Jakuwaira es un rugido disidente que nace en la localidad de San Cristóbal y sueña con sonar en todos los escenarios posibles.
Jakuwaira es un rugido disidente que nace en la localidad de San Cristóbal y sueña con sonar en todos los escenarios posibles. Parte como una aventura de amigos de colegio y como una forma de resistir a la violencia del barrio y la ciudad y, hoy, se fortalece para emprender nuevos proyectos: sacar su primer CD, encontrar buenos contactos y configurarse como una reconocida agrupación de música andina. En el Killa Raymi, Rugidos Disidentes fue testigo, en 40 minutos de intervención musical, del fruto de su trabajo y, en camerinos, Jakuwaira sabe que hay mucho camino por recorrer.
Rugidos Disidentes: De los demás grupos [Ver Viento y Libertad y Grupo Tapisca] venimos con un origen más o menos similar: son amigos de colegio o de barrio. ¿Qué hay de ustedes?
Jakuwaira: Nosotros comenzamos en el 95’, con una flauta dulce, una quena y la caneca de basura del colegio. Ricardo Santana y Harold Jiménez somos los más viejos del grupo, Pedro Barreto llegó como en el 98´, digamos que la base éramos los tres, -muchos llegaban y se iban-. Luego llegó Fabián Amortegui y más tarde Alexander Tabares para la percusión, él entró sin saber absolutamente nada, pero dijimos: si sabe bailar… ese hombre tiene ritmo.
RD: ¿Qué ha visto y hecho Jakuwaira?
J: Como trayectoria hemos tenido varios encuentros musicales de este tipo, hemos tocado en Zipaquirá y trabajado de la mano de personas que apoyan la cultura en la localidad 4 (San Cristóbal), gracias a ellos se nos han abierto varios escenarios. Participamos dos veces en la Festival Nacional de las Colonias en Casanare.
RD: ¿Cuál consideran que ha sido el impacto de la música andina en Bogotá? ¿Ha perdido terreno? ¿ha ganado? ¿se mantiene en el mismo nivel?
J: Eso tiene altibajos, hay grupos, hay eventos, hay oportunidades, hay manos que ayudan…pero también hay gente poco receptiva, entonces tocar llamar a la gente, echarles el cuentos. Pero muchos espacios se han cerrado, por mal funcionamiento y administración. Hay presencia, pero no se le ha dado la importancia suficiente. Eventos como el Killa Raymi son algo espectacular, nuestro sueño era tocar en la Media Torta y hoy cumplió. Y que lo haga la Alcaldía, ¡es aún mejor! En la localidad de dónde venimos, hay otros ritmos, predomina el rap y el rock. A nadie se le ocurrió que alguien iba a llegar con esa idea de la música andina y que se iba a quedar.
RD: ¿Qué futuro hay para Jakuwaira? ¿Hay un disco en proceso?
J: Sí, no tenemos muy definido el nombre, pero nos gustaría Viña del mar. Para que nos reconozcan, pero con lo propio. Nosotros somos de recordar raíces, como debe ser; por ejemplo, si tú te acuerdas de Carnavalito, dice “Quena, charango y bombo. Carnavalito…” y ahora resulta que es quena, charango, bombo, platillos, batería, bajo y otro montón de cosas, se ha vuelto una especie de tecno-fusión ¿Y qué pasó con lo de antaño? Nosotros sabemos que esto es como todo mercado, si se quiere surgir toca innovar, pero el punto es no perder la esencia. Cosas como estas, el Killa Raymi, son una buena oportunidad para hacernos publicidad; en un futuro, nos gustaría tocar en Pasto, bajar a Perú y llegar cada vez más lejos.
RD: Entonces, están muy agradecidos hoy con IDARTES
J: Por supuesto. A nivel artístico, eventos como este deberían ser continuos, no sólo música, sino también teatro, danzas, artes plásticas. Son necesarios más espacios, hay un Rock al Parque, un Salsa al Parque, etc., y hay muchos más géneros que están esperando un lugar. Nosotros venimos de una localidad bastante difícil, y podemos decir que la música es un instrumento para sacar a la gente de toda esa violencia. Uno de nuestros integrantes insiste “a mí la música me rescató”, de la droga y del enfrentamiento de bandas, se convirtió en una opción, y la música andina es una oportunidad todavía mejor, por su contexto y su universo.
Ana Puentes
anapuentes@rugidosdisidentes.co