Trascendencia del nu metal (8)

Trascendencia del nu metal: el corazón extremo de los noventeros

Parte I


Por: La Cabra


¡Ay, sí; ay sí! Todos bien metalerotes vestidos de cuero en el infierno; pero, ¿cuál fue la banda que les abrió el basto mundo del metal y sus subgéneros?

Como algunos son tan puristas y otros son metaleros desde la cuna (es decir, sus padres escuchaban el género y por eso se contagiaron de él), existe un sesgo donde no se habla de música nueva por ser «demasiado comercial», y se obvia su existencia con expresiones como «eso no es música», «metal con rap no es metal». Además, la fusión de sus elementos suele ser desacreditada por no hacer parte del status quo convencional.

En los 90 existió una sacudida referente a la industria de la música, especialmente en el metal. Después de ser exitosos en los 80, el rock y sus sonidos extremos sufrieron un declive, ya que la gente quería algo nuevo, algo que sacudiera y, bandas como Metallica, tendría unos tintes más cercanos al hard rock con sus dos álbumes ‘Load’ y ‘Reload’, que fueron duramente criticados por sus fans, tachándolos de mediocres. Dichos seguidores tuvieron que esperar un tiempo largo para sentir que su agrupación favorita volvía a sus orígenes. Mötley Crüe seguía cantando sobre cómo acostarse con sus groupies, Bruce Dickinson abandonaba Iron Maiden y Rob Halford se iba de Judas Priest. Por lo tanto, los nuevos trabajos no eran muy llamativos.

Todo este espacio se lo ganaría el grunge, un nuevo género alternativo que fue desplazando todo lo anterior con bandas como Nirvana, Soundgarden, Alice in Chains o Pearl Jam. Pasaron a ser lo más vendido, ya que había un montón de adolescentes que querían y necesitaban escuchar nueva música, algo fresco que expresara sus frustraciones y cómo se sentían. Estas creaciones más tranquilas les brindarían letras íntimas y descarnadas cantadas con voces ásperas; pero, así como surgieron, también se apagaron como fue el caso de Kurt Cobain, quien, en 1994, decidiría cancelar su suscripción de la vida. Como esta generación no quería escuchar heavy o thrash, surgió algo a lo que llamarían nu metal, que no es más que el nuevo metal.



Muchos elementos considerados netamente del nu metal ya existían antes (como en todo). El rap metal ya se había experimentado. En 1986, el productor Rick Rubin, que había trabajado en el ‘Raining Blood’ de Slayer, sugirió una colaboración entre Aerosmith y el rapero Run-D.M.C con el tema ‘Walk This Way’. Después, Kerry King haría el solo de guitarra en ‘No Sleep Till Brooklyn’ de Beastie Boys, que sería un hit, ya que era una burla a los rockeros maquillados del glam rock, que vestían de colores extravagantes. Hasta Anthrax se animó a rapear en 1987 en su canción ‘I’m the man’, gracias a que Scott Ian era un gran fan del grupo de rap neoyorquino Public Enemy, con el grabaría en 1991 una versión de ‘Bring the Noise’. Por otro lado, alguien que también ayudó a cultivar la semilla del nu metal sería Mike Patton de Faith no More y Mr. Bungle, notándose en esta última, la tendencia de Patton por sonidos mucho más experimentales.

Influenciados fuertemente por Rage Against the Machine, Korn y Deftones, estos nuevos sonidos se abrieron paso por el amplio mundo de la música, logrando llegar a ser escuchados por miles de personas cuyo interés en el metal era el mismo que despertaba la historia de cómo se fabricaron los primeros perfumes del mundo; es decir, ninguno. Se creó, entonces, una mezcla de sonidos sintéticos, junto a colaboraciones poco convencionales y a las que los vieja guardia no estaban acostumbrados. Se decía que era demasiado comercial, demasiado falso y que le faltaba personalidad.


Fue así cómo entrarían a escena, bandas como Linkin Park o System of a Down, que cruzaron fronteras en lo que fue considerado un género de nicho, logrando así tener millones de fans que realmente no se identificaban con la cultura metalera de la época, pero que sí la vivían a su manera.

El metal, desde siempre, se acostumbró a etiquetar todos los géneros. Por ejemplo: no todo es heavy metal, porque si sonaba más rápido, pasaba a ser speed metal; si era veloz (con palm mute) y agresivo, era thrash metal; si se bajaba la afinación y se hacía un sonido más pesado con guturales en las voces y hablaba sobre el odio y la violencia, sería death metal; pero si se le ponía melodía, pasaría a ser death metal melódico; si se salía a grabar los videos en un bosque y sus letras expresaban el odio a los cristianos, se cantaban con voces agudas y guturales, sería black metal; si cantaba sobre eventos fantásticos, se ponían coros en latín y se tenía un gusto por los dragones, sería power metal; si se  le añadía instrumentos celtas, cantaba sobre la cerveza y eran más de 12 personas, entonces llegaríamos al folk Metal; si se acompañaba por una orquesta, ya sería metal sinfónico. En fin, todo un mundo de subcategorías.

