Mad Dogs - Never Too Late 9

‘Never Too Late’ de Mad Dogs: el hard rock como cronista de 11 años de historia


Por: Olugna


«Y a los que se dicen rockeros de este hermoso país». Es una dedicatoria provocadora, una premisa que nos cuestiona y nos reta; cuatro segundos de una introducción silenciosa que anticipa el primer riff de guitarra, al tiempo que en el video se muestran escenas grabadas un estudio de grabación un día cualquiera. Es nostálgico: un detrás de cámaras de seis minutos que nos lleva a pensar que hay una larga historia detrás. Quizás, el pequeño guiño al videoclip de ‘Nothing Else Matters’, es una forma en la que Mad Dogs nos dice que, la final, somos sabuesos detrás de un sueño, en este caso, de rock ‘n’ roll.


Es una obviedad afirmar que el camino del arte en Colombia está cubierto de rocas que son lanzadas a los artistas. El rock creado en nuestro país lo sabe bien. Críticas, engaños, envidias, ego que superan el talento, promesas que se convierten en humo, entre otros tropiezos, son tan cotidianos como los lanzamientos de agrupaciones nacionales que, pese a todo, persisten en producir música: una terquedad que habla del fuerte arraigo del género en estos suelos.

La canción que acompaña ese videoclip es Never Too Late’, el tema que da nombre al álbum y que abre la puerta a lo que será, la etapa más sólida de la banda. Es sencillo, auténtico. No hay una narrativa elaborada: simplemente momentos de los integrantes de Mad Dogs en el estudio. Sin embargo, es suficiente para entender que esa cotidianidad reflejada en las escenas es la respuesta a años de trabajo. Un ejercicio honesto que refuerza la idea de que el rock ha dejado huella en Colombia desde la persistencia, desde los momentos en que no pasa nada extraordinario, pero se sigue creando.


A Mad Dogs, como a una gran parte de los exponentes nacionales, no le interesa hacer rock para complacer. Ni en sus primeras tocadas por bares de Bogotá cuando aún estaba conociendo el filo de sus propias guitarras, ni ahora, catorce años después, cuando lanza su primer álbum completo con el mismo espíritu de mantenerse en pie. ‘Never Too Late’ no llega como un debut ingenuo. Es una respuesta cruda a una industria que parece exigirle al rock que se calle o se transforme en otra cosa. Es su manera de decir que no va a pedir permiso. Que mientras haya personas que los escuche, ellos ―sus integrantes― seguirán tocando.


‘Never Too Late’ resume todo aquello que ha vivido como banda: las críticas por cantar en inglés, los lugares comunes sobre lo que “sí” es rock colombiano, las dudas sobre si aún tiene sentido seguir insistiendo.


La letra es explícita: «They’ve been telling us every day / That our genre is dead», pero también lo es la respuesta: «We’re Colombians playing real rock». La banda se desmarca del discurso purista y reafirma su identidad desde la práctica: compone, ensaya, graba y tocan. El idioma es lo de menos, lo esencial es la energía.


En esta pieza que abre el álbum no hay lugar a metáforas suaves ni medias tintas: es una confrontación directa a la idea de que el hard rock, y todo lo que representa, está pasado de moda. «Say it’s too late for our songs / Looks like they all give a fuck», es el resumen de una lucha de más de una década por hacerse oír en un país donde se celebra la cumbia como si fuera la única posibilidad sonora.

Pero el disco no se queda solo en el acto de resistir. ‘Never Too Late’ avanza por diferentes estados emocionales y sonoros. Hay temas de fiesta y libertad como ‘Sabueso’, que retoma ese lado desbordado y teatral que la banda ha trabajado desde sus inicios; pero también hay baladas como ‘Stay through the night’ o pasajes densos como ‘Demons’ y ‘Fear the world’, donde se habla de contradicciones internas, desamor y un sistema que insiste en arrebatarnos la voluntad. Mad Dogs recorre todos sus bordes, del desenfreno al escepticismo.


Con este álbum, la banda reafirma lo que lleva insinuando desde sus inicios: hacer rock en Colombia no es una nostalgia ni una pose estética, sino una forma de vida. Un trabajo de largo aliento que solo se sostiene con terquedad, sudor y una dosis inagotable de fe. ‘Never Too Late’ es el retrato de quienes, sin tenerlo fácil, siguen grabando, tocando, escribiendo, incluso cuando la industria no mira. Incluso cuando nadie lo pide.

En 2025, Mad Dogs dejó de ser solo una banda perseverante para convertirse en una agrupación con presencia. Su nominación a los Monster Music Awards en México como Mejor Artista Rock, y su participación en el Teatro Metropolitan como parte del show central, no solo marcan un hito: es la primera vez que una banda colombiana de hard rock pisa ese escenario en el marco de esos premios. Días después, abriría el concierto conmemorativo por los 40 años del disco debut de W.A.S.P. en el Royal Center de Bogotá.


Para la segunda mitad del año, tiene planeada una gira por Colombia y fechas en países como México y Panamá. A diferencia de lo que ocurría hace algunos años, hoy el sonido de Mad Dogs está a la altura técnica de cualquier acto internacional. Pero la distancia entre el reconocimiento y el olvido sigue siendo estrecha. «Si el público gastara lo que invierte en conciertos internacionales en bandas nacionales, sería una diferencia enorme», dijo la agrupación en una entrevista reciente. Más que una queja, es uno de tantos llamados a mirarnos más cerca. Un diálogo complejo y extenso que nos debemos como movimiento rockero.


Desde aquel 2011 en el que empezó a tocar en bares bogotanos hasta este álbum que resume sus vivencias, Mad Dogs ha aprendido a sobrevivir al paso del tiempo. La suya es una historia escrita en volumen alto, pero también en los silencios del ensayo, en la disciplina del estudio y en la terquedad. ‘Never Too Late’ es el recordatorio de que el tiempo no pasa igual para quienes siguen creyendo, que nunca es tarde cuando el corazón no se entrega y que hacer rock en Colombia sigue siendo, ante todo, un acto de fe.


Sobre Olugna

Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

Tags: No tags

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *