Disparando Fuego - Perros de Reserva

‘Disparando Fuego’: el canto juglar del músico independiente

«Corre el sudor y la pasión se hace evidente, tras la canción hay un deseo irreverente»

DISPARANDO FUEGO (PERROS DE RESERVA)

(Envigado, Antioquia, Colombia)

Por, Olugna

Ya sea intimidante ―como las del Rock al Parque― o una estrecha de las que disponen los bares de las ciudades, sobre el entablado de una tarima coinciden al mismo tiempo, talento, experiencia, creatividad y el deseo de entregarlo todo en cada canción. Luces, reflectores y cámaras de humo, recrean un espacio en el que se desenvuelve una interacción entre el músico y el público, un diálogo simbólico en el que el primero expone su trabajo buscando una respuesta y el segundo expresa alguna emoción.

Si se mira, desde su aspecto más sensible, un concierto es un instante memorable. Es allí, donde un artista demuestra de qué está hecho; es allí, donde «corre el sudor y la pasión se hace evidente»; cuando un músico escupe al miedo y dispara fuego en cada canción.

Pues bien, es en una tarima tomada por los vampiros y sus amigos, el escenario que Perros de Reserva eligió para grabar el videoclip que acompaña su lanzamiento más reciente ‘Disparando Fuego’, una canción definida por Elliot, líder de la agrupación, como «una sublevación de los artistas independientes latinoamericanos contra la falta de oportunidades para el nuevo rock».

Fiel a la identidad que ha construido la agrupación formada en Envigado 10 años atrás, ‘Disparando Fuego’, conserva el sonido atravesado por las influencias del Rock industrial y se apega a una de las premisas de Perros de Reserva: narrar historias de juglares, en esta ocasión, dedicadas a los músicos independientes que mantienen vivo el relato del Rock hecho en Latinoamérica.

Escrita por Julián Velásquez, el sencillo lanzado el 9 de febrero, ‘Disparando Fuego’, es una canción que abre las puertas a ese debate ―un tanto eterno― alrededor de la situación del Rock independiente; una discusión vigente que es analizada en foros, conservatorios y otros espacios, pero que aún está lejos de resolverse.

Mientras tanto, está en las manos del público amante del Rock, abrir sus oídos a los nuevos sonidos; en las de los medios independientes, expandir su eco y en las de los músicos, continuar con la necedad de «caminar rompiendo esquemas y escupiendo al miedo».

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