(Usme, Bogotá D.C., Colombia)
Crónica y fotografía: Olugna
Es un territorio longevo. Su suelo, conserva la memoria ancestral de sus primeros habitantes; debajo de sus calles, ahora pavimentadas, se encuentra sepultada la inmensa riqueza de los pueblos originarios. Quizás, el tiempo y la mezquindad de aquello que alguien denominó desarrollo, hayan intentado borrar ese pasado que identifica a una gran parte del continente; quizás, nunca logremos acceder a los secretos que quedaron enterrados entre la barbarie y el olvido; sin embargo, sus montañas, sus cuencas hidrográficas, la arquitectura de sus casas más antiguas y los vestigios que han sido descubiertos con los años, delatan su importancia histórica.
La localidad 5, ubicada al extremo suroriental de Bogotá, conserva los relatos ―mucho de ellos sin descubrir― de una herencia que nos fue arrebatada, pero cuya esencia permea el territorio, se manifiesta a través de sus expresiones culturales y recorre cada uno de sus 120 barrios y 17 veredas. Así es Usme, el retrato de un pasado convertido en un testimonio que rinde culto a los ancestros y que hoy, en medio de la complejidad social y política, logra vestirse de orgullo y dignidad.
El Metal, ese otro relato histórico, construido a través del lenguaje más fuerte del Rock ‘n’ Roll, no ha pasado desapercibido en la historia de la ciudad. Aunque inicialmente fue un foráneo, con los años se convertiría en un habitante más de las localidades. Su presencia no ha pasado desapercibida; todo lo contrario, a través del tiempo, ha sido un poblador más del territorio que ha resistido al estigma y ha dejado una huella tan extensa como la historia que ha sido escrita detrás de él.
La existencia del Metal en Usme tampoco ha sido ajena a la comunidad. En coherencia con el origen de su nombre original (Uze-me, vocablo chibcha que significa “tu nido” o “nido de amor”), la quinta localidad ha sido cuna de los sonidos extremos en Bogotá y ha desarrollado procesos que incentivan las expresiones artísticas de sus pobladores y se proyectan como vitrinas que impulsan la labor, en este caso, de las agrupaciones locales, distritales y nacionales.
Usmetal es ejemplo de ello. Durante sus catorce versiones, siendo la más reciente la llevada a cabo el 11 de diciembre de 2022, se ha convertido en unos de los procesos más importantes de la ciudad. Edición tras edición, el festival ha sido un escenario vital para el desarrollo del Metal distrital y para la proyección de las agrupaciones participantes, medios de comunicación alternativos, emprendimientos y demás gestores culturales que se desenvuelven alrededor de los sonidos más pesados del Rock.
Celebrado en el Parque Cuatro Caminos, Usmetal 2022, se realizó en una sola jornada que reunió, a través de ocho agrupaciones, diferentes expresiones del Metal. Desde el Grindcore hasta el Speed, la tarde del 11 de diciembre, fue una galería en la que pudo apreciarse la diversidad del género. Desde Reflect on Conflict ―la primera banda― hasta Revenge ― invitada nacional que cerró el festival―, la tarima fue cubierta por diferentes propuestas musicales, creativas y conceptuales. Al fin y cabo, más allá de un sonido pesado, es una forma de vida.
A diferencia de los conciertos realizados en los bares de la ciudad, los festivales públicos, suelen ser muy estrictos frente a los horarios de las presentaciones; una característica que merece ser replicada a lo largo y ancho de los diversos escenarios de la ciudad. Quizás, de esta manera, logremos dignificar una escena en la que sobra el talento, pero que precisa de disciplina por parte de las agrupaciones, apoyo de los diferentes gestores alrededor del género y un trabajo mancomunado que haga de Colombia un territorio metalero a nivel del continente.
Usmetal 2022: cápsulas de tarima
«Una guerra que nadie entiende», frase que se ha convertido en una inquietud que ha pasado de generación en generación, es la consigna que toma como premisa Reflect On Conflict, para su creación musical. Las líricas de sus canciones, son la respuesta simbólica a un conflicto que con los años se ha hecho eterno.
Sus integrantes, tres jóvenes músicos, son el reflejo de una generación que sabe que en el arte está la respuesta.
Cada canción de Oneiric Aether tuvo como preludio riffs melódicos que abrieron paso a los guturales y secuencias que recrearon atmósferas densas propias del Deathcore. «Que nuestros errores no pudran nuestros sueños», se leía en la chaqueta de unos de sus integrantes. Cuánta razón, luchar por un ideal, también implica aceptar que las equivocaciones son parte del proceso.
El Brutal Death de Satidistic Mutilation aleceró las emociones del público, gracias a un sonido que se dejó ir en guturales y ritmos estrepitosos que rindieron honor a la identidad que proyecta la agrupación.
«No importa el color del Metal, si nos une una misma sangre», fue el mensaje de Hypnótika, agrupación que encontró en el Metalcore un camino que recorrer y en la fuerza individual del ser humano una inspiración.
Invitada desde Zipaquirá, la agrupación formada en 2014, se alejó de los guturales para acercarse a las voces carrasposas que permiten detenerse en las letras de sus canciones.
El Heavy Metal, en su versión más clásica, provoca emociones en el público; Ray Morgan, agrupación de larga trayectoria, ha logrado robarse el cariño de la gente que ha accedido a su música. La respuesta de los asistentes durante el concierto, hizo olvidar el atraso previo a su presentación.
El recorrido para Devasted ha sido nutrido por una historia en la que ha sabido sortear los tropiezos propios de un proyecto que desea tragarse cada tarima que pisa. Es una agrupación que se preocupa por la calidad de su producción musical, por la imagen que proyecta y por hacer de cada concierto una experiencia.
Devasted y su ‘Maniático Thrasher’ elevaron aún más el ánimo de los asistentes que respondieron a cada una de sus canciones: «Alzo mi voz contra los corruptos». Sus letras traducen la furia que ha provocado la precariedad política de Colombia.
La noche traería consigo los sonidos más oscuros del Metal, en esta ocasión, con el Black de Legio Inferi, agrupación que acompaña sus conciertos con una estética que rinde culto a la blasfemia y lo profano.
El final estaría a cargo de Revenge, invitada desde Medellín ―otra cuna del Metal colombiano―, para cerrar una jornada que gozó de una buena presencia de público y permitió apreciar los diferentes matices de los sonidos extremos en una sola tarima.
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