«Nena, aunque no siempre pude encontrar las formas para darte el mundo, esta es mi manera de darte las gracias»
‘1981’ (CUSTODIA)
Crónica: Olugna | Portada: Héctor Cisneros – Sudamérica films
Samuel nos dice en lenguaje de señas que hay un camino que es verdad y vida. A su lado izquierdo se encuentra Cegese; a su derecha, Chester. El mensaje que nos entrega el joven nacido en Ecuador trasciende más allá del ámbito religioso, es la columna vertebral de una filosofía que nace en el corazón del barrio y se ha extendido en ellos ―y los demás ñaños[1] que aún no aparecen en escena― a lo largo de sus vidas.

Están reunidos en el patio interno de una vieja casona de Lima. Cegese, con sus gafas negras y su gorra girada hacia un lado, permanece con las manos en los bolsillos de su chaqueta, al tiempo que Chester, entrecruza las suyas. Samuel, por su parte, dirige su mensaje hacia el lente de la cámara que les apunta en contrapicado. Sus rostros permanecen serenos. Es un momento solemne de tres segundos silenciosos que serán borrados de tajo por el estruendo del hardcore que está por comenzar.

El cambio de escena nos presenta a los demás integrantes de Custodia: Negro, Ferrer, Mero y Huevo. La agrupación sudamericana de hardcore está completa para contarnos una historia que nos resulta familiar y da peso a la lucha que supone ir tras la búsqueda de un sueño. La convicción para ellos, como a muchos de nosotros, es el combustible que los impulsa.
Las paredes descascaradas de la edificación, en las que el gris y el blanco compiten por un espacio, al tiempo que relegan los demás colores que en algún momento cubrieron su fachada, son la escenografía del video de ‘Blessed’. La canción que abre la placa homónima viene para decirnos que, aún con noches largas, pesadillas y ansiedad, vale la pena recorrer el camino más largo, el más difícil; que la bendición no se encuentra en manojos de billetes, sino en la tranquilidad de no renunciar a la lealtad, ni traicionar la palabra: códigos impagables que ningún mercado cotiza.

Tres segundos no son suficientes para prepararnos. ‘Blessed’ es explosiva y agresiva. Bajo, batería y guitarras arrancan con la fuerza natural del hardcore. Es rápida. Su mensaje nos es entregado con furia, pero no con odio. Es firme, parada en la raya, como el barrio nos enseñó. Su letra, una combinación de español e inglés, nos retrata. Es fácil identificarse con ella, cuando sabemos que detrás de cada victoria, hay también una trama de derrotas, golpes y heridas.

Como hijo rebelde del rock ‘n’ roll, el hardcore desencajó con una consigna que parecía intocable de los 80, década en la que el desenfreno, el exceso y las sustancias eran sellos identitarios y contraculturales. Como habitante fiel del barrio, supo que el rap y el metal podían ser amigos, hermanos de vida si se quiere. Orgulloso de su filosofía, comprendió que la rebelión no se esconde en el fondo de una botella, ni en la última bocanada de humo, sino que está en el orgullo de defender la esencia. En el caso de Custodia, el Straight Edge[2], es una insignia que portan tres de sus integrantes.

Catorce canciones forman parte de ‘Blessed’, su tercera placa. Aunque son piezas separadas, permanecen unidas por los códigos que definen la hermandad que identifica a la gente que ha aprendido a enfrentar el estigma, la marginalidad y las carencias. Si bien, la creencia en Dios forma parte de la vida de sus integrantes y se manifiesta de forma implícita en sus canciones, el disco evoca principios que deberían ser transversales a todos. Lealtad, respeto, honestidad, solidaridad y todos los demás valores que quepan en esa extensa lista de premisas que identifican a un buen ser humano, son palabra y acción para Custodia.
‘Blessed’, la canción que da nombre al disco, es el punto de partida. ‘Tsunami’, segunda pieza que destapamos en esta reseña, a través de la agresividad propia del hardcore, nos despierta para gritarnos en la cara aquellas frases que deberíamos tatuarnos como promesas que honraremos hasta el final: «¡Nunca te arrepientas de ser quien sos!», «¡Nada puede detenerte!», «¡Cada golpe te hace fuerte!».
‘Forgotten’, por su parte, hace referencia directa a los códigos del barrio. Es una canción que enaltece a los latinos, que se siente orgullosa de la raza que se formó en la marginalidad y que no se avergüenza de sus raíces. Es contestataria también y sabe que el establishment está corroído y, tarde que temprano, intentará socavarnos.
En ‘D.C.T.’, junto a ‘Son Códigos’, ‘Adiós’ y ‘RUA 23’ ―este último con la participación del rapero Nocivo DCP―, se suma ese habitante del barrio que viste ropas anchas y vocifera vivencias. La canción recoge la esencia de Custodia y la presenta en una pieza donde el rap se convierte en protagonista de la mano de Mr. Sak y Norick.
No olvidar el origen debe ser una férrea promesa. No desconocer a quienes luchan a nuestro lado, una consigna sagrada; extender el brazo para ayudar al otro, una vocación imprescindible. Dar las gracias, una premisa innegociable. Eso nos dice Custodia en ‘Nuestra Vida’. No se equivoca.
Desde su mismo nombre, ‘Desahogo’ nos anticipa una confesión que, en este caso, eligió el rap como canal. Es pausada, melancólica y sensible; concentra su fuerza en la carga emocional de su letra y en la suavidad de una pista que, simplemente, acompaña sin interferir.
‘1981’ es una canción íntima que Custodia comparte con nosotros. Lo hace a su manera: con el hardcore en las vísceras y la fuerza de la vida en su lírica. En ella, un hombre nos cuenta que su hermana es el motor de su existencia y la razón de su esfuerzo.
Quienes crecimos en algún barrio ―en algún territorio de Latinoamérica, en cualquier región del mundo― alejados de los beneficios que otorga un apellido, sabemos de qué nos habla Custodia. Quienes hemos buscado abrir nuestros propios caminos, comprendemos que la acción debe ser consecuencia de la palabra, que un discurso puede enmarcarse y exhibirse en la pared, pero los pasos son los que dejan huella, que al final somos bendecidos cuando nos atrevemos a soñar, a luchar, a agradecer nuestro origen.

Termina de recorrer ‘Blessed’ de Custodia
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[1] En Bolivia, Perú y Ecuador: unido por la amistad
[2] Corriente del hardcore que rechazo consciente al alcohol, las drogas y el tabaco.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador