El Jueves Santo es por naturaleza un día taciturno, sombrío, un poco gris, si se quiere, con olor a prólogo de muerte. El 17 de abril de 2014 en Bogotá sería diferente, esa quietud inusitada era por segunda vez interrumpida: moría en Ciudad de México el nobel colombiano de literatura Gabriel García Márquez y su muerte opacaba el fallecimiento del cantante José “Cheo” Feliciano, ocurrido en horas de la mañana. El día santo no era ya simplemente el prólogo, era la muerte misma que se empeñaba en ser protagonista ese día de los titulares de prensa.
García Márquez, nacido el 6 de marzo de 1927, despierta muchos sentimientos y ha logrado recordación década tras década. Más aún, después de su hora final, pues ese día los diarios, las revistas, los noticieros, los programas de radio en ráfagas de información hablaban de su vida, de su trayectoria y de lo que él representaba para todas las generaciones; los que crecieron con él, los que llegaron treinta años después, los que lo descubrieron y se enamoraron de él en este siglo.
La inmortalidad de todo escritor son sus letras. Pero Gabo, es mucho más complejo. Su leyenda se construyó desde muy joven y cada generación la fortaleció y se sintió identificada de alguna manera con ese hombre que llegó al mundo en Aracataca. Los más jóvenes no son ajenos a esta realidad y con mayor razón cuando se despierta en ellos un amor por la literatura, en el caso de Ana, gran parte de esa pasión la despertó cuando el nobel colombiano llegó a su vida.
Ana María Puentes Pulido; nació un 19 de enero. Estudiante de quinto semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de la Sábana gracias a una beca. Ha escrito desde su infancia y con el poco tiempo recorrido en su vida sus textos han sido destacados y merecedores de premios en importantes certámenes: Tercer puesto en Narración Escrita con su obra Decían en el ¡Uy Festival! 2012, primer lugar en el II Concurso Nacional de Cuento para Bachilleres de la Universidad Central con su cuento La Tierra Del Olvido, segundo lugar en una edición del Concurso Nacional de Ortografía de EL Tiempo y su más reciente galardón en el 7° Concurso Nacional de Cuento, celebrado el año anterior con Mi Mamá me las Lleva Después
La generación a la que ella pertenece creció junto con la tecnología y pasó de la infancia a la adolescencia de igual forma en que los avances tecnológicos sorprendían al mundo. Muchos de estos jóvenes prefieren una conversación en redes sociales que una interacción en la realidad con sus semejantes. Ana María, generosa y espontánea en sus respuestas en esta entrevista, publicada inicialmente para La Revista Visión y que ahora compartimos en nuestro medio Rugidos Disidentes, se muestra diferente, ella encuentra en la literatura una pasión y como representante de esa generación, no ahorra palabras para hablar de unos de sus íconos e inspiradores literarios, Gabriel García Márquez y de lo que cree, fue el aporte de ese hombre nacido en Aracataca en 1927.
Rugidos Disidentes: Tú representas una nueva generación. ¿Cuál crees que debe ser el aporte de los jóvenes a la literatura colombiana actual?
Ana María: Todo aporte literario es valioso…Sin embargo, diría que los aportes deberían procurar ser más cercanos a nuestra realidad, que hablen de lo que es Colombia y Latinoamérica, del cotidiano que es tan rico como la ficción, e incluso más.
RD: ¿Cómo llega Gabriel García Márquez a tu vida?
AM: En el 2007, la RAE publicó una edición conmemorativa de Cien años de soledad por sus 40 años de publicación. La Secretaría de Educación, junto con la Alcaldía de Bogotá, entregó un ejemplar a cada docente del distrito, mi mamá recibió uno y me lo obsequió. Con tan solo 10 años de edad leía una y otra vez las primeras 20-50 páginas y volvía a comenzar porque había entendido poco y porque eran esas primeras páginas las más fascinantes para mí. Lo dejé un tiempo, y lo retomé 2 o 3 años más tarde. Lo leí completo y quedé encantada, así hubiera comprendido poco más de la mitad. Me faltaba mucho conocimiento histórico, mucho por leer y a los doce o trece años hay muchas cosas de la vida que no se alcanzan a dimensionar. Lo vine a leer de nuevo hace un año, entendí un poco más pero no lo suficiente. Hacen falta cien años para entender lo que Gabo hizo en ese libro.
