Editorial
Cuando nuestra voz ha sido silenciada, nuestro comportamiento regulado, nuestras decisiones cuestionadas y nuestra libertad arrebatada, lo único que nos queda es la resistencia.
Por, Rugidos Disidentes
El conformismo no nos pone a aguantar hambre y nos entrega a cambio un falso placebo de felicidad, del cual no queremos salir, aunque implique renunciar a eso que llamamos libertad y que defendemos de dientes pa’ fuera, pero que enterramos con nuestra acciones.
Reducimos la libertad de expresión a los alaridos que muchas veces sin fundamento alguno en redes sociales, sin tener en cuenta que el discurso sin acción, termina siendo una proclama que el viento se lleva o que queda impresa en una pared, esperando a ser fotografiada para la posteridad.
Nos rendimos antes de empezar a luchar, claudicamos con sólo pensar en lo que representaría un acto rebelde que nos permita acercarnos a esos sueños que de niños tuvimos y que encerramos, junto con nosotros mismos, en una oficina.
Dificultades, todos tenemos. Temores, por supuesto, el miedo es el mejor sistema de control social que existe, es el arma preferida de los gobiernos para impedir que ejerzamos nuestra libertad ¿Te has percatado? Necesidades, son la constante en nuestra sociedad, éstas se hacen mayores entre más pobres socioeconómicamente somos. Silencio, es la opción que más placer le causa al presidente de turno y la que más usamos, preferimos callar, quizás porque perdimos la fe o porque consideramos que no tiene caso, que no vale la pena gritar nuestras inconformidades y a hacernos sentir, mediante la acción, para que nuestros reparos conlleven a un cambio.
La pregunta del cómo es la que, quizás, más no detiene ¿Cómo pretendes ser músico? ¿Cómo vas a conseguir clientes? ¿Cómo se te ocurre?, en fin.
De puntos negros y de puntos blancos está plagada nuestra sociedad. Todos marchando de manera uniformemente uno detrás de otro, para servir a fines ajenos, obedientes y complacientes con una visión reducida y conservadora del mundo. Son muchos puntos esperando el día en que las suerte los saque, de manera cómoda, de su circunstancia y esperando ese milagro, lo único seguro que encuentran, es su día final.
Tarde o temprano la muerte nos alcanza y nos deja en las sombras para siempre, junto con nuestros huesos, nuestros sueños pasarán al olvido.
Sin embargo, hay puntos rojos, verdes, azules y multicolores que desde sus propias circunstancias lograron resistir a un sistema mentiroso que les dijo que serían felices siendo obedientes. Se enfrentaron y tomaron acciones sobre su propia vida, muchos de ellos, durante años fueron también puntos negros o blancos que un día se cansaron y arriesgaron su estabilidad y empezaron de ceros.
La derrota asecha en cada esquina para atrapar a los herejes que se atreven a desafiarla. Quizás, por ello, muchos prefieren quedarse en la fila y asegurar lo poco o mucho que han logrado en el silencio.
La libertad, aunque efímera en su definición y aunque jamás sea absoluta, sí nos ofrece instantes plenos de felicidad. Ella camina de la mano con la dignidad y reivindica nuestra esencia. Nadie la obtiene siendo obediente y jamás hay un momento adecuado para buscarla, porque siempre habrá de suponer grandes esfuerzos y riesgos que nos darán unos buenos golpes, para probar nuestra dureza.
No es fácil, por ello asusta. No es inalcanzable, pero no es un trofeo que se encuentre en un paquete de papas premiado. Se requiere trabajar y luchar por ella, su búsqueda no es cómoda.
Tienes dos opciones: o luchas y te arriesgas, o te quedas sentado a esperar tu muerte. Si tu opción fue la primera, entonces ¡Bienvenido!, eres de los nuestros y un mundo espera que asumamos el papel de héroes dispuestos a cambiar el orden establecido.
Por, Rugidos Disidentes
Editorial N° 2 – Noviembre 2017