“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: ‘‘Cierren los ojos y recen’’. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia’’.
Eduardo Galeano
La religión llegó de la mano con la violencia que supuso la conquista de los pueblos indígenas en nuestro territorio. Llegaron ellos y con sangre intentaron borrar lo más sagrado que un ser humano puede tener: su identidad.
De acuerdo con Egberto Bermúdez Cujar, investigador, magíster y candidato a Phd en musicología de la University of London, es posible agrupar la sociedad indígena colombiana en dos vertientes: aquella que aceptó el cristianismo y aquella que se resistió, y quiso mantenener sus raíces ancestrales. Para Bermúdez, este criterio es aplicable a la música por estar intrínsecamente relacionada con las tradiciones y espiritualidad de los ancestros.
Las exploraciones arqueológicas realizadas en nuestro suelo, han permitido identificar artefactos que, presumiblemente, fueron usados por los indígenas como instrumentos musicales u objetos sonoros. Los materiales en los que fueron construidos son diversos y se han encontrado en cerámica, piedra, hueso, semillas, entre otros. Variopinta también es la familia de estos, siendo los más comunes los instrumentos de viento y las sonajas.
Siendo nuestra herencia cultural tan rica, múltiple e inexplorada, resulta irónico lo poco que sabemos de esta, lo poco que nos acercamos a entender las costumbres de nuestros antepasados y la poca conexión que hay entre los ritmos contemporáneos y los ancestrales.
Juan Carlos Prieto, fundador del Movimiento Rock por los Derechos Humanos de Ciudad Bolívar, criticó en un conversatorio musical, la falta de conocimiento que tenían las bandas locales sobre la música colombiana. No se equivoca, por extrema e internacional que sea una agrupación, no puede desligarse de sus raíces culturales, puesto que son estas, esencia de nuestra identidad latina.
Por ello, resulta valiosa la inclinación de bandas de metal actuales por combinar e incluir en su sonido, ritmos, instrumentos y rituales tradicionales. En este caso rescataremos el trabajo de algunas de las agrupaciones colombianas que han experimentado y encontrado la forma de hacer coincidir los sonidos más extremos del rock con la cultura ancestral.
Umzac: tinieblas y ancestralidad
“Dios de las borracheras, pintores y tejedores de mantas […] apareciase en figura de oso cubierto con una manta […] llamábanle otros Fo que quiere decir zorra porque en figura de este animal se aparecía algunas veces […]” – Fray Pedro Simón, cronista de indias, describiendo a Nencatacoa.
Nencatacoa, es una de las deidades que enseñó a los muiscas a hilar, tejer y pintar, quien, además, de acuerdo con el cronista de indias Fray Pedro Simón, también era el dios de las borracheras y de los artistas. Este ser sobrenatural sirvió de inspiración para el tema homónimo de la agrupación bogotana Umzac.
Umzac traduce en lengua chibcha “tinieblas”. Su sonido fusiona los sonidos extremos del metal con ritmos tradicionales colombianos, sus letras narran crónicas indígenas y en sus canciones, guitarras, bajo, teclados y batería alcanzan una perfecta sincronía con los violines, violonchelos, contrabajos, tiples, bandolas y requintos. Las voces son protagonistas en cada uno de los temas de la banda y logran fusionar la voz lírica con la gutural. En tarima, el performance es impresionante, y sus seis músicos ofrecen un espectáculo memorable.
Nencatacoa es el corte número tres del álbum Usqua Quyca | Hilando Historias, trabajo lanzado en 2017.
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Ynuk: “No somos cristianos y nunca lo seremos ¡Carajo!”
Con este grito, Ynuk, inició su presentación en el Festival Metal de las Montañas de 2017. (Ciudad Bolívar, Bogotá).
A finales de 2013, en las instalaciones de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, el señor del destino (Ynuk), tomaba forma de una poderosa banda de metal.
Ynuk, está conformada por docentes, ingenieros ambientales y estudiantes , todos comprometidos con la cultura ancestral, algunos de sus miembros provienen de proyectos de música Andina, razón por la cual es evidente la influencia de ritmos de los Andes en su sonido. Sus letras son contestarias y reivindicatorias de la herencia indígena. Señala Carlos Martínez, director de la banda, en entrevista con Metal UN, que Paul Gillman ha sido un gran referente para las composiciones de Ynuk.
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Sepulcro Ancestral: “El cristianismo es una enfermedad, una ambición”
Con esta frase, Alexander Rodríguez (Holcan), baterista de la agrupación, abrió una entrevista realizada por el portal Cartón Rock.
Fundada en la ciudad de Facatativá en el año 2000, Sepulcro Ancestral, reivindica las creencias de los grupos indígenas amerindios a través de la música pagana. Sus letras rescatan la herencia ancestral de nuestros indígenas, al tiempo que se revelan en contra del cristianismo.
