(Bogotá D.C., Colombia)
Crónica: Joel Cruz | Fotografía: Anomalía Fotografía
La peculiaridad de los sonidos nacionales consiste en su empeño para existir en un escenario a veces tan agreste como el de su geografía de origen. Bogotá (cuna de la changua), pese a no ser templo del glamour, es retrato de la multiculturalidad del país que la cobija, mostrando durante el año planes por doquier si la cosa es rockear en serio. Es por eso que sus localidades continuamente están exponiendo agrupaciones en bares, salas o espacios públicos, enseñando así una oferta nada despreciable del «ruido» que surge desde lo independiente y que, entre las incomodidades del trópico, se ha hecho un lugar firme.
La Media Torta, cuyo matrimonio con la cultura de lo estridente se ha sellado entrañablemente desde que muchos de quienes leemos esto ni siquiera teníamos memoria, recibió en su seno otra iniciativa que afirma la solidez del género, reseñado por el liderazgo que algunas de sus bandas vienen haciendo desde una experiencia considerable; quizás invisible para la enorme audiencia de los medios gigantes, pero latente para los fans de tiempo completo 24/7, los que lo viven 365 días al año y por extensión, los que le dan un significado trascendental al asunto.
La final de la Celebración del Rock Colombiano se llevó a cabo el pasado sábado 23 de noviembre y fue el cierre de actividades para un proyecto que se ha dedicado a promover y ejecutar estrategias de circulación sonora durante el segundo semestre de 2024. La selección fue estricta y comprometió, entre otras, actividades que usualmente no son tan observadas en el escenario local desde lo colectivo, como un evento exclusivo para videoclips.
La Media Torta se puso la chamarra de cuero y taches una vez más
Tortugas Azules de Cali le dio de entrada un sabor cálido al blues, que midió pulso con una base más bien pesada, hardrockera; si me lo preguntan, los milagros existen (ustedes verán de dónde vienen). ¿Por qué traerlo a este plano? Porque la velada permitió disfrutar dos shows de la banda, el último de ellos durante la premiación de la jornada, en un reconocido bar del sector. Créanlo o no, estas Tortugas son veloces para seducir al público. ¡No es broma!
Camargo fue otro de los pasajes bastante esperados el festejo y una de las promesas más estables en su calidad artística: letras, indumentaria y música en cadencia milimétrica. Ennui, por su parte, se llevó el segundo lugar de la competencia; de forma sincera, un título obtenido con gallardía. Haber llegado a dicha ubicación y enfrentar el nivel de destreza tan exigente impuesto por sus colegas, fue una tarea «guerriada». Medalla al valor para un conjunto que cuenta con al menos dos canciones perfiladas a ser éxitos de radio o caso viral de plataformas. Canciones que se disfrutan con vigor, trotando hacia Monserrate por la mañana, cabeceando en Transmilenio o lavando los platos. Les advertí, los milagros existen.
Somer, los sabuesos rabiosos de Mad Dogs, el heavy electrizante de Nightwatcher y Coyote (con ‘Ensenada’, uno de los álbumes más elaborados en medio de esta era de hits desechables) dieron una muestra sobre la conjunción del pasado y presente en las influencias que el intérprete maduro interioriza cuando es consciente de lo que le ha antecedido, pero con los pies en la tierra, sin nostalgias infantiles. Mandingasea, por otro lado,es un grupo que se divierte haciendo lo que les gusta y sabe transmitirlo; su fusión le da vida y color, lo que también reflejan en su puesta escénica. Mención especial a Somer y su atuendo blanco, jugándosela toda en un encuentro que la verdad, estaba reñido y su primer puesto estuvo peleado en todo instante.
Rain Of Fire,al final, sacó la casta metalera del Valle del Cauca, desde una Tuluá que tiene en su sangre caliente el alma de la cultura extrema (me consta, mucho). Su sencillo ‘Instinto animal’ navegó por el perímetro de la concha acústica, dejando en claro que su propuesta en vivo está un escalafón superior a sus grabaciones. Una dinámica fuerte que le valió ser el primer ganador de esta iniciativa.
El concierto presentó a los grupos más sobresalientes de la convocatoria, pero también sirvió para conocer a sus invitados, que, a su vez, están destacando en el espectro nacional; esquemas que brillan por tener un cuerpo y un concepto en vía de hacerse mayormente auténticos. TheEnd, por ejemplo, está en un punto de poder llevar a una esfera más elevada lo que sus oyentes/espectadores pudieron conocer en el debut ‘R O M —Rise Of The Machines—’; filosofía nihilista del futuro con sentido de ficción que se está desdibujando para hacerse real y con un mensaje crudo: Los paraísos artificiales se deshacen entre los códigos binarios y la humanidad siente escalofrío ante el cyber monstruo que ha alimentado entre siglo y siglo.
Pasto tuvo presencia con Las Tres Piedras, agrupación que vimos en la última versión del festival Rock al Parque; como ya nos tienen acostumbrados los artistas de la región, resalta por sorprender desde una aura gélida, algo melancólica; así mismo, desde la teatralidad, la voz femenina y la esencia de Juliana Chamorro, en un laboratorio noise que sigue progresivamente dejando mentes con acertijos y bocas abiertas.
La Celebración del Rock Colombiano cerró con una difícil definición de la palabra «triunfo» y una asistencia de público que, de acuerdo con la organización, alcanzó las 400 personas. El jurado supo muy bien qué hacer, aunque sus decisiones se inclinaron a concluir que el exceso de talento fue la verdadera victoria y el incentivo para que esta marca garantice una continuidad. El broche de oro de esta fiesta consistió en el estreno del single/video ‘Bitches From Hell’ de la banda Vein. La premiere se realizó en Retro Rock Bar y quienes están familiarizados con el estilo del sexteto, saben que el sello visual de Iván Chacón es la estética reina en su cosmos excéntrico.
Para la noche, fue vista a través del clip en cuestión y también traspasó la pantalla, pues dos avatares de la obra fueron humanizados en el acto. En resumen, un «grito de independencia» que el rock nacional debe seguir entonando hasta los confines de la disfonía. ¡Notifíquese y cúmplase!