Cien años de soledad fue la mejor forma de conocer a Gabo, se convirtió en un reto: no lo entendía, pero me fascinaba y quería seguir su obra. Cada personaje era un universo, una locura completa, los Buendía se me hacían similares de una u otra forma a ciertos miembros de mi familia: Úrsula encarnaba a mi abuela y a mi madre, José Arcadio a mi papá.
RD: ¿Recuerdas la impresión que te produjo ese primer acercamiento con Gabo?
AM: Insisto, no entendía mucho pero me fascinaba. Era sencillo, pero ocultaba muchas cosas detrás de cada escena, nada era a la ligera. Era nostálgico, era cercano a mi realidad…sí, era eso, era real pero mágico al mismo tiempo. Leer una y otra vez las primeras páginas y descubrir a Jose Arcadio y a Úrsula me permitió ver levemente quién era Gabo y qué era el mundo para él: una serie de hechos locos, un mundo de personas distintas, instintivas e inquietas.
Muchos años después, frente a una hoja de preguntas, había de recordar aquella tarde remota en que mi madre me dio mi primer libro de Gabo.
Gabo periodista aplicaba casi las mismas ideas que en su literatura, abordaba las historias desde un ángulo nuevo, contaba lo que nadie había contado, hablaba de su país como un ramo de posibilidades, sus crónicas periodísticas son originales y libres, pero no menos serias ni profesionales.
RD: Con la muerte reciente de García Márquez, todas las generaciones de escritores han hablado de la influencia que tuvo el nobel con cada uno de ellos, ¿Cuál es esa experiencia en tu caso específico?
AM: Me enseñó que la cotidianidad es una fuente infinita de inspiración literaria… Nunca necesitó escribir algo enrevesado ni incomprensible, ni situar a sus personajes en París ni lugares lejanos (salvo en Doce Cuentos Peregrinos) para hacerla tan especial… Leer a García Márquez me quitó el miedo a escribir, con él entendí que no era necesario ponerle tanta academia al asunto, ni sufrir por la creación de personajes y situaciones adecuadas, cuando todo estaba ahí, listo para ser contado
RD: ¿Es para ti, Cien Años de Soledad la obra cumbre Gabo?
AM: Sí es Cien años de soledad, porque acá convergen los temas de la obra de García Márquez: la familia, la historia Colombiana (tan ilógica como agitada), el amor en todas sus formas, la guerra y sus actores, el cotidiano, un Macondo que toma diferentes formas y nombres, los personajes soñadores, etc. Es compleja por la gran cantidad de historias que alberga, pero su genialidad reside en que todo está conectado, en la sencillez de la narrativa, en presentar, con las palabras adecuadas, una historia que en voz de otro no habría sido lo mismo.
RD: ¿Qué rescatas del estilo de Gabo?
AM: Su sencillez, su sinceridad, sus diálogos cortos pero definitivos, su habilidad para mostrar lo real como algo mágico, cómo sacaba historias de algo que ojos de otro sería simple e irrelevante. De nuevo, era un gran observador y un experto en echar “carreta” con gracia y encanto.
RD: Para los expertos García Márquez fue primordialmente un cuentista, siendo así, ¿Qué aspectos de él has valorado para ser utilizados en la obra tuya?
AM: Decir mucho en pocas páginas y contar historias simples para que sea el lector quien realmente “arme el cuento”. García Márquez tenía también la particularidad de arrojar poco más de tres ideas arrolladoras, frases que se leen una y otra vez y son extraordinarias como parte del cuento y en sí mismas; a veces intento lograr lo mismo, pequeñas frases con un mensaje colosal, abrumador, frases sencillas, de tajo, contundentes.
RD: ¿Cuál crees que es el mayor aporte que dejó Gabo en el campo literario para los jóvenes de ahora?
AM: Una Colombia contada a través del realismo mágico, él deja en sus libros, además de una narrativa original, amena, sensible y extraordinaria, un registro histórico de nuestro país. Entre líneas se leen distintas etapas de la historia de Colombia, el sentir de la gente, las costumbres, la vida latinoamericana.
