(Bogotá D.C., Colombia)
Fotografía: Angie Gómez
Crónica: Olugna
Ubicado sobre la Avenida Boyacá a la altura de la calle 63F, Confederación Bar, de fundación reciente, busca proyectarse como un escenario en el que las agrupaciones independientes son bienvenidas en su tarima. Es un segundo piso cómodo. Su acústica, permite disfrutar de las presentaciones con un sonido profesional; la calidez de sus colaboradores, hace posible compartir una cuantas cervezas ―nacionales y artesanales― y de la comida que ofrece el lugar a precios favorables.
Son las 9 de la noche. La primera agrupación de un reencuentro de amigos que han hecho del Rock ‘n’ Roll una banda sonora, una forma de vida y una pasión, está próxima subirse a la tarima. Angie, mi compañera de trabajo, prepara su cámara para lo que será una jornada que habrá de extenderse hasta las dos de la mañana; por mi parte, detrás de una cerveza artesanal, espero el comienzo del evento. 10 cuadras hacia el sur, la agrupación alemana Destruction, en el marco de la gira Diabolical Latin America Attack, sacudirá a los asistentes que se dieron cita en el Ace of Spades ―otro escenario representativo de la ciudad―, para disfrutar de un concierto que seguramente se quedará en sus memorias, como también lo hará el evento al que fuimos invitados: el Fiestoke Grunge. Apenas es el primer día de octubre, será un cierre de año en el que el Rock ―en todas sus expresiones― será protagonista en Bogotá.
Tr3sn – 3 Pájaros Negros, agrupación que fuera concebida inicialmente como un tributo a Ataque 77, será la encargada de abrir la noche. Conformada en la actualidad por George Saldaña, Cristian Restrepo y Víctor Hugo Arévalo, completa más 11 años de trayectoria y con el tiempo ha adecuado su formato para interpretar esos sonidos del Rock que han atravesado el continente desde la década de los 80’s. Su presencia no es fruto de casualidad, sus integrantes forman parte de un relato que une ―de alguna manera― a las bandas que, junto a ella, se tomarán como propio el escenario de Confederación Bar.
El setlist, que ha preparado Tr3sn – 3 Pájaros Negros para su intervención, encabezado por ‘Como la Flor’, es un recorrido Punk Rock por el continente y por el tiempo. Escuchar cada una de las canciones del repertorio preparado para esta noche, es traer al presente esos momentos en los que, alrededor de una caja de Moscatel y una grabadora, muchos parches de amigos se apropiaban de parques, andenes y barrios.
Han pasado 45 minutos. Muy pocas mesas se encuentran vacías y esos coros espontáneos que proyectamos los asistentes, me hacen pensar que no he sido el único que se ha transportado en el tiempo con ‘No me arrepiento de este amor’, ‘Nunca me faltes’, ‘Chela para dos’, o ‘Sombras’, el clásico de la extinta La Derecha, con la que los “tres pájaros negros” de la tarima cierran el primer toque de la noche.
Luego de ese recorrido por la nostalgia, ha llegado el turno de la anfitriona de la velada denominada Fiestoke Grunge: ZALDĀNA, agrupación de reciente formación con la que José Saldaña Valero regresaría a la música, después de una larga ausencia. Han pasado diez años desde su retiro y dos desde su retorno. Ya no es él mismo, ninguno de los que estamos allí lo somos; sin embargo, todos ―de alguna u otra manera― llevamos en nuestro ADN las influencias de aquellas épocas en las que Rock buscaba dejar su huella en Bogotá.
La propuesta de ZALDĀNA ―alejada de las voces guturales, esquiva a los sonidos extremos y ajena a las líricas pesimistas―, a través de las influencias del Post Grunge y del Post Punk, transmite mensajes positivos a partir de esos pequeños sorbos de realidad que inspiran sus composiciones; sin embargo, no son canciones que hagan uso del cliché que todo lo suaviza, por lo contrario, sus letras son honestas, generan conexión y buscan esa reflexión necesaria en medio de la precariedad social.
Ha sido un año intenso para ZALDĀNA. Desde su presentación a comienzos de año, en el marco del lanzamiento de ‘Dejar Ir’, su álbum debut, la agrupación conformada por Víctor Arévalo, Jorge Forero, Óscar Arango y José Luis Saldaña, ha girado por diversos escenarios distritales y nacionales. Es la cuarta presentación a la que tenemos la oportunidad de asistir. Al igual que las tres anteriores, esta, seguramente, nos dejará un grato recuerdo.
Como una narración que cobra fuerza a medida que avanza, la presentación de ZALDĀNA, poco a poco, crece en intensidad. Ha llegado el momento de ‘Ángel’, detonante que provocaría un estallido entre el público que se uniría a las voces de Víctor y Jorge, para cantar en unísono la letra de la cuarta canción de la presentación y décima de su primera placa discográfica. ‘Apatía’ (dedicada a los “ciudadanos de bien”), ‘Sonrisas’, ‘Insoportable’, ‘Lo Que Queda’ hasta llegar a ‘A.I.R.E’ (su sencillo más reciente), se encargarían de mantenernos en pie, saltando, cantando o interpretando nuestros instrumentos imaginarios. No hubo tiempo para sentarnos de nuevo.
