Fotografía de portada: Herejía, año 2017
«Mejor tecnología no nos hace más civilizados»
RICARDO CHICA ROA
Por: Joel Cruz
Una pequeña reflexión sobre los dogmas y la forma como nuestra humanidad metalera los asume. En periodos de incertidumbre, la música es un aliciente. Por lo mismo, ‘Abandonado por la luz’ de Herejía es la muestra de que el arte da respuestas cuando no las hallamos fácilmente. Esta opinión está dedicada a los templos que resurgen de sus ruinas y por supuesto, a la memoria de Ricardo Chica Roa (1971-2021): amigo y músico excepcional.
¡Acuérdate, Jesús, de aquel huerto de olivos!
Con suma sencillez oraste de rodillas
a quien allá en su cielo reía de los clavos
que unos viles verdugos hincaban en tus carnes…
Cuando viste escupir en tu divinidad
a la chusma del cuerpo de guardia y de cocina,
y cuando tú sentiste penetrar las espinas
en tu cabeza donde habitaban los hombres…
Cuando aquel peso horrible de tu cuerpo quebrado
estiraba tus brazos tensados, y tu sangre
y tu sudor corrían por tu pálida frente,
cuando fuiste mostrado como blanco ante todos…
Charles Baudelaire/ ‘La negación de San Pedro’
La muerte tiñe a plenitud la altivez de la «creación divina». Acorde al rito, el médico con máscara de pico y hierbas aromáticas visita el lecho del doliente ante una agresiva peste bubónica; por descarte, la fragilidad del existir, lista como de costumbre, atraviesa el tejido marchito de una presunta moral limpia. Los «eurekas» y las odas a una civilización avanzada —como siempre es de esperar—, fracasan y sacan su peor semblante si el exterminio es la tarea, la misión, el beso traidor cotizado en 30 monedas de plata, una transferencia bancaria o un soborno sexual.

El circo del milenio, en auge del código binario, aúna en los trinos la persecución de quienes osan resistirse al dogma de la equidad progresista y la corrección política. La rutina más longeva del homo sapiens (no como mansa paloma de inmaculada concepción, sino como plaga de Egipto) es la del depredador que agrede vs. la víctima que recibe el filo del hierro adversario. Por muy loca o incoherente que sea la postura del victorioso sobre la del derrotado, prima la razón de quien satisface una ambición privada, normalmente bajo el truco del bienestar general y las intenciones loables.
Los juicios terrenales, ensalzados en lo «divino», todavía son obsoletas tablas de la ley, esculpidas en piedra. Los débiles son arrojados a las fauces del escarnio público, mientras los faltos de fuerza son condenados a los hocicos rabiosos que encuentran en la ofensa de la honra ajena su analgésico ideal. Al final de la triada, están las antorchas de piel y músculo,que iluminan la necedad de aquellos que aceptan a la estupidez como su guía santa. Por los siglos de los siglos, los métodos de aniquilación cambian de fórmula, aunque en el fondo sean iguales. ¡Que la ignorancia siga siendo premiada con una corona de laurel!
¡Ven, Lázaro! Gritóle
el Salvador, y del sepulcro negro
El cadáver alzóse entre el sudario.
Ensayó caminar, a pasos trémulos,
olió, palpó, miró, sintió, dio un grito
y lloró de contento.
Cuatro lunas más tarde, entre las sombras
del crepúsculo oscuro en el silencio,
del lugar y la hora, entre las tumbas
de antiguo cementerio,
Lázaro estaba, sollozando a solas
y envidiando a los muertos.
José Asunción Silva / ‘Lázaro’

El protocolo sobre lo que perece y deja de emitir latidos es tan voluble como la estabilidad del ser humano en la Tierra. En su ansia de conocimiento, hombre y mujer endiosan a cualquiera que les convenga e insertan sus heces bajo la alfombra del argumento raquítico. El metal, en teoría la corriente ideológica del rock más transgresora y dispuesta a incomodar los lindes de los convencionalismos culturales, alberga en su filas a «libres pensadores» que ceden ante las fachadas «éticas» de las instituciones que en teoría (reafirmo la palabra), estarían obligados a cuestionar duramente, obedeciendo a una hipotética integridad. Jamás habrá un consenso para dar por sentado si el metalero arrodillado a las modas no entendió la música que alaba o su pensamiento está en función de los demás, con tal de no perder aceptación social.
Tomo el CD de ‘Renascentia In Tenebris’y me dirijo de inmediato a la pista número tres. De suerte lo tengo y cuento con la manera física de reproducirlo. Una rebelión pura comienza desde la casa, lejos de la veneración de un falso mesías que vocifere «justicia» con billetes sucios y fosas nasales en recreo. El disco no hace parte de una parafernalia anticuada de mediana edad en crisis. Se siente como el rescate de una operación en la cual la música exige regocijo, pero en igualdad de condiciones, observación. Para cosas más banales, busquen su plataforma de confianza.
La letra me recuerda la ilusión de muchos que se fueron por los sonidos extremos y la literatura en la adolescencia, cuando aferrarse a las rumbas de los atracadores del barrio no era nada atractivo: describir atrocidades universales, aunque haciendo uso de las enormes privilegios del idioma (sea español o inglés) y gracias a vocablos sutiles o burdamente ásperos. La necesidad, la da la canción.

‘Abandonado por la luz’ me inspira a buscar su videoclip, que Herejía publicó en el 2017, mismo año en que fue publicado el álbum que capta la concepción más evolucionada de la banda, en razón a sus cimientos. Las alusiones a las Pinturas negras de Goya son una metáfora perpetua; apología o burla a lo grotesco, son el mensaje visual de un dominio público que ridiculiza los fanatismos, vengan de donde vengan. Las ejecuciones instrumentales sorprenden como el primer día en que fueron presentadas al público. Todos sus elementos siguen celebrando las exequias del decadentismo, a través del death metal y los arreglos sinfónicos.
En este oscurantismo de Twitter (sigo sin llamarle X), donde la idolatría por las catedrales opulentas es tan sosa como en el Medioevo, han existido igualmente recintos, templos que celebran la voluntad de la creatividad humana y lamentablemente, el fuego y las cenizas los han apagado, al menos temporalmente. Ojalá, imitando al ave fénix, conquisten satisfactoriamente sus batallas. En dicha línea, que las ideas avanzadas mantengan viva la obra de quienes han intentado trascender lo típico, por encima del silencio eterno. No en vano, Ricardo Chica Roa, guitarrista fundador de la agrupación, sostenía una postura radical respecto al pensamiento crítico y al hecho de poner en tela de juicio lo intocable, pues afirmaba: «Mejor tecnología no nos hace más civilizados». Este aparte está dedicado a su memoria; también a la de quienes han dejado huella inolvidable en la realidad que vivimos.

Sobre Joel Cruz
Su relación con el rock y la prensa independiente le ha permitido mirar la vida desde una atmósfera poética. Gracias a ella, los azares de la noche, el ladrido de un perro callejero, una copa de vino tinto y hasta un paquete de papas fritas tienen un lado B más interesante. Ha colaborado con sus reseñas y opiniones para medios alternativos de alta importancia en Colombia.