Explora ‘Obsesión’ de Baby Lam ft. Dabi Santy: una mirada moderna al amor, entre beats urbanos, deseo y sensibilidad digital
Por: Olugna
Una rosa, recreada digitalmente, ocupa el centro de la imagen. Encima de ella, como título, escrito en una fuente similar a la de los videojuegos, sobresale una palabra: ‘Obsesión’. Aún no he escuchado la canción. Simplemente me detengo en la imagen y me concentro en lo que expresa, simboliza, en la interpretación posible de los elementos que la componen. Es una pieza gráfica moderna, no así su significado. Su cercanía con la cultura geek no distrae de su intención: hablarnos de amor, de pasión, de seducción.
Sin embargo, entre esos píxeles que nos propone la portada ―y, en sí, el mundo moderno― el amor no ha dejado de ser. No se ha extinguido. En un entorno de ruidos incesantes, de beats electrónicos y noches de neón, el deseo ha encontrado formas menos poéticas ―y más directas― de manifestarse. Las metáforas ahora comparten espacio con otros lenguajes. Los más pelados ya no creen en rodeos, pero al igual que nosotros ―aquellos que nos enamorábamos con Guns N’ Roses―, sienten esa misma tensión sexual que nos despertaba la chica que nos gustaba.

‘Obsesión’, la nueva canción de Baby Lam junto a Dabi Santy, es un reguetón que no niega su origen. Su sonido remite a las influencias de Arcángel y Tego Calderón, pero esta vez se integran a atmósferas electrónicas más delicadas, que rozan los ritmos del pop urbano moderno. Es cadenciosa, sugestiva, y su epicentro es el cuerpo, la piel y el sudor propio de la rumba. El lanzamiento, presentado por los dos artistas colombianos, es propicio para susurrar al oído lo que su letra propone.
—Es una canción perfecta para escuchar en momentos de deseo, emoción intensa, una cita especial o cuando necesitas sentirte vivo —nos explican Baby Lam y Dabi Santy.
El amor, más que nosotros mismos, ha logrado adaptarse a cada época y responder a las expectativas de cada generación. Ha sido constante y ha exprimido a su antojo el arte. Su esencia, quizás, se ha desconfigurado; parecería que su significado se ha deteriorado entre el sexo ocasional y la inmediatez. Su imagen, en medio del ruido tecnológico, parece haberse pixelado. Sin embargo, cabe la posibilidad de que simplemente sea una respuesta a los comportamientos de cada generación y de cada circunstancia.
Quizás el amor —al menos en escenarios dominados por TikTok— ha dejado de ser romántico para expresarse de forma más orgánica, cruda y apasionada. ‘Obsesión’, fiel al género que la envuelve, es una declaración directa, seductora y efectiva. Es un retrato de esos impulsos que no se explican a través de la lógica, pero que laten, insisten y se convierten en necesidad. Y aunque parezca que lo hemos dicho todo sobre el deseo, aún hay quienes encuentran nuevas formas de contarlo, incluso desde el lenguaje de los beats, los píxeles y las emociones empaquetadas en menos de cuatro minutos.
En ‘Obsesión’, Baby Lam y Dabi Santy se cuidan de presentarnos el deseo como un grito desesperado y el amor como un guiño al romanticismo clásico. Es una pulsión encapsulada en una producción que respira lo urbano, pero que se atreve a bordear el R&B y la electrónica con un tacto casi cinemático. Desde el primer acorde, su atmósfera nos seduce, pero también nos arrastra.

La canción es una traducción emocional y literal del anhelo moderno. No es el deseo que suspira esperando una carta o una serenata, sino el que necesita de la piel, del instante, de un scroll que se detiene justo en esa foto, en un nombre que se repite más de la cuenta en la cabeza y que no teme en reconocer que esa chica «Se la pone dura». Es el deseo convertido en algoritmos, sintetizadores y beats.
El contraste entre lo urbano y la suavidad de los elementos melódicos es la forma en que ‘Obsesión’ nos recuerda que, incluso en medio del ruido, todavía puede florecer algo que se parezca al amor. Una rosa refundida en un algoritmo, que se vale del arte para enamorar, para cautivar.
—Quiero enviar un mensaje de que «¡sí se puede!» Mis canciones son reflejo de superación, emociones reales y del poder de la música para transformar —afirma Dabi Santy.
—Quiero enviar mensajes de amor, motivación, superación y buena energía. Creo en el poder de la música para inspirar y acompañar —complementa Baby Lam.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.