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Maradona, el genio del fútbol mundial que irrumpió en clave de sol


Por: Sebastián González Z


Maradona no fue uno solo. Como advirtió Cherquis Bialo en mayo de 2019 en medio de una entrevista para el programa Cada Noche’ en TV Pública, en Diego convivieron muchas versiones: el futbolista, el hijo, el padre, el amigo, el afectivo, el sublime, el abyecto. Quizá, ocho o nueve, todas dentro de un mismo hombre.​

Esta multiplicidad, lejos de dividirlo, hizo de Maradona una leyenda universal capaz de inspirar no solo hazañas deportivas, sino también canciones y homenajes de todo tipo. De hecho, se estima que existen más de 200 canciones dedicadas a retratar su vida, desde tangos y rock, hasta cuartetos y homenajes internacionales confirmando que el mito de Diego se canta y se reinventa en cada rincón del mundo.


Nacido en Lanús y criado en Villa Fiorito, fue un futbolista de inagotables recursos técnicos que deslumbró desde aquel 20 de octubre de 1976, cuando debutó con Argentinos Juniors contra Talleres de Córdoba con tan solo 15 años.

No solo es —y fue— ese futbolista, sino un ser que genera devoción. Hay una incontable e inmensurable cantidad de canciones que acompañan su vida y obra, desde ‘Diego para siempre’ hasta ‘Ho visto Maradona’. Genera devoción para muchos argentinos y forasteros, a tal punto de que fuera creada por sus fanáticos una institución religiosa denominada La Iglesia Maradoniana.


Englobando todo lo anterior dicho, en una frase del propio 10, como lo es:



A pesar de haber fallecido hace ya cinco años, Maradona es el muerto más presente o más vivo, hablando corporalmente; lo anterior, dicho con respeto. Incluso encontró otra forma de estar presente y es mediante la música. El fenómeno es tal que los 60 años que habitó en la tierra han sido retratados a través de una impresionante variedad de géneros: bossa nova, blues, cumbia, rock, punk y tango, demostrando el alcance universal de su figura.


Por ello, una vasta lista de artistas le dedicó sus versos y melodías. Personas como Manu Chao, Rodrigo El Potro Bueno, Los Piojos, Los Cafres, Fito Páez, Flavio Cianciarulo, Andrés Calamaro, La Bersuit, Osvaldo Pugliese, Cachivache Quinteto y tantos otros, han asegurado que la vida y obra del 10 siga resonando en la cultura popular.

En este artículo vamos a compartir algunas de las canciones que mejor lo retrataron y capturaron la esencia de ese ser picante y controversial; pero, más que eso, icónico.


En primer lugar, la canción de Andrés Calamaro, que comienza con una frase que lo encierra todo: «Maradona no es una persona cualquiera…»

El músico, conocido como El Salmón, expresó su respeto y homenaje al Pelusa, explicando que Diego es un tipo con un don, el de tratar muy bien el balón. Calamaro también comparte que es «una gran persona y mejor amigo». Como no podía ser de otra manera, este tema está en el álbum ‘Honestidad Brutal’ (publicado en 1999) y ocupa la canción número 10 de la placa discográfica.


Seguimos con la canción más importante para muchos, considerada incluso por escritores de distintas obras bibliográficas como la más completa sobre la vida del 10: ‘La Mano de Dios’.


Rodrigo El Potro Bueno (Q.E.P.D.), el artista más grande de cuarteto, escribió este tema como una inspiración, relatando la vida de Maradona desde su nacimiento en una villa y su paso por Los Cebollitas hasta su consolidación. La canción describe a una persona que soñaba con consagrarse en Primera División y jugar el Mundial de 1986 que luego ganaría.

Pero la canción no solo se queda en la gloria. Muestra un retrato completo al hacer una referencia clara a su adicción a la cocaína, presentándola como «una mujer blanca de misterioso sabor» que le presentó la fama. El tema realiza a sí mismo una apología o comparación con Jesucristo por «cargar una cruz» al ser el «más grande de la historia», cuyo apellido todo el mundo corearía con el grito de «Maradó, Maradó».


‘Maradó’, incluida en ‘3er Arco’ (1996) de Los Piojos, es mucho más que una canción: es un retrato del Diego que desafió y derrocó al norte de Italia desde Nápoles. Llegó a un equipo con serios problemas, incluso amenazado por el descenso, y aun así logró enfrentarse a los gigantes del poder futbolístico, dando voz al sur históricamente relegado.


