Ariel Tobo - Hasta el final (3)

El alma decide detenerse: Ariel Tobo y el momento justo antes de soltar en ‘Hasta el final’

Por: Olugna

Sentado sobre una llanta al borde de una carretera, afina acordes sin prisa. Su aspecto es sencillo: sombrero de ala ancha, camisa y jeans. Su guitarra azul contrasta con el paisaje seco, casi ocre, que lo rodea. A su lado, un espejo apoyado en una silla de metal refleja el cielo. Una caja de madera, encima de ella un par de objetos desordenados que no hacen ruido, completan la escena. No hay autos, no hay señales de paso, ni de destino. Solo él, solo un instante. La premisa es clara: una pausa en medio del camino.


No está esperando a nadie. No está huyendo. A su espalda, un campo verde refuerza la sensación de lejanía que transmite la fotografía. El espejo —testigo silencioso de algo que ocurre por dentro— refleja una sensación imperceptible que hemos sentido alguna vez: la de mirarse sin buscar respuestas. Hay una decisión en esa escena: detenerse justo ahí, sin aspavientos, entre lo que fue y lo que todavía no llega. Es una contemplación íntima y simple.

En esa escena detenida en el tiempo, una imagen suspendida en medio de lo que para algunos puede ser la nada —pero que para quienes disfrutamos de un viaje por carretera puede simbolizar un momento de introspección—, aparece el deseo de encontrar en el silencio esa voz que permanece ahogada en medio del trajín de la ciudad. La guitarra, protagonista inerte en la fotografía, junto a los dedos que recorren su diapasón sin apuro, nos muestran que, en el arte, en la pasión de un oficio, hay una conexión sensible con el espíritu.

Es una imagen silenciosa. Es un instante tranquilo. La calma que transmite presume que la canción que estamos a punto de descubrir buscará llevarnos a otro lugar.

―Va dirigida a todos los que han tenido una lucha interna entre quedarse o soltar ―explica Ariel Tobo, el artífice de ‘Hasta el final’.


Es una canción viajera. La combinación del blues con el rock construye una atmósfera melancólica y reflexiva. En su letra no hay lugar para el drama, pero sí una persuasión a tomar una decisión: debemos liberar nuestras valijas para caminar hacia un horizonte. ‘Hasta el final’ le habla a «los que se sienten partidos por dentro, pero que saben que tienen que elegir volver a vivir», señala el cantautor colombiano.

Musicalmente, es una canción sencilla. Tiene la estructura de un blues rock contemporáneo, pero sin exhibicionismo. La batería y el bajo —a cargo de Leonardo Parra y Hernán Lezama— sostienen el paso como quien acompaña sin opinar. Las guitarras —tocadas por el propio Ariel— acompañan las sensaciones que atraviesan la letra de ‘Hasta el final’. Los riffs agudos evocan la libertad que se encuentra al tomar carretera, mientras que Jorge Ortiz, al piano y sintetizadores, complementa la intención de la composición. La voz, que no pretende ser más de lo que es, se planta al frente: limpia, honesta, sin artificios.

La canción, grabada en Juan J. Ortiz Estudio, forma parte del álbum debut de Ariel, ‘Jet Lag’, que saldrá en septiembre de 2025. Cada canción, dice él, es una estación emocional. Un lugar donde algo se rompe o algo se ordena. ‘Hasta el final’ es una de esas estaciones. No la última, pero sí una en la que el cuerpo decide parar, mirar el retrovisor y decir en voz baja: hasta aquí.

La imagen promocional, al igual que los demás elementos que dan forma al concepto de ‘Hasta el final’, no es pretensiosa, pero sí profunda. Ariel Tobo afirma que «más que números», desea conectar. Agrega: «Espero que esta canción llegue a personas que necesiten escucharla justo en el momento en que se están preguntando si seguir aferrados o dejar ir».


Y sí, hay momentos así. En los que no hay que acelerar, ni devolverse. Solo parar, sentarse al borde del camino, afinar lo que uno es y tocar, incluso si no hay nadie escuchando.


Sobre Olugna

Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

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