(Medellín, Antioquia, Colombia)
Por, Andrés Angulo Linares
Un bajo de cinco cuerdas, interpretado por el recién llegado Alejandro Morales, quien otrora fuera fan de la agrupación, marca la secuencia de una melodía suave que antecede a la voz de Jorge Mario Rincón. No es un momento más, es uno definitivo en la vida del bajista que en la adolescencia había visto en Jason Curtis Newsted, una inspiración que lo llevaría a entregarse a una pasión expresada a través de ese instrumento de traste largo, cuya presencia en muchos casos –lamentablemente– no se siente, pero que en su ausencia se extraña.
—My friend of Misery. Cuando en mi niñez me entero que lo que sonaba en esa introducción era un bajo, dije: «¡Wow! Eso, definitivamente, es lo que yo quiero hacer, lo que quiero tocar—. Explica Alejandro.
Es 2015. Alejandro, detrás del bajo, está escribiendo los primeros renglones de una nueva etapa en la agrupación por la que sentía gran admiración y en la que, hasta unos meses atrás, solo había podido acercarse como fiel seguidor y amigo de sus integrantes. Es otro tiempo, muchas cosas han cambiado. Ahora es el sucesor de ‘Cooper’, primer bajista de Askariz; ahora es él, quien está dando, a través de su instrumento, una nueva identidad a la canción que lo enamoró de la banda: Ilusión.
—Fue una cantidad de sentimientos encontrados: respeto absoluto por la versión original, por la historia de Askariz y por mi antecesor; orgullo por interpretar esa canción que canté entre el público por muchos años; también, un temor por la comparación con el bajista anterior y por lograr esa conexión con el público—. Explica Alejandro.
Para Askariz también era un momento definitivo, después de un receso forzoso por circunstancias ajenas a la pasión que sus integrantes sentían por la agrupación, regresaba para retomar un camino truncado, pero no olvidado, a través de la grabación del video oficial de la canción insigne de la banda, misma que le abriera las puertas del espectro nacional y de la tarimas de Rock al Parque.
—En 1997 sufrí una ruptura amorosa, un desengaño muy duro. Escribí las primeras líneas, le di forma al coro. Empezamos a tocarla y vimos que en todos los conciertos gustaba. Sin querer, fue una canción que le llegaba a mucha gente; se volvió una leyenda que no faltaba en ninguna presentación—. Señala Alex González, compositor de Ilusión y teclista de Askariz.
Atrás habían quedado los años en los que Alejandro, como mucho jóvenes de la época, descubría en el metal una expresión que lograría identificarlo y en el nicho metalero nacional, una fraternidad que seguía con devoción a los exponentes nacionales que –emulando quizás a las grandes leyendas internacionales del género– empezaban a dejar huella en las tarimas de bares y en los escenarios de festivales públicos.
Atrás, también, habían quedado los años en los que la agrupación interpretaba versiones de rock en español con un exótico nombre: Si Nuestra Mama Nos Viera. Época en la que sus integrantes decidieron proyectarse con una visión diferente en un camino transitado por los sonidos extremos, las estridencias de guitarras y voces guturales, esta vez, bajo la identidad de Askariz, nombre dado por esos aciertos inexplicables desde la lógica y que en ocasiones otorga la casualidad.
Era la generación que había crecido acompañada de la música de Kraken, Akash, Masacre, Darkness, entre otras; también, la que vio el surgimiento de otras tantas agrupaciones emergentes que –con más sueños que certezas– esperaban dejar un legado que, al igual que sus antecesoras, resistiera en el tiempo.
Un poco más de 20 años después, Askariz, agrupación que diera sus primeros pasos en 1998, puede dar cuenta de un testimonio en el que ha sido protagonista de una historia y testigo de su propia huella.
Bajo las influencias musicales de Helloween, Yngwie Malmsteen, Simphony X, Rata Blanca, Kraken, entre otras, Askariz construyó una identidad como agrupación exponente del heavy metal melódico, cuyas líricas, principalmente, se inspiraban en metáforas heroicas inalcanzables –característica propia del género–, para luego transitar hacia temáticas mucho más cercanas que lograban identificar, a través de una sentida narrativa, esos sentimientos inherentes a la existencia humana.
De Images of Legend, álbum debut grabado en el 2000; pasando por El Legado, segundo trabajo publicado en 2008; hasta Renacer, su producción más reciente, Askariz, ha permanecido fiel a esa esencia que la ha convertido en una banda de culto para muchos de sus seguidores, en un referente del movimiento nacional y –si se quiere– en una de las bandas representativas que han marcado una etapa decisiva en la historia del metal nacional.
Entre la primera edición de Rock al Parque en el nuevo milenio, hasta su presentación junto a Timo Tolkki, el legendario guitarrista fundador de Stratovarius , llevado el pasado 19 de septiembre, hay una larga trayectoria de conciertos en vivo, en las que Askariz ha escrito en tiempo real una historia paralela a su trayectoria, que le ha permitido dejar una huella entre sus seguidores –los de antes y los de ahora–, quienes siempre han esperar una entrega total por parte de cada uno de los integrantes de la agrupación.
Desde una pequeña tarima o desde un escenario de grandes dimensiones, Askariz, como lo afirma Alejandro: «es una máquina de guerra»; sea en Medellín, Cartagena o Bogotá, la exigencia siempre será la misma; en Colombia, México, Estados Unidos o España, el sonido de la agrupación ha cruzado fronteras.
Bogotá será la sede del próximo concierto de Askariz, el cual se realizará el sábado 2 de octubre en el Ace of Spades Club, noche en la que compartirá tarima con Arzen, Holyforce y Fe Ciega.
Askariz | Integrantes
- Voz: Jorge Mario Rincón
- Guitarra: Alex Molina
- Teclado: Alex González
- Batería: David Sánchez
- Bajo: Alejandro Morales
Askariz | Redes Sociales
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