El tema también refleja su conflicto con Joao Havelange y su lucha contra las estructuras de la FIFA, mostrando a un Maradona rebelde tanto dentro como fuera de la cancha.


La versión en vivo incluida en ‘Ritual’ (1999) se vuelve legendaria al comenzar con Diego entregando sus últimos botines, un gesto simbólico que sella la unión entre música, pueblo e ídolo.


Maradona no solo inspiró canciones en español, sino que también fue musa para artistas en otros idiomas, incluyendo el inglés y el italiano. Un ejemplo notable es ‘Doma il mare, il mare doma’, compuesta por Gaetano Curreri, Roberto Roversi y Andrea Fornili e interpretada por el grupo italiano Stadio.​​

La letra de esta canción se convierte en un retrato poético de la vida y el destino turbulento de Maradona. Empieza evocando el sol y el vino, símbolos de pasión y disfrute, y se refiere a «un volcán cercano» y «un estadio un poco verde», referencias asociadas a su paso por Nápoles y el sur de Italia, un entorno marcado por la lucha y la intensidad. El mar, la fuerza que se doma y que doma, actúa como metáfora de la relación de Diego con los conflictos, la fama y los desafíos, mostrando su capacidad de enfrentar y resistir circunstancias adversas dentro y fuera de la cancha.​


‘¿Qué es Dios?’ de Las Pastillas del Abuelo es una canción que eleva a Diego Maradona a la categoría de mito, entrelazando religión y fútbol a través una letra simbólica y poética, creada originalmente por el taxista Alberto Sueiro y finalmente interpretada por la banda tras una historia tan urbana como argentina.​​


La canción parte de una atmósfera celestial y mística donde Maradona se convierte en protagonista de milagros, la red se transforma en tierra, el balón en palomas de paz y su destreza borra hasta el recuerdo de la Guerra de Malvinas. Utiliza figuras como la de Jesús, los apóstoles y Judas, todos trasladados al lenguaje futbolero para realzar la trascendencia del 10 argentino.​​

El mensaje se resume en el consejo de Jesús: «La pelota siempre al diez, que ocurrirá otro milagro», que condensa la devoción futbolística y la esperanza que Maradona representó para varias generaciones. Así, la letra narra momentos de infancia, el buen trato al balón, y entremezcla hechos de la vida nacional y pasajes bíblicos, reforzando la idea del 10 como milagro en sí mismo y el fútbol como vía de unión, memoria y hasta redención colectiva.


Manu Chao, nacido José Manuel Tomás Arturo Chao Ortega, es un artista internacional de raíces hispano-francesas que ha entrelazado su trayectoria musical con los grandes movimientos sociales y culturales de las últimas décadas. Su mirada mestiza y su compromiso se reflejan en su obra, y no podía ser de otra manera con una figura como Diego Maradona. Sus caminos se cruzaron a comienzos de los 2000, dando pie a una admiración mutua y a homenajes explícitos, tanto en su carrera solista como en la de su legendaria banda Mano Negra. El Pelusa no solo fue inspiración, sino también cómplice: ambos compartían la condición de íconos rebeldes, con una fuerte impronta latinoamericana que abrazó la periferia, la resistencia y las contradicciones. Así surgieron dos himnos del cancionero futbolero internacional: ‘La Vida Tómbola’ y ‘Santa Maradona’.


En ‘La Vida Tómbola’, Manu Chao imagina el vértigo de la vida de Maradona y se pregunta qué haría uno si estuviera en la piel del 10. La canción alterna entre la fascinación por el mito («Si yo fuera Maradona, viviría como él») y la reflexión sobre el precio de la fama y la exposición pública. El estribillo «la vida es una tómbola, tom-tom-tómbola» sugiere la aleatoriedad y los altibajos de la existencia, en perfecto paralelismo con la vida de Diego. Además, Chao critica los poderes que rodean al fútbol, elevando a Maradona como símbolo de resistencia y denuncia, un héroe imperfecto capaz de desafiar hasta la FIFA.


Por su parte, con Mano Negra, Chao exaltó al Diego en ’Santa Maradona’, una oración laica y devota donde el futbolista se convierte en santo popular, protector de fieles y marginados. El estribillo «Santa Maradona reza por mí», muestra el impacto cultural de Maradona, figura venerada especialmente en el sur de Italia y Latinoamérica. Aquí, Chao propone al 10 como símbolo de los sueños, frustraciones y luchas colectivas, revitalizando su dimensión mítica y humana.

