«No me hables de Escobar, porque nosotros representamos mucho más. Nuestra fama se tiene que limpiar»
‘PASARELA SALSERA’ (LAREG AFROMUSIC Y LA RUKA)
Me detengo en una de sus estrofas, en toda la historia ―nefasta y podrida― que convirtió a un hombre ―igualmente nefasto y podrido― en un símbolo de Colombia, en una representación ―lamentable― de un país atrapado ―desde hace mucho― entre la violencia, la muerte y la desidia política. Me uno al clamor de la joven artista: «No me hables de Escobar, porque nosotros representamos mucho más».
«Colombia tiene un pie en el Caribe y otro en los Andes», es la segunda frase en la que reparo. Es una canción sensible que busca reivindicar el nombre de un país que, más allá de sus demonios, ha logrado mantenerse en pie y ha encontrado en la diversidad de sus expresiones culturales y artísticas, una forma de contradecir esa imagen que ha empañado su historia.
Es Colombia, retratada desde su esencia, con la fuerza del rap, la cadencia de ritmos del pacífico y el sabor latino de la salsa, por Lareg y La Ruka, dos artistas que recogen ―en un poco más de tres minutos― elementos que forman parte de ese retrato positivo del país en una canción que presentan bajo el nombre de ‘Pasarela Salsera’.

―La Ruka es la indicada para ‘Pasarela Salsera’, porque en sus canciones siempre habla de las guerras, las luchas y los desplazamientos. ―Explica Lareg y continúa―. Pero, aun así, lleva el toque de sabor en sus composiciones que generan diálogos a través del amor y de su pueblo.
El título del sencillo proyecta la esencia de la canción. ‘Pasarela Salsera’, es una caminata a lo largo de Colombia, recogiendo de cada región algún elemento representativo: fruta, café, rapé, fritanga, «sancocho pa’l guayabo»; la berraquera, la alegría y el sabor de su gente, han sido reunidos en una canción que rinde tributo a un orgullo que pesa más que la tragedia.
‘Pasarela Salsera’ ―entre percusiones, rapeos y coros’― es también un canto político que reivindica el territorio y reconoce el valor de la comunidad. Así lo hace a través del lenguaje usado en su letra, de las coreografías recreadas en el video, de una portada colorida y de un ritmo que contagia, que despierta. Es, también, una canción migrante; un homenaje las mujeres colombianas que están dejando huella ―grande o pequeña― en otros países.

―En estos momentos soy migrante y aún hay gente que no conoce mi patria y me referencian con personajes gente que no me representan―, señala Lareg.
Grabado en Barcelona, el video que acompaña la canción de las dos jóvenes artistas colombianas, profana lugares representativos de la capital autónoma de Cataluña, dejando en cada uno, un rastro positivo del país. Al igual que los demás elementos de la canción, la pieza audiovisual es colorida, alegra y ―si se quiere― atrevida.
―Vivo el arte en todas sus expresiones y afortunadamente alago que aún estos lugares tan importantes, donde se respira arte, se mantengan activos―, agrega la artista.
«Cada una de sus canciones es una crónica de vida», define el equipo de prensa de Lareg. No se equivoca. Repasar otras composiciones de la artista afrocolombiana, es acercarse a un pequeño retrato de realidad, a un trazo de Colombia que busca proyectar a través de su trabajo musical y la esencia que permea su trabajo en donde hay espacio para lo social, pero también para el amor, para la vida.
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