Pappo_ Entre Riffs Motos y Rebeldía (7)

Pappo: entre riffs, motos y rebeldía


Por: Sebastián González Z.

De la Paternal para el mundo, nacido el 10 de marzo de 1950, Norberto Aníbal «Pappo» Napolitano fue un devoto del sonido, un mecánico del riff y un amante incansable de las motos. Pocos guitarristas lograron transgredir con tanta naturalidad la barrera entre el hard rock, el heavy metal y su amado blues. Su voz, entre cavernosa y barítona, marcó un espectro inconfundible, un eco inalcanzable para quienes intentaron seguir su estela. En la madrugada del 25 de febrero de 2005, en la localidad de Jáuregui, el destino cerró un capítulo, pero encendió una leyenda. No fue una despedida, sino un reencuentro con la carretera al otro lado del consciente emocional del rockero, donde su espíritu sigue rugiendo en cada acorde, en cada motor encendido y en cada alma que vibra con su legado.


“El hombre suburbano”, una expresión que evoca a aquel que transita la vida sin cuestionar su existencia, sin un propósito claro ni dirección. Así lo describió Sergio Marchi al escribir sobre Norberto Napolitano, sumando esta definición a la lista de apodos que acompañaron su leyenda. Entre ellos, otro muy icónico fue «El Carpo», un sobrenombre nacido de su destreza al mover el carpo de su mano derecha mientras hacía vibrar su guitarra. Pero hubo otro, menos conocido y otorgado nada menos que por B. B. King: «El Quesero», un nombre que surgió de un gesto tan simple como genuino, cuando Pappo obsequió al maestro del blues un queso argentino y un buen vino tinto, sellando así un encuentro entre dos almas unidas por la música.


Hablar de Pappo es recorrer la historia del blues y el rock en Latinoamérica, donde su figura se erige como una de las más influyentes y trascendentales. Fue un pionero del movimiento blues y sus múltiples ramificaciones dentro del rock, dejando una huella imborrable en agrupaciones fundamentales para el Cono Sur como Los Abuelos de la Nada, Engranaje, Los Gatos, Carlos Bisso y su Conexión N.º 5, Pappo y Hoy no es Hoy, y Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll.


Sin embargo, su legado más icónico lo construyó como fundador de tres bandas legendarias: Pappo’s Blues, con la que consolidó el blues rock en los años 70; Aeroblus, que exploró un sonido más crudo y experimental dentro del hard rock; y Riff, el grupo que en los 80 cimentó las bases del heavy metal en Argentina. Incluso llevó su música más allá de las fronteras, formando en Estados Unidos la banda The Widowmakers, demostrando que su pasión y talento no conocían límites.

Hay un aparte que pocos conocen de Pappo, como lo es el casi llegar a ser miembro de Motörhead, quien explicó esa anécdota, de la siguiente manera:

Pappo no fue solo un mito del rock, fue un personaje de carne y hueso, con un temperamento feroz y un carácter indomable. «El Carpo» no hacía concesiones, ni en su forma de tocar la guitarra ni en su manera de vivir. Directo, rudo y con un profundo desprecio por lo comercial, defendió hasta el final el rock más puro y visceral. Pero detrás de la imagen del tipo duro, había un hombre con una nobleza sencilla, un gran sentido del humor y una lealtad inquebrantable con quienes lo rodeaban.

Billy Bond, su viejo compañero de La Pesada, lo describió mejor que nadie:

Con el tiempo, su imagen se convirtió en leyenda, su figura en un ícono de la rebeldía, y su música en un legado eterno. Pappo no solo tocaba la guitarra: la hacía rugir.


Pappo no solo fue un genio musical, sino también un gran padre. A su hijo Luciano, nacido en 1974, le heredó su inconfundible manera de tocar la guitarra, el tono singular de su voz y una pasión ardiente por las motos. Sin embargo, el vínculo entre ambos no comenzó desde la cuna. Luciano descubrió su parentesco a los 15 años, tras escuchar rumores y decidir buscar el apellido Napolitano en una guía telefónica. Luego de varios intentos, logró hablar con su abuelo y, finalmente, con su padre. Desde entonces, la música se convirtió en el puente que los unió. Juntos exploraron el universo del rock y el blues, disfrutando de Hendrix, AC/DC, Black Sabbath y muchos otros.

La influencia de Pappo fue determinante en la formación de Luciano, quien absorbió no solo su estilo, sino también su forma de entender el arte.


Con el tiempo, Luciano se convirtió en el guardián del legado de su padre. Reorganizó la página oficial de Pappo para ofrecer información auténtica sobre su vida y obra, asegurándose de que su historia no se distorsionara con el tiempo.


Para él, Pappo no era solo un ícono del rock, sino un hombre de humor espontáneo, un talento irrepetible en la guitarra y una presencia arrolladora. Hoy, a través de su propia música y su esfuerzo por mantener viva la memoria de su padre, Luciano se encarga de que el rugido de la guitarra de Pappo siga resonando en el corazón de sus fanáticos.


El 25 de febrero de 2005, el rock argentino sufrió una de sus pérdidas más devastadoras: Norberto «Pappo» Napolitano partió para siempre. Aquel día, la Ruta 5, cerca de Luján, se convirtió en el escenario de la tragedia. Pappo, a bordo de su Harley-Davidson, recorría el asfalto junto a su hijo, Luciano. En un intento de sobrepaso, “El Carpo” perdió el control de su moto y cayó sobre la carretera. El destino, implacable, escribió su última nota cuando un automóvil que venía detrás lo atropelló. Aunque fue llevado de inmediato a un hospital, las heridas eran mortales. Pappo se fue como vivió: sobre ruedas y desafiando los límites. La noticia cayó como un trueno en la escena musical. No era solo un músico; era un ícono, un pionero, un rebelde que marcó a fuego el ADN del rock y el blues en Argentina.


Para culminar este texto, me tomaré el atrevimiento de compartir unas líneas que fueron escritas sobre Napolitano en el libro se llama ‘Diabolus in musica’ y fue publicado en 2014, por Henry Alexander Gómez:

Y aunque Pappo se fue de gira por la eternidad hace 20 años, sus riffs y letras siguen aquí en el plano terrenal latentes y muy vigentes acompañando nuestro diario trasegar.


Sebastián González Zuluaga es un cuyabro de pura cepa, rockero de corazón y futbolero de pasión. Estudiante de último semestre de derecho en la UGCA de Armenia y director de Tendencia Rocker, combina su amor por la música con una visión crítica del mundo. Siempre entre el ruido de las guitarras y el debate, busca dejar su huella en la cultura y el derecho.


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