Ambas canciones proyectan a Maradona como ícono mundial, mezcla de santo, rebelde y leyenda; una figura que, al igual que Manu Chao, trasciende fronteras, idiomas y generaciones.


La letra de ‘Para Siempre, Diego’ evoca el deseo de ver a Maradona eternamente, destacando su habilidad para gambetear y su grandeza como figura popular. Expresa que Diego es «lo más grande que hay» y lo identifica como parte de la religión e identidad argentina.​


Con frases como «quisiera ver al Diego para siempre, gambeteando por toda la eternidad», la canción transmite admiración y cariño, retratando a Maradona como un símbolo eterno y amado del pueblo.

Podría seguir hablando de una infinidad de letras asociadas a Maradona, pero ahora quiero centrarme en aquellas que tomaron verdadera fuerza al adherirse a él. Un ejemplo perfecto es ‘Life is Life’, de Opus. El tema quedó eternamente ligado a Diego gracias a aquella mítica entrada en calor con el Napoli, en la previa del partido contra el Bayern Múnich por las semifinales de la Copa UEFA, el 19 de abril de 1989.


Ese baile celestial, ese control de pelota imposible, hizo que la gente incluso olvidara su enorme actuación de esa misma tarde en el Estadio Olímpico de Múnich. Una coreografía espontánea que convirtió una simple canción en parte del mito.


También podría irrumpir en esta línea la canción de Los Rodríguez, ‘Salud, Dinero y Amor’. Esto gracias a aquella anécdota en la que Fito Páez y Andrés Calamaro llegaron con una guitarra acústica, o criolla, como le dicen los argentinos al entrenamiento de la Selección Argentina, en plena concentración para el Mundial de Estados Unidos 1994. Un gesto que, entre otras cosas, muestra cómo la música y el fútbol siempre encontraron la forma de cruzarse alrededor del Diego.


Hay miles de anécdotas y recuerdos que consolidan a Maradona como un ícono contracultural, más allá del fútbol. Un ejemplo emblemático es la icónica foto de Diego con Queen en el backstage del estadio de Vélez en 1981, una imagen que sintetiza su capacidad de moverse con naturalidad entre figuras ajenas al deporte. Freddie Mercury, con la camiseta argentina, y Maradona, luciendo una con la bandera británica, crearon una escena cargada de simbolismos que trascienden lo nacional y lo musical.

Sin embargo, el encuentro no nació de una afinidad mutua entre el 10 y la banda. Según recuerda Javier Coqui Capalbo, la reunión surgió por el interés personal de Jim Beach, mánager de Queen y apasionado del fútbol, quien buscó deliberadamente el contacto con Maradona durante la gira. Ni los músicos eran seguidores del fútbol local, ni Diego estaba particularmente conectado con la música de Queen. Aun así, la fuerza gravitacional del Pelusa hizo posible lo improbable.

Ese cruce entre universos el rock internacional y el fútbol rioplatense ilustra cómo Diego dejó de ser solo un deportista para convertirse en un símbolo pop capaz de unir mundos dispares. Por todo esto, y por mucho más, Maradona será recordado como un ícono integral de la vida pública, no únicamente por portar la ‘10’ ni por esquivar rivales como si fueran conos, sino por su capacidad única de habitar todos los escenarios posibles.

Quizás, después de recorrer tantas canciones, lo que queda claro es que Maradona terminó siendo un territorio compartido. No pertenece solo al fútbol ni a la música, ni siquiera a Argentina: pertenece a la gente que encontró en él algo que no sabía poner en palabras. Cada artista que lo cantó lo hizo desde un ángulo distinto, como si trataran de descifrar un sentimiento que ninguno podía explicar del todo. Y en esa búsqueda, a veces torpe, a veces luminosa se, fue construyendo otra versión de Diego, una que sigue creciendo incluso después de su muerte.

La música lo mantiene ahí, en un punto intermedio entre el recuerdo y la presencia, como si todavía pudiéramos girarnos y verlo reír, discutir, o desafiar al mundo a su manera. No hace falta idealizarlo para entender por qué sigue apareciendo en canciones nuevas: simplemente fue alguien que dejó huellas profundas, y las huellas, cuando son auténticas, siempre encuentran un instrumento dispuesto a seguir tocándolas.

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