El un metal, con sonidos pesados y afinación más grave ―recordando un poco al metal industrial―, con riffs de guitarra sencillos ausentes de solos, ritmos que no estaban en la carrera de quién tocaba más rápido, sino que se sentían cómodos en los medios tiempos, bajos Influenciados por el funk  y el groove, letras que hablaban sobre el abuso infantil, la adicción a las drogas y el acoso escolar, y con una estética totalmente diferente, fue la reunión de un montón de influencias que es algo que pasa prácticamente en todos los estilos nuevos de música naciente. Por otro lado, fue un caja de sorpresas donde cabía de todo rap, funk, metal, rock, punk, industrial, grunge, groove, a veces electrónico y, hasta gótico, por qué no.

En el rock y metal hay tanta variedad que da la impresión de estar escuchando músicas diferentes. Pero el nu metal no tenía nada que ver ahí, pues se consideró nuevo y eso, a nivel de marketing es súper llamativo. No era como todo lo anterior y para los adolescentes de los 90 bandas como Kiss, Iron Maiden, Deep Purple, black Sabbath, incluso Metallica, sonaban a viejo. Lo que Nirvana hizo al rock, Korn se lo hizo al Metal y todos querían hacer parte de esa nueva oleada.

A finales de los 90 y principios de los 2000, si buscabas en los programas de descargas tipo Napster podías encontrar recopilaciones de bandas de nu metal y de ahí salían bandas como Korn, Limp Bizkit, Marilyn Manson, Metallica, Staind, The Offspring, Green Day, Incubus, Sum 41, Creed, Nickelback, Slipknot, Pantera, Megadeath o Sepultura. Eso, realmente, no tenía mucho sentido, porque la música de estas agrupaciones, en sí misma, es muy diferente.


Pero, ¿por qué gustaba tanto el nu metal entre los adolescentes?

Hablaba de traumas, problemas y de no sentirse comprendido. Algo inherente a las actitudes de los jóvenes en esos años y algo que, desde luego, no hizo el glam rock, pues este abordaba la fiesta y a ese sentimiento de incomprensión más inmaduro, como si tratara de decir:  

«Mis papás no me dejan vestir como yo quiero, porque quieren que yo sea gente de bien»

A lo que el nu respondía:

«Me estoy quejando porque mi papá me pega y en el colegio me hacen bullying».

A esto se le suma que las tazas de divorcio, que en los Estados Unidos por los años 80 y 90 fueron las más altas que en cualquier otra década del país, incluso más que ahora, creó un sentimiento de vulnerabilidad y puede que el nu metal les hubiera dado la fortaleza que necesitaban. También acompañó a aquellos que se consideraban marginados y que no encajaban. Sentías que tu familia y seres cercanos no te entendían; pero sí lo hacía un cantante a miles de kilómetros, porque expresaba en sus canciones lo que tú sentías.

Retomamos nuestra línea de tiempo en 1994, con Korn, Deftones y Rage Against the Machine. Aquí tenemos como protagonista principal a la agrupación liderada por Jonathan Davis con el álbum ‘Life is Peachy’, que no fue tan relevante a diferencia de ‘Follow the Leader’, publicado en 1998, y que llegaría al puesto número 1 en cuatro listados de música, con 268 mil unidades vendidas en su primera semana de lanzamiento (dato curioso: hasta nuestros días ha vendido 14 millones de discos). Al mismo tiempo, Limp Bizkit brillaba por convertirse en el grupo más grande de rap metal con la placa ‘Significant Other’ de 1999 que llegó a vender 16 millones de copias.

Korn y Limp Bizkit ganaron la corona de lo más conocido del metal y todos los festivales se peleaban por tenerlos en su line up, aunque esto no siempre fue beneficioso: en Woodstock 99 ―que terminó en llamas gracias a su pésima organización―, mientras Fred Durst y compañía interpretaban ‘Break Stuff’, una parte de asistentes enardecidos destruían parte del escenario. Los organizadores hicieron responsable a la canción que por aquel entonces era un éxito radial.



No era la primera vez que el rock era señalado como culpable de una tragedia. Tuvimos a Marilyn Manson que se hacía famoso, no por su música, sino por los mil y un mitos que giraban a su alrededor y que, adicionalmente, buscaban inculparlo por la masacre sucedida en Columbine en 1999, donde Eric Harris y Dylan Klebold, asesinaron a 12 estudiantes y a un maestro en su escuela secundaria de Colorado, para después suicidarse.

Fue así como, en solo tres años, veríamos el nacimiento de Slipknot, Disturbed, Papa Roach, Linkin Park, entre otras más, que se unirían a los grupos ya nombrados para hacer nu metal o metal alternativo.


La Cabra

Bajista que encontró en la fotografía y la escritura dos maneras de hacer catarsis, acompañada de metal, boleros y salsa, traspasando cualquier línea de lo under y lo correcto. Siempre vestida de negro y mala-carosa también.


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