Por estos días la querida Bogotá posee una gran variedad de estados climáticos. Su rebeldía no tiene comparación. Una mañana puede ser radiante y soleada, sin embargo, en cuestión de minutos su flamante cielo azul se matiza con nubes que de blanco pasan a gris, aun así es un lugar mágico en el que habitan casi 8 millones de mortales.
Por, Jorge Simbaqueba Cortés
Este faro reluciente en medio de un brazo oriental de la cordillera continental de los Andes está de aniversario, aunque son 477 años, respira evolución por cualquier ápice de su esencia, llámese cultural, económico, político, de infraestructura o desarrollo habitacional. Así, por estos días, se ha podido ver manifestaciones culturales que hacen apología a su cumpleaños, características de una de las más grandes urbes en Latinoamérica. Recreación y muestras artísticas pintadas de amarillo y rojo.
Pero allá, en el fondo, detrás de esa amalgama de edificios céntricos, pasando por el viejo sector de Chapinero y el complejo financiero capitalino, se encuentran los verdes cerros orientales de la capital. Esos guardianes que se alzan majestuosos en medio de la bruma matutina y que se alojaron allí desde el cretáceo, que conservan un 80% de humedad, temperaturas de 8ºC a 13ºC, una gran variedad de pinos y árboles propios del clima, aves, mamíferos y una gran diversidad ecológica y ambiental. Es, además, un lugar de santuarios de origen cristiano colonial, en ellos se ha construido complejos habitacionales de diversos niveles socioeconómicos y su suelo ha servido de soporte de gran infraestructura para las telecomunicaciones.
Diversidad Silvestre
Resulta poco probable que un transeúnte desprevenido que viaja en el popular medio de transporte, logre imaginar o dimensionar que estos cerros sirven como tránsito para variadas especies de murciélagos que migran desde Norteamérica, o de hábitat para conejos silvestres, musarañas, comadrejas, entre otros animales. Toda esta diversidad, junto a su espesa vegetación y el maravilloso rocío de las mañanas, da lugar a una de las fuentes hídricas más importantes de esta parte de la sabana de Bogotá.
En 2014, en el marco de estudios de diversidad silvestre, adelantados por la universidad de Arizona y Mississippi fue hallada una especie de felino conocido como tigrillo, mamífero que en la actualidad se ve amenazado por la pérdida de su hábitat. “Bogotá está en una lugar clave en el mundo, con una gran diversidad y mezcla única de ecosistemas, lo que la hace especial” aseguró el científico investigador colombiano con nacionalidad costarricense José Fernando Gonzáles, quien hizo parte del proyecto, a la cadena Blue Radio el 29 de julio de 2014.
Preservación o Desarrollo
No obstante, en un lugar tan maravilloso donde algunas especies eligieron asentarse, inevitablemente llegó la mano inmisericorde del hombre, la misma que tala miles de hectáreas de bosque y desplaza de su territorio a la fauna reinante, todo por el desarrollo urbano y financiero de la sociedad. La ladera de este sector de la capital también cayó bajo la condena de la urbanización de índole legal e ilegal.
Así como encontramos centros de vivienda popular, también tenemos majestuosas edificaciones que sobresalen desde el interior del paisaje frondoso y en el que, irónicamente, alimentando aún más el discurso de la brecha social, una cuota de administración de un complejo habitacional en propiedad horizontal, equivale perfectamente a un mes de renta de una familia en estrato 3. Precisamente en medio de la puja entre conservación ecológica y desarrollo urbanístico, en la actualidad cursa una demanda contra el estado por “daño emergente” y “lucro cesante” por algunas constructoras que se vieron afectadas, luego de no poder llevar a cabo sus proyectos urbanísticos sobre predios previamente declarados por el Estado como reserva forestal. Según una investigación realizada por el diario El Tiempo, el contenido de la demanda orbita en torno a: “Es claro –subraya la demanda– que la actividad de la administración por medio de la cual define la delimitación de la zona de reserva y se establecen sus usos es la que ocasiona el perjuicio particular, toda vez que le impide la obtención de licencias urbanísticas para los predios de su propiedad y, en consecuencia, hace imposible su desarrollo”.
El papel del Estado en este asunto, es fundamental y en ese sentido de protección la Resolución No. 463 de 2005 emitida por el Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial es tajante en la preservación de reservas forestales: “los Cerros Orientales de Bogotá son un territorio heterogéneo en formas de uso y ocupación, rico en valores ecológicos y paisajísticos, bajo condiciones biofísicas y socioeconómicas complejas, que poseen diversidad de especies de flora y fauna, que soportan la consolidación de distintos ecosistemas, como son páramos, subpáramos y bosques altoandinos”
En esta eterna lucha entre preservación del ecosistema y desarrollo, habrá muchísimas más batallas, sin embargo no se puede sacar un escudo de indiferencia o mirar de reojo, desde la parte baja de la urbe, ese santuario verde, mágico y misterioso, camuflado en medio de cientos de edificaciones, polución y la omisión general de los habitantes de la ciudad. Es cuestión de crear conciencia, no pasar por encima de la guarnición a cargo de la naturaleza para mitigar las necesidades humanas. Es cuestión de respeto y convivencia con las demás especies y preservación de zonas ricas en biodiversidad.