Después de ‘Existencialista’ y ‘Salud’, últimas canciones de ZALDĀNA, llegaría el turno para un descanso que habría de prepararnos para la tercera agrupación de ese reencuentro de amigos, de recuerdos, de Rock ‘n’ Roll; mientras que Diego Abril, el ingeniero de sonido, realiza los ajustes correspondientes para garantizar las condiciones óptimas para la siguiente banda.
El pasado 29 de julio, Ennui, estrenó ‘Bogotá’, canción que elabora un retrato de la capital, construido desde la honestidad. Una dedicatoria que recoge las carencias de esa gran urbe que ha sabido atraparnos entre la luna y su suelo. Seguramente, formará parte de la presentación que Dave Pacheco, Javier López y Javo Rodríguez, han preparado para esta noche de sábado.
Un sonido arenoso ―de guitarra y bajo distorsionados―, una batería vertiginosa y la reverberación de una voz rasgada, son características identitarias de la agrupación formada en Bogotá hace 16 años. Su identidad musical recoge elementos del grunge, también del metal; sus canciones ―impregnadas de cotidianidad, depresiones y resistencias―, al igual que sus presentaciones en vivo, son agresivas; cada una de ellas guarda entre sus líneas una vivencia, un sentimiento, un momento significativo para sus integrantes.
La presentación de la agrupación fue un recorrido por su historia a través de sus canciones. ‘Enciende el Televisor’ (primera de la presentación), ‘Crecer’, ‘Carpe Diem’, ‘Popurrock’, ‘Todo lo que no hice’, ‘Bogotá’, hasta llegar a ‘Todo Está Bien’ (canción de cierre), recogieron diferentes momentos musicales de Ennui. Cada una de ellas, fue antecedida por breves intervenciones de Dave Pacheco, guitarrista y vocalista de la agrupación bogotana, que lograron cercanía con los asistentes.
El Metal y el Punk, a través de los años, han logrado, afianzarse como ese relato cotidiano de la ciudad y arraigarse como otros habitantes más que aún recorren calles y frecuentan bares. Su camino no ha sido sencillo, pero han encontrado un lugar propio dentro de la metrópolis. El Rock alternativo ―ese de fusiones, experimentaciones y sonidos, para algunos, más blandos―, por su parte, le ha costado más trabajo arraigarse y posicionarse con la misma propiedad.
El Desert Rock, el Grunge o el Post Punk, por ejemplo, no han sido géneros suficientemente explorados por las agrupaciones locales, quienes han preferido ―en gran medida― volcarse hacia los sonidos extremos, para buscarse un espacio ―por pequeño que este sea― en un movimiento extenso en oferta, pero escaso en oportunidades de crecimiento; mientras que otras, por su parte, han optado por iniciativas más atractivas comercialmente, pero en las que, sin un patrocinador que esté dispuesto a impulsarlas, solo serán una más de una extensa lista.
Allí, entre el espacio del Post Punk y el Post Grunge, una agrupación bogotana iniciaría una historia que comenzó en 2005 y logró extenderse por siete años. Sus canciones ―desahogos cargados de depresión y oscuridad―, escritas en inglés, eran un sello que la distinguían entre la amplia gama de bandas de entonces; su sonido, melódico y rápido, se desplazaba entre las décadas de los 70’s y 90’s, extrayendo de ellas sus influencias más directas.
Allí, en esa tarima de Confederación Bar, ubicada a la altura del público y que permite un diálogo más cercano con el artista, encargada de cerrar la noche del reencuentro, está Zero, primera agrupación de la que formó parte Jose Luís. Esta vez, haciendo un tributo a la memoria, se encuentra detrás del bajo. Al igual que en 2005, en compañía de Camilo y George Saldaña, en la batería, se prepara para recordar esas canciones que fueron la génesis de su carrera musical.
Su mirada fija en ese punto que André Antonie definiera como la cuarta pared, da la impresión de que estuviese absorto en su propia catarsis; sin embargo, dicha condición hace que la puesta en escena de Camilo, primo de José Luis y frontman / guitarrista de Zero, no pase desapercibida. En la batería, está su hermano.
‘Fear’, ‘What Do’ y ‘Core’; ‘Right’, ‘Salander’ y ‘Zero’; ‘Hatred’, ‘Faith’ y ‘Hit The Ground’, fueron las canciones con las que la agrupación removió las fibras emocionales de los asistentes al evento del reencuentro. En el intermedio de la presentación, en la voz de José Luis, una versión de ‘Sin Reacción’, nos permitió recordar los años en los que el Punk daba sus primeros pasos sobre las terrazas de una casa de Medellín.
Son las dos de la mañana. Nuestro transporte se encuentra esperando por Angie y por mí. En el camino, tenemos la oportunidad de conversar un poco sobre cómo llegamos al Rock nacional y comprender que su extensa historia ―en su mayoría― ha sido escrita con los testimonios de esas agrupaciones independientes que cada ocho días dejan un poco de ellas en los bares de la ciudad. Hoy no sería la excepción.