Un Mundo Indiferente

No conocía La palabra paz desde que tenía memoria, existieron miles de verdugos a su alrededor, cada uno dejando una huella en el lapso de tiempo que estuvo en su vida, aunque hubo más testigos mudos de todos  los acontecimientos.

Por, Yajaira Rodríguez

Cada noche lloraba sus desgracias, su almohada era el único testigo de las heridas que dejaban en su corazón aquel rechazo y palabras hirientes de personas que ni conocía, peor aún las acciones de aquellos a quienes tanto amaba. Miradas de burla y asco, risas que atormentaban sus momentos de soledad. No conocía La palabra paz desde que tenía memoria, existieron miles de verdugos a su alrededor, cada uno dejando una huella en el lapso de tiempo que estuvo en su vida, aunque hubo más testigos mudos de todos  los acontecimientos. Un mundo cegado por la indiferencia  atestiguó  cómo poco a poco se terminaba con la vida y el amor de un ser inocente, que aún no entendía que la realidad puede ser bastante cruel y aterradora. Se moría de miedo cada vez que alguien se acercaba, pues su cuerpo e inconsciente ya guardaban una historia  que relataba todo su horror.

Año tras año fue pasando, en cada uno de ellos se quedaba una parte de su alma, hasta llegar al punto de quedarse totalmente vacío, era un zombi que caminaba por las calles, en este ser que un día fue todo amor y esperanza, quedó congelado todo  sentimiento o emoción, convirtiendo en un gran trozo de hielo su corazón.

Gritó cada día por auxilio, lo demostraba en sus palabras, en sus acciones, en aquellos ojos tristes y esa sonrisa inexistente, cada persona a la que rogó por ayuda sólo miró con lástima la situación, pero en cuestión de segundos volteaba la cara y seguía su camino. Muchos otros le culparon asegurando que sólo era su imaginación, lograron hacer dudar a su mente, creyó ser responsable del dolor.

Aborreciendo su existencia creó una razón para seguir, destruir por completo lo que quedaba de su persona. Ya no era mucho, sólo aquel cuerpo que mantenía su vida. Así, con una decisión clara, se enfundó en una gran armadura de hierro, dejando los espacios necesarios para su  tortura. Se despreció y maldijo, castigándose de toda manera posible como pago por  todos sus errores, entre ellos el principal fue su existencia.

Un día sintiéndose sin fuerza alguna para buscar más maneras de torturarse y viendo que la armadura se había esfumado, con una gran tristeza en su corazón, tomó una última decisión, no sentía merecer el aire, ni los rayos de luz del sol, no quería estorbar más, prefería dejar de ser una carga para el mundo, sufría porque sabía que lo había intentado con toda su fuerza, hizo lo que pudo, pero jamás nada funcionó.

Cerrando sus ojos a la claridad, el llanto retenido oprimiendo su garganta, sintiendo como el aire ya no entraba bien a sus pulmones, en sus pensamientos la frase “se acabó”.  Dejando así su último suspiro, erradicó lo único que quedaba de su existencia en este mundo, su cuerpo.

Sus seres queridos lloraron y lamentaron su partida, no entendían su decisión, pero eso era algo hipócrita, pues estos fueron verdugos en su vida, y a la vez  se volvieron testigos silenciosos de su dolor, sólo obviaron su existencia, convirtiendo a una persona necesitada de ayuda en invisible, confirmando así que esa era la mejor decisión.

Esa alma dolida con aquellos que no supieron reconocer su valor, ya descansa de todos sus tormentos, encontrando  la paz que jamás tuvo, se fue sin ningún rencor, sólo la culpa de no haberlo hecho mejor, esperando que si existe otra vida, en esta pueda ser feliz.

 

A estas alturas de la vida no alcanzamos todavía a entender que nuestras acciones y palabras pueden llegar a cobrar vidas, en ocasiones no es nuestra intención lastimar, pero no sabemos que carga estamos poniendo en la espalda de los otros, no cuesta nada ser amable, brindemos nuestros brazos a aquellas personas necesitadas de consuelo, demos un rayo de luz y esperanza a aquellos en tinieblas, no hay nada más hermoso y gratificante que ver a una flor muerta renacer, como una flor de loto…

 

                                                                                               Por, Yajaira Rodríguez.

Jalisco (México).

 

 

Reseña del Autor

Mi Nombre es Eréndira Yajaira Figueroa Rodríguez,  tengo 23 años, soy mexicana, estudié derecho, pero mi pasión es la psicología. En realidad no tengo mucho que contar de mí, no quiero que me conozcan, mi intención es hacer que un mensaje llegue.

