«Entiendo, que el tiempo, es fuego en el viento y mañana se apagará»
‘Sueño Ancestral’ (Yimark)
Por: Alcántar Arístides
El séptimo día de diciembre del año corriente se cumplieron cinco meses exactos desde la última vez que escribí una reseña para este medio, ciento cincuenta días luego de un letargo creativo en el cual me vi obligado a cuestionarme: «¿Cuánto he dormido?», «¿por qué estuve acostado?», «¿qué fue lo que soñé?», «dormité, ¿pero, descansé?». Después de mucho reflexionar fui capaz de entender que estaba agotado porque acababa de llegar de un mundo confuso y escabroso que me exigía capacidad y voluntad de avance en un contexto onírico y tan antiguo como la palabra misma, el mundo de la metáfora.
Hago presencia desde las letras a nuestros lectores nuevamente con la fortaleza intempestiva que debe merecer el regreso de un aventurero del mar ¡Qué retumben los muelles de la imaginación de los lectores! ¡Qué se caiga el comején de los ojos de los quieren ver! ¡Retornar! Así como José Arcadio al volver del mar. ¡Retornar! Luego de pasar cinco meses sin tocar puerto por andar buscando la Lemuria y eventualmente deteniendo el navío para pasar del carajo al timón y del timón al tablón que me llevaba no a la profundidad de saberes ocultos sino a la realidad donde trabajo.
El resultado fue volver a estar aquí en la virtualidad (la mayor de las metáforas) y saciar mi necesidad de contarles lo que vi en mi sueño ancestral; sueño que sonaba a la par del álbum realizado por la artista Yimark en el año 2019, el cual contiene seis canciones y una pista extra que es una versión en vivo de uno de los temas del trabajo discográfico; todos los temas, sin excepción alguna en español cuyos títulos son: ‘Sueño Ancestral’, ‘Thamara’, ‘Viejo Jardín’, ‘Mortal Figura’ (el agregado en vivo), ‘Viejas Sombras’ y ‘Criaturas en Tinieblas’.

Antes de seguir con este texto es necesario agregar dos notas preliminares: la primera es que el álbum está dispuesto de una forma que invita a los amantes de las letras a devorar las estrofas de su música poco después de abrirlo, debido a que el lugar donde están impresas un par de letras está detrás del espacio donde descansa el disco.

Lo otro, a diferencia de otros textos realizados por su servidor, este no se centrará en la descripción del relato que el artista pretenda mostrar, sino más en una interpretación propia (y sin miedo a ser atrevido) de las letras expuestas debido a la gran cantidad de metáforas presentes en el álbum. Dicho lo anterior, ¡Ojos al renglón!
La primera canción, ‘Sueño Ancestral’, abre con un mensaje dirigido a otro personaje del cual no se hace mención manifestando la imposibilidad de ver la realidad por un error cometido al hacer contacto visual con dicho personaje, lo cual le llevó a encontrar una promesa que sumergirá a ambos personajes en un sueño ancestral que así mismo impedirá satisfacer lo más profundo de quien está entregando el mensaje, finalizando con la mención que «el tiempo es fuego en el viento y mañana se apagará».

Para luego hacer hincapié en el esfuerzo de alcanzar a ese otro ser con un gigantesco esfuerzo que no estaba previsto por el personaje y que tiene tanto impacto en el ambiente que logra hacer que «las sirenas callen»; esfuerzo que incluirá el dolor que está acompañado con la nostalgia de algo o alguien que se marchó, pero dejando una intención de búsqueda; pero ¿Por qué una nostalgia o necesidad de búsqueda de algo?
Quizá se deba al extenso placer o poder que sintió junto a este ser. Placer que pudo interrumpirse con las casualidades o accidentes que en ocasiones da la cotidianidad y juegan a favor o en contra de nuestras empresas, esto al mencionar la lluvia que engaña, pues, recordemos que en cada ocasión que las gotas del cielo caen los destellos como las estrellas son obnubiladas de modo que nuestro personaje tiene la oportunidad de volver en sí.
El segundo tema en lista se titula ‘Thamara’; posiblemente, uno de los temas más ricos en significados y simultáneamente más intrincados por las referencias utilizadas. Unos versos que inician planteando una navegación nocturna en la cual se encuentra con un ser que «devora rostros sin nombres» y si se asocia a que la primera canción menciona a las figuras mitológicas de las sirenas, no es incorrecto pensar que este sea el nombre de aquella sirena devoradora de rostros.
Lo anterior tiene la posibilidad que esté inspirado en las sirenas del universo de Piratas del Caribe las cuales toman el acto clásico de atontar a marineros con su canto, pero —en vez de hacerlos estrellar, naufragar o encallar contra rocas, dentro del universo en mención— ellas les devoran y la coincidencia con la producción cinematográfica continúa al encontrar que una de las sirenas que se muestran en el filme se llama Thamara (interpretada por la australiana Gemma Ward).
Continuando con los versos, este personaje que está navegando expone su deseo de escapar hacia el sol, hacia la luz o hacia un nuevo estado de la persona expresado con «deseo al cruzar desaparecer bajo cultos renacer». Y aparece una nueva pregunta: ¿Cuál renacer? Pues en el coro de la canción se habla de la Lemuria, un continente propuesto en el siglo XIX para explicar el por qué existen rastros de lémures en la isla de Madagascar y el subcontinente de la India, pero no en África u otras partes de Asia, dicho supuesto continente fue comprobada su inexistencia en el Siglo XX con la teoría de la deriva continental