Para la banda, el metal más que un género musical, es un movimiento revolucionario que despierta y fortalece el sentido de pertenencia del individuo. El sonido denso es insignia de la banda, que combina en su producción, instrumentos de viento.
En la actualidad está conformada por: Holcan Paganus, Bellator Proavis y Ataich Paganus.
Apolion’s Genocide: anticlerical y blasfema
La agrupación caleña Apolion’s Genocide conformada en 1991, fue una de las pioneras en integrar melodías ancestrales en su sonido extremo, el cual es denso, oscuro y blasfemo, según la misma agrupación, podría clasificarse como folk dark metal. Las letras son profundas, cargadas de espiritualidad y de elementos simbólicos.
Se dio a conocer con el Demo-Tape Ángeles y Serpientes y hasta el 2001 alcanzó grabar 3 Demos: Olupicsid Nu A Anedro Satanas, Selaicnetsixe Samgidarap, We Get it, Man, el Live-Tape You’re in an Existetialist Crisis y la compilación Years Ago.
Tras una pausa de algunos años, la agrupación regresa con un CD conmemorativo, en el cual se incluyeron canciones de sus primeros demos y su lanzamiento fue en el 2013, ese mismo año compartió tarima con Orphaned Land en Bogotá.
La canción The Silent Years, pertenece a su último trabajo Xotanistrom´s Uprising
Ayahuasca: defensa por el territorio y nuestra herencia
Sus letras abordan temáticas relacionadas con el ambiente y la realidad indígena de nuestro territorio. Se formó en en el 2008 y en 2016 lanzó su primer trabajo discográfico Huayra.
La bebida tradicional indígena le da nombre a esta agrupación bogotana, que en 10 años largos de trayectoria ha tenido la oportunidad de participar en diferentes festivales, incluido en el Atahualpa Rock Fest, celebrado en Ecuador. También ha compartido tarima con bandas de trayectoria como Egaheitor, Chaquen, Novilunion, entre otras.
En su álbum Huayra, participaron músicos integrantes de otras agrupaciones, tal es el caso de César Molina (Devasted), Andersson Mirandas y Esteban Díaz, Nicolás Vargas, Darío Bernal y Camilo Muñoz (Perpetual Warfare).
Chaquen: El llanto de las piedras
“Tierra chibcha olvidamos nuestros dioses. Dioses que marcaron la tierra de Bachué, ecos de dolor salen de mi alma. Testamento que deja la razón del ser”. – El llanto de las Piedras, Chaquen.
Chaquen, era el dios guardián de los linderos y de las cementeras, también, fue la fuente de inspiración para el nombre de la agrupación formada en 2008 en el municipio de Chía.
La historia para la banda no ha sido sencilla, desde su comienzo Chaquen se pensó como una agrupación que tuviese un sonido e identidad propios, que permitiera diferenciarla de las demás, en una escena influenciada por las grandes leyendas europeas.
Ese fue el reto y hoy, dos décadas después, ha permitido que, pese a las dificultades, Chaquen se mantenga vigente en el movimiento metalero nacional. Diseñador gráfico de profesión y músico por vocación, Miguel Orjuela, fundador y vocalista de la banda, es enfático al afirmar la importancia de acercarnos a nuestros ancestros.
Aunque el trabajo de la agrupación ha sido constante, tuvo un pequeño bache, justo cuando El llanto de las piedras, álbum grabado en el 2000, empezaba a cautivar al público de bogotano. Recuerda Miguel, que una vez se bajaron de la tarima de Rock al Kennedy de este mismo año, los integrantes de la banda decidieron tomar rumbos diferentes.
No obstante, durante los tres años que la agrupación estuvo ausente no no se mantuvo inactiva y retomó labores, manteniéndose sólida hasta la fecha, presentándose en diferentes festivales y llevando sus sonidos a Latinoamérica.
En estos 21 años, Charquen ha grabado tres trabajos discográficos y en mayo próximo lanzará de manera oficial su cuarta producción. Durante la conversación, Miguel también nos anunció que próximamente tendremos dos gratas sorpresas que impactarán positivamente en el público y en el movimiento metalero de la ciudad.
Por último, señala la importancia que ha tenido la investigación, la lectura y la tradición oral del municipio de Chía en el concepto de la banda, como también la disciplina y el trabajo constante que toda agrupación debe tener, para mantener un proyecto vigente.
Es bastante complicado resumir dos décadas de historia en una llamada telefónica, quedan muchos anécdotas por rescatar y mucho qué decir de la trayectoria de una agrupación que no deja de lado sus raíces ancestrales. Proximamente, conversaremos con él nuevamente.
Ayahuasca tiene mejores canciones que Madre Coca, esa canción es muy vieja y alejada de lo que hacen ahora, hay varios videos de su disco Huayra en YouTube como para que pongan una canción que ya ni siquiera tocan. :/