 

Revisó: Erika Molina Gallego (Editora Narraciones Transeúntes)

 

“Un texto que nos invita a la reflexión, la situación de miles de personas que, tal vez, sólo necesitan una sonrisa”.

La Alborada: ¿tradición o vergüenza?

El primero de Diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la alcaldía y diferentes entidades públicas  y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Por, Erika Molina Gallego

El primero de diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la Alcaldía y diferentes entidades públicas y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Antioquia por lo general ocupa el primer lugar en número de quemados con pólvora durante las fiestas decembrinas, no aprendemos. No funcionan las prohibiciones, las multas, ni la vigilancia, porque como cosa rara, la policía se hace la de la vista gorda. Que somos los más emprendedores, los más innovadores y los más “verracos”  tal vez sí, tal vez no, depende de muchas cosas. Lo que sí es claro, es que de memoria estamos muy mal y que si la intención es demostrar poderío, ésta definitivamente no es la forma.

Campañas como No le metas fuego a la Navidad y la Huellatón no fueron escuchadas y aunque para muchos esta práctica ha menguado, la verdad es que la última noche de noviembre sigue siendo una pesadilla, una noche larga para una gran cantidad de personas, en especial para quienes tienen en sus casas niños pequeños y mascotas.

Aunque muchos de los que se divierten ruidosamente con este penoso evento piensan que es una “tradición” que ha estado desde siempre en Medellín, la realidad es que no es así, y su origen en lugar de ser motivo de celebración, debería ser motivo de vergüenza y tendría que ser erradicado por completo y de raíz, como muchas de las cosas que hacemos en Colombia casi por inercia, sin tener en cuenta de dónde vienen, cuándo nacieron o quiénes fueron sus creadores.  La Alborada no nos identifica, lo hace con aquellos que quisieron sembrar en nosotros la sombra del mal, y que tristemente, lo lograron.

En 2003 Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ llenó a Medellín de pólvora para celebrar la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia ―AUC. Las explosiones fueron largas y ruidosas y tristemente se han repetido año tras año hasta la actualidad. Somos un país sin memoria, no sabemos o no queremos saber, y a pesar de todas las razones de peso que existen para dejar de lado esta penosa herencia que nos dejó el paramilitarismo, seguimos disfrazándola de fiesta, de tradición, casi de patrimonio. La hipocresía nos consume, mientras nos indignamos porque en el exterior no nos bajan de “traquetos” y nos tratan con toda clase de improperios y todos los días nos quejamos, de la delincuencia, de la violencia, de la corrupción, de todo, hacemos apología al delito en cuanta ocasión encontramos.

En esta práctica de bienvenida al mes de diciembre, no hay distinción entre jóvenes, adultos, e incluso niños, las emergencias no se hacen esperar y los quemados van a parar a urgencias amargando la navidad de ellos y de sus familias. Las excusas son muchas, la más escuchada: “diciembre sin pólvora no es diciembre”. Las redes sociales son inundadas de imágenes y videos de luces y explosiones por toda la ciudad, se presumen con orgullo, como si fuera un logro, una medalla, un reconocimiento, algo digno de mostrar.

Los quemados no son las únicas víctimas, los animales y el medio ambiente son los más afectados. Las mascotas se estresan, se desesperan y hasta pueden llegar a sufrir paros cardiacos, pues su capacidad auditiva es mayor a la del ser humano, las aves se desorientan, huyen de sus nidos y en muchos casos no regresan,  y el aire de Medellín, ya bastante deteriorado, se cubre de tóxicos, mismos que van a parar a los pulmones de todos los ciudadanos, incluso de aquellos que odiamos la bendita alborada.

La quema de pólvora además de ser dañina y peligrosa, es ilegal, y esto todos lo sabemos, pero aquí todos somos “muy vivos” y no falta el vecino, el amigo y hasta el “tombo” que la consigue, eso es lo de menos. El placer y la adrenalina que genera lo prohibido nos consumen, y las explosiones más que para celebrar, retumban con fuerza para demostrar a las autoridades que al final, siempre hacemos lo que nos plazca.

Esto no es Medellín, al menos no es lo que siempre fue, no debe ser lo que aprendan las nuevas generaciones, ni lo último que recuerden los viejos antes de morir.  Medellín es belleza, calidez, amabilidad, solidaridad, un lugar en donde todos se sienten como en casa, es el chocolate de la abuela, y sus interminables historias, es campo y ciudad, debe ser civismo y educación, y aunque ya hemos logrado mucho después de años de estar sumidos en un terrible lodazal, terminar con prácticas como La Alborada sería un paso más hacia la libertad que tanto añoramos, una real, sin restos de la anticultura que nos dejó el paramilitarismo.