RD: Un personaje público siempre ha de contemplarse desde, por lo menos, dos puntos de vista: el profesional y el personal. ¿Cuál es el aporte que Gabo deja a las nuevas generaciones desde la literatura y desde su vida personal?
AM: Como persona es un ejemplo de pasión, entrega, de una vida bien vivida. Como escritor, enseña que no es necesario tanto adorno ni academia para escribir, hay que saber escuchar, haber vivido la vida con los cinco sentidos y ver una historia detrás de cada familia, por ejemplo”.
RD: ¿Qué piensas de ese Gabo que por su tendencia política ganó tanto amigos como enemigos?
AM: Pienso que tenía todo el derecho, como cualquier persona, de preferir lo que deseara; que fuera amigo de Fidel Castro, que fuera una figura durante el gobierno de Pastrana, que fuera querido por Clinton o perseguido por ciertos líderes del país era parte de su vida como persona, no como nobel ni como escritor. Yo no evalúo García Márquez por sus amigos, porque yo no conozco del todo a Gabriel García Márquez, yo conozco a Gabo escritor y eso basta. Su tendencia política respondía a su deseo de encontrar la libertad y la paz para Colombia y Latinoamérica, y para eso no es ni bueno ni malo la corriente que le simpatizara más, al fin y al cabo este continente es tan particular que ni el socialismo puede ser tomado de forma literal.
Bastó con leer las primeras líneas para sentirlo cerca, para creerlo vivo de nuevo, ya no era una voz extraña, era ese viejito cuadradito, de bigote blanco que me contaba Colombia como un pueblo llamado Macondo. Y entonces me pesó un poco menos su partida
RD: Tomando como punto de partida las consideraciones políticas del Nobel colombiano, ¿Consideras que los escritores que optan por una opción política y la hacen pública aportan a la democracia?
AM: Un escritor está en todo su derecho de tener una tendencia política y de abordarla desde la literatura o no, pero debe hacerlo con gran responsabilidad porque es una figura pública eternizada en las letras. Al hacer públicas sus ideas políticas, permite dinamizar y construir un proyecto político porque su opinión ocupa un lugar privilegiado.
RD: ¿Cuál consideras que fue el principal aporte de García Márquez a la literatura y al periodismo?
AM: Un estilo libre, despreocupado, sencillo, capaz de percibir historias donde pocos las encuentran. Gabo periodista aplicaba casi las mismas ideas que en su literatura, abordaba las historias desde un ángulo nuevo, contaba lo que nadie había contado, hablaba de su país como un ramo de posibilidades, sus crónicas periodísticas son originales y libres, pero no menos serias ni profesionales.
RD: Para finalizar, Ana María, cierra por favor está entrevista y nárranos como sentiste el fallecimiento de Gabriel García Márquez
AM: …Sentí un vacío en el corazón y un peso insoportable en mi cabeza. Prendí el televisor y vi un sinfín de imágenes de quien fue y es mi escritor favorito. En un momento de la transmisión, reparé en un pequeño detalle: se escuchaba en televisión una voz pausada que no pude reconocer, recitaba un discurso que había oído con muchas otras voces pero nunca con esa voz, la del propio Gabo; caí en cuenta que nunca lo había escuchado hablar. Durante años lo había escuchado en mi cabeza con una voz que inventé para él, para esos relatos de Macondo, de Cartagena, del Río Magdalena; había oído a decenas de personas del común y también a especialistas hablar de él, todos hablaban de Gabo, menos Gabo. Curiosamente, en ese instante, se me antojó como alguien irreal, su voz se me hizo distante, extraña, incómodamente nueva. Apagué el televisor y me senté a “digerir” la noticia, alargué la mano, tomé mi primer libro de él (Cien años de soledad) y lo abrí en la primera página. Bastó con leer las primeras líneas para sentirlo cerca, para creerlo vivo de nuevo, ya no era una voz extraña, era ese viejito cuadradito, de bigote blanco que me contaba Colombia como un pueblo llamado Macondo. Y entonces me pesó un poco menos su partida, Gabriel García Márquez no murió el 17 de abril. Ese día, sin más, se fue como se fue José Arcadio, con una lluvia de flores amarillas, el mismo día que se fue Úrsula, un jueves santo”.
Entrevista publicada originalmente en Rugidos Disidentes el 17 de abril de 2014
Foto tomada de The New York Times