad, el amor concretizado en obras como el trabajo, la conciencia de solidaridad, el respeto a la mujer, la trascendencia, etc…
¿Será muy comunista retomar esa religiosidad del pueblo Muisca para estos tiempos de desorden mental? Digo comunista, porque con ese cuento nos tienen estigmatizados a los que queremos retomar esos valores resaltados anteriormente.
La religiosidad colonizadora estuvo caracterizada por las diferencias raciales, económicas y sociales, según el orden divino del universo, estratificación social y la unificación de la iglesia/estado; la evangelización llegó a adoctrinar e imponer la aceptación del cristianismo. La fe colonizadora implantó los premios y castigos aquietando al indígena y llevándolo a un nivel de inferioridad.
Todas nuestras malas actuaciones se las dejamos a ese ser supremo «dios lo quiso así» o «que se haga su santa voluntad» y acudimos a un sinfín de ritos o peor aún, a ser dueños de la vida y de la muerte porque mediante el sufrimiento, se logra conseguir una vida eterna; sufrimiento que llevamos como una cruz pesada por los siglos de los siglos.
Aquí, unas líneas del libro El Anticristo a modo de reflexión: «El cristianismo está en contradicción con toda buena constitución intelectual, todos los caminos rectos, honrados, científicos, que conducen al conocimiento deben ser refutados por la iglesia como caminos prohibidos». El que se sale del camino, es el que conduce a la rebelión para la liberación de todo un rebaño, «pensar es vivir» somos portadores de una mentalidad domesticada sin importarnos la palabra dignidad, según don José Ingenieros, ¿Verdad o mentira? Bueno, cuando hablo con personas que son extremadamente religiosas y creen en una ideología política –la cual le ha hecho tanto daño a Colombia– me dejan estupefacta, sin palabras, y no porque no tenga la validez argumentativa para debatir, sino porque al darles entender la realidad caótica del país me tildan de “satanás” “demonio” “comunista” “guerrillera” etc… los invito a leer para que no digan «dios lo quiso así» y como lo dije al inicio, les temen a los libros «al papel le cabe basura» …
¿Cómo salir del pensamiento letárgico y esos otros demonios que agobian al país?
Y no solo le echo la culpa a los que les tienen miedo a los libros sino al que también los lee, al intelectual. Forjar una sociedad es de personas que poseen una gran virtud de humanidad, el egoísmo reina en Colombia en todas las esferas, miramos por encima del hombro al inferior y al domesticado, sin darnos cuenta que todo el pueblo esta domesticado de alguna u otra forma bajo un sistema desigual donde lo único que importa es el YO pasando por encima de los demás… La gloria es inmarcesible y se conquista, el éxito se mendiga; lograr una patria soberana y digna es tarea de los sabios para convencer al rebaño pensando y pensarnos en colectivo, si no lo hacemos de esta forma, seguiremos siendo las «estirpes condenadas sin una segunda oportunidad sobre la tierra». (Cien años de soledad).