Por, Erika Molina Gallego

@Erikamolina122

Una vuelta de tuerca

Sheppard corría, después de haber robado ese almacén, tenía que hacerlo; llevaba esmeraldas, amatistas y un caro y precioso diamante en una pequeña bolsa.

Por, Irving Pacheco Gutiérrez

Capítulo 1. El escritor

“Bien, aquí vamos de nuevo, supongo que iré por marihuana mientras escribo, mejor alcohol, mejor ambos”.

 

15 minutos después…

 

Sheppard corría, después de haber robado ese almacén, tenía que hacerlo; llevaba esmeraldas, amatistas y un caro y precioso diamante en una pequeña bolsa. Un botín pequeño pero cuantioso, que logró sacar antes de que sonara una alarma. Sheppard quería sombras que lo ocultaran y sólo encontraba haces de luz hechos círculos. Unos matones, dueños de la luz buscaban a alguien con ella, querían ver, hallar algo, hallar al ladrón, a él.

Al final del bloque de bodegas  del que huía, tropezó con la visión de un bote amarrado al ( ______ ) a orillas del puerto, la noche lo cubría bien, pues las farolas no servían en esa zona, subió al bote y respiró con gran esfuerzo, tuvo un minuto de paz antes de que uno de sus cazadores lo enfocara con la lámpara.

— ¡Ahí está! — gritó uno. Dispararon.

“Creo no sirve, de cualquier modo, ni siquiera encuentro la palabra para la cosa con la que amarran los botes en el puerto, y ¿quién usa la palabra matones? Eso es demasiado de los setenta, pfff mala idea. Mejor empiezo de nuevo”.

Esta es la historia de un ladrón; por ahora, nos interesa la situación: está corriendo, robó gemas y se equivocó de víctima, media docena de mafiosos lo persigue por un bloque de bodegas cerca de un río, respira con dificultad y busca evitar las lámparas que con mucho ahínco lo buscan, sus dueños lo quieren, el botín es valioso y no dejarían que un ladronzuelo se los quitara con tan sólo el esfuerzo de sus piernas.

Por radio les anuncian que ha doblado hacia “la zona” un lugar donde salir río abajo para deshacerse de los cuerpos y que misteriosamente siempre tiene las farolas descompuestas, los impuestos no sirven en esa parte de la ciudad, al parecer. Ya lo tienen, sólo disparan.

“Mejor, pararé un rato e iré por cerveza”.

— ¿Entonces se muere? —

—Pero como sabré yo eso pelotudo, que escriba lo que quiera y que por mí termine la historia como le plazca—

¡Mierda! esto no es lo que yo quiero. Necesito decirle a Sheppard.

 

Capítulo 2. El aviso

— ¡Agáchate! — Gritó una voz.

Sheppard reaccionó por instinto y más que agacharse se tiró de bruces al río, “¿Qué está pasando?” Retumbaba su cabeza y una voz le alentaba, ¡Vamos! ¡Vamos!. Aún agitado, nadaba pegado al muro lleno de musgo, había una especie de flashes y sonidos sordos que interpretó primero como cañones y luego como silbidos  ya dentro del agua, “disparos” pensó con miedo y la adrenalina al mil por ciento.

—Escucha chico: quiere matarte—

— ¿Quién eres? —

— Quiere matarte, búscalo, tiene tu historia—

— ¿Qué? —

— ¿Pero de qué hablas? ¿Dónde estás?—

—Búscalo, calle Hawkins N° 31—

La voz desapareció, Sheppard se desmayaba, los perseguidores habían desaparecido por alguna extraña razón. “Tiene tu historia” se repetía en su cabeza.

Continuará…

 

Por, Irving Pacheco Gutiérrez

Alvarado (Veracruz, México)

 

 

Reseña del Autor

Irving Pacheco Gutiérrez  31 de Julio 1991. , Nace en Alvarado,  México  viviendo la mayor parte de su vida en Lerdo de Tejada, donde desarrolla el oficio de Auxiliar contable, nihilista y escritor de ocasión a raíz de una infancia interesada en libros y estudio por cuenta propia.

Autores favoritos: VIctor Hugo, Jhon Katzenbach, Italo Calvino, Anne Rice, Isaac Asimov, Thomas Mann entre otros.