¿Y significa eso que la idea de Lemuria desapareció? ¡Nada de eso! Fue apropiado por la literatura y el ocultismo para plantear posibles orígenes de la humanidad, o que fue habitada por sociedades avanzadas o espirituales.
No es descabellado concluir que este personaje protagonista de la canción aspira navegar en los mares, inclusive en su penumbra esquivando sirenas para llegar a este espacio luminoso de Lemuria; estado luminoso en el que encuentra serenidad y sabiduría; sabiduría reflejada al mencionar el concepto de noosfera, una propuesta filosófica de finales del Siglo XIX y antes de mediados del Siglo XX, la cual propone diferentes significados que convergen en una unificación del conocimiento de los seres humanos o los seres pensantes de la tierra, en algunos casos como conciencia colectiva y en otros como un acceso a una especie de enciclopedia universal.

Esta búsqueda de la noosfera se puede quizá interpretar como una ambición por parte del personaje, pues ya no quiere «llegar al sol sino también a las estrellas», un camino que requiere lo balsámico del polvo de marfil (utilizado en la medicina tradicional china).
Ahora ¿Hasta dónde puede llegar el empeño por estar o no en un lugar? ¿Qué es lo que más puede ceder? La canción ‘Viejo Jardín’ inicia narrando sobre el insomnio causado por la desesperación de no ser escuchado por alguien, para posteriormente manifestar el no estar en un lugar al cual no se desea volver y así no estar junto a alguien; pero, por alguna razón, una parte del ser de quien ya no está (quien narra la historia), inevitablemente pasó por un alejamiento abrupto; alejamiento que no implica la eliminación del vínculo, pues, el personaje se cuestiona cómo hacer notar su presencia en un viejo jardín; un vínculo en la distancia alimentado por el miedo y en un silencio incuestionable.
‘Viejo Jardín’, inevitablemente lleva a recordar a un tango homónimo de título compuesta por Carlos Gardel, en el que se cuenta la añoranza por un amor que no ya no es, además de ofrecer algunas metáforas sobre un lugar en el que ya no se vive y se recuerda con cierta nostalgia.
Es, quizá, esto de lo que nos habla la canción de Yimark, de ese lugar al que alguna vez pertenecimos de alguna u otra forma, pero por las decisiones de nuestras vidas que en algunos casos concluyeron en un retorno imposible, siempre queda algo de nosotros en el espacio al que ya no habitamos.
Bajo esta interpretación la siguiente parte de la canción puede tomar sentido, pues el personaje imagina un momento en el que pueda hablar en ese Viejo Jardín y su voz cause temor; temor que puede asociarse con la actitud trémula que causamos al volver a estos espacios que alguna vez fueron nuestra residencia, dejando de manifiesto (según la letra) que las cosas no son iguales y que el único lugar de contacto que hay entre el ser narrador y el otro ser del que se hace mención son conversaciones mentales.
‘Viejo Jardín’ llama poderosamente la atención debido a que, al parecer, es el tema más personal de todo el álbum; un álbum donde hablamos de viajes acuosos, sinuosos y de proporciones oceánicas, pero aquí Yimark nos habla más sobre un recuerdo, sobre la intriga que genera el hablar mentalmente con gente que ya no existe en nuestra cotidianidad.
Yimark alimenta la máxima que, en medio de su navegar y las adversidades que esto trae, el recuerdo es un espacio para la conversación con ese alguien que ríe, llora y reacciona de la forma en que le recordamos. Ahora, si ambos seres separados se recuerdan ¿Por qué no pensarlo en una forma de alimento a la relación? ¿Son quizá estos los pensamientos que tiene nuestra aventurera (o) cuando la lluvia nubla los destellos?

El cuarto tema es ‘Mortal Figura’, que nos enfrenta a una de las sensaciones más extrañas al interior de los sueños: el transcurso de tiempo ¿Lineal? ¿Estático con el ambiente o su relación con el mundo real? y aun en la realidad, resulta llamativo (hasta el punto de inquietante) el ruido rítmico del tic – tac, actualmente relegado al sonido de alguna alarma programada en nuestros teléfonos móviles.
El avance del tiempo que va mostrando los diferentes tejidos que se han construido en los sentimientos, no necesariamente dentro de la forma racional con la que todos contamos y quedan alojadas en nuestra memoria como una figura para evocar, para reflexionar e incluso manipular a nuestra conveniencia.
Es necesario hacer hincapié en el aspecto más emocional de estos trasegares debido al coro que cita «El sonido del reloj, va tejiendo un corazón… No se encuentra la razón, cuenta sin su narrador. Seguirá su más mortal figura» que queda en nosotros a lo largo del día o del arte.
La quinta canción se titula ‘Viejas Sombras’ y nos encara frente a la constante pesadilla que yace en todos nosotros: el miedo. Puntualmente, el miedo que siente un personaje del cual nos brinda en testimonio que por un acto debido a su —aparente— desesperación despierta unas viejas sombras que carcomen el pilar de su ser.
La ansiedad no ha aparecido desde algo externo sino desde la luz misma, desgarrando con dudas ¿Cómo lidiar con lo inevitable? O en términos de Yimark ¿Cómo encarar «el miedo sin miedo»? El miedo que se encontró después de traspasar un límite. Existe la posibilidad de que la artista nos esté hablando de estas decisiones que esquivamos porque sabemos intrínsecamente que, después de ese punto, no habrá un retorno.
Una interpretación inmediata puede ser la muerte con la estrofa «… detrás de un muro en el silencio perpetuo tras las paredes de lo incierto está la eternidad». Muro que, al atravesar, nos arrebatará algo adherido a nuestro ser. Y a pesar de la pesadez que genera ese antiquísimo deseo representado en las ‘Viejas Sombras’, la canción nos motiva a cruzar estas marcas para encontrar ese nuevo estado, pues, luego de un coro que nos habla del silencio perpetuo, nos dice «Llega hacia mí el firmamento, caerá. Si voy su voz traerá».
La última canción, ‘Criaturas en Tinieblas’, relata el final de este ‘Sueño Ancestral’, un final que se acerca con «vientos de cambio» que llegan de forma intempestiva; cambio representado en el asalto sexual hacia las mujeres por una colmena de Incubus.
El escenario que nos describe la música en este punto, va hacia una batalla celestial donde se describen seres infernales que emergen de la tierra y se encuentran cara a cara contra ángeles que vienen del cielo y en medio de esta trifulca, señala un verso «sin cadenas se apoderan, insaciables te envenenan, en la luna se reflejan criaturas en tinieblas».
Algo interesante que se tiene desde el ocultismo es que la luna presenta un poderoso simbolismo relacionado con la feminidad, lo cual, al dejar volar la imaginación, cabe la posibilidad que estas criaturas en tinieblas sean las mismas mujeres víctimas de los Incubus que versos atrás relata la canción, además de mencionar en la última estrofa que «corromperán aquel vientre materno». En definitiva, la feminidad se encuentra trastocada y traumada.
El resto del tema se enfoca en profundizar sobre esta batalla celestial donde se usarán símbolos bíblicos como estigmas causados a la gente o caballos de fuego que emulan a los jinetes del apocalipsis.
Unas consideraciones finales para alimentar la imaginación y la interpretación sobre la navegabilidad de la gran metáfora que este álbum representa son los detalles que arroja también la portada: el nombre de Yimark rodeado por unos sigilos que recuerdan los ornamentos de los navíos y que se destacan en medio de un fondo negro que emergen con un sombreado azul que recuerda a los objetos cuando emergen del agua generando una cantidad de espuma marina y así con todas las imágenes que están en las caras del empaque.

Ese personaje que atraviesa por diferentes olas en la oscuridad, alimentado por referencias a lo bíblico, al folclor europeo, al ocultismo y al recuerdo en sí mismo; referencias que pueden significar metáforas de arduos viajes espirituales que, eventualmente, decidimos a movilizarnos, a pesar de los empellones que nos propinan seres u obstáculos en el camino, o guiños estrictos hacia figuras mitológicas y relatos ocultistas; cayendo aquí la temática que a mi parecer está presente en todo el álbum y es el cambio, desde el deseo profundo o desde el miedo latente, pero un cambio desde cualquier matiz.
Por último, una pregunta que me parece interesante plantear es ¿Quién Yimark González en este álbum? La portada nos enseña los colores y texturas mencionados renglones anteriores y en ese ambiente hay que hablar también de Yimark, quien —curiosamente— no se muestran sus piernas ¿Está Yimark relacionada con Thamara? ¿Personifica la artista a una sirena? Quizá, el personaje que encarna sea la sirena que tomó camino para buscar la noosfera y no queda más desde este espacio desearle buen viento y buena mar.
Alcántar Arístides
Reseña Nacido en la frontera, de casa tranquila y vecino del conflicto. Amante de las letras duras, la música agresiva y a caminar sin audífonos. Se le ha visto en toques y ferias del libro, pero mantiénese en casa barriendo para oír música echado en el piso al lado del perro.
Agradecimientos especiales a Lizeth Cardona, sin su ayuda no hubiese sido posible enriquecer el análisis de este álbum.