Revisó: Erika Molina Gallego (Editora Narraciones Transeúntes)

“Tiene una enorme capacidad para transportar  al lector al  interior de la historia, y de hacer sentir eso, que en algún momento, todo escritor experimenta”.

‘Popeye’: un camino hacia la fama cubierto de sangre

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas.

Por, Andrés Angulo Linares

Cerca de trescientos asesinatos ejecutados por él mismo y alrededor de tres mil, en los cuales tuvo participación indirecta, son las cifras que resumen a grandes rasgos la carrera criminal de Jhon Jairo Velásquez como jefe de sicarios del Cartel de Medellín.

585 mil seguidores en YouTube, un promedio de más de 100.000 reproducciones alcanzan sus videos en dicha plataforma, dos libros de su autoría, uno de ellos escritos en prisión y más de 53.000 seguidores en Twitter, son las cifras con las cuales puede resumirse la actualidad mediática de ‘Popeye’.

La fama es un espacio reservado para unos cuantos y sus caminos son tan diversos como opuestos, no siempre se alcanza la cumbre siendo un ejemplo de vida, todo lo contrario, en ocasiones, la popularidad termina siendo un homenaje para los individuos que han dedicado su vida a construir tragedias ajenas.

La fama no lo abandonó en ningún momento, junto con el arrepentimiento por sus crímenes, el confeso asesino, se ha hecho popular en las plataformas digitales, su comportamiento no dista mucho de los ‘youtubers’ más reconocidos del momento, firma autógrafos, se toma ‘selfies’ con los transeúntes que lo asedian cuando lo ven por la calle, sus opiniones políticas expresadas en Twitter causan impacto y algunas de sus entrevistas alcanzan millones de reproducciones, es toda una celebridad. ‘Popeye’ arrepentido, como se hace llamar en YouTube, ahora recorre los senderos del estrellato en Internet.

El nacimiento de un mito

Una decisión puede cambiar nuestro destino de manera drástica e irreversible. Nacido en Yarumal Antioquia el 15 de abril de 1962, Jhon Jairo Velásquez desde muy niño sintió curiosidad por las armas de fuego, razón que lo motivó a integrarse a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Barranquilla y luego a la Escuela de Oficiales de la Policía en Bogotá siendo aún menor de edad, sin embargo, la legalidad no representaba para él ningún aliciente, por lo cual terminó retirándose de una carrera que apenas estaba comenzando.

Su regreso a la capital de Antioquia marcó el inicio de un nuevo camino al lado de Pablo Escobar. En el Cartel de Medellín se destacó y logró ascender rápidamente hasta convertirse en uno de los hombres de confianza del ‘Patrón’. Abnegado y obediente antes las órdenes recibidas por Escobar, ‘Popeye’ se convertiría, de esta manera, en leyenda.

En entrevistas dadas a los medios, confiesa sin remordimiento los atentados perpetrados con bombas, en los cuales participó, sus asesinatos y el día en el que ordenó matar a Wendy Chavarriaga, su novia por aquel entonces, por petición directa del ‘Patrón’.

En 1992 se entregó a las autoridades y fue condenado a 24 años de prisión en la cárcel de Cómbita. De esta manera llegaba a su fin el camino que años atrás había elegido.

En el marco del cumplimiento de su condena confesó sus crímenes y sus declaraciones fueron definitivas para resolver otros tantos, entre los cuales se incluye el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, ordenado de acuerdo con las pruebas presentadas, por Alberto Santofimio Botero, destacado político en aquellos años.

Podría decirse que su constancia, disciplina y, ante todo, su lealtad ante Escobar, le dio el reconocimiento del que ahora goza de manera increíble en un sector de la sociedad que, al parecer, por las interacciones generadas en redes sociales con sus intervenciones, siente admiración por un hombre que en su espalda carga con la desgracia que él mismo provocó en miles de familias que se privaron de sus seres queridos, gracias a su eficaz acción.

Colombia: país en el que se rinde homenaje a los criminales y se olvida a los héroes

Ser crítico en nuestro país es una cuestión de valientes ejercida por algunos pocos, pues el costo de enfrentarse y de denunciar a los políticos y organizaciones  criminales del momento, suele tener un costo que en muchas ocasiones sólo es cubierto con la muerte. Así, de esta manera, Jaime Garzón, fue asesinado un 13 de agosto hacia finales de los 90.

En YouTube reposan sus recuerdo en miles de videos, episodios de sus programas, entrevistas, documentales y demás homenajes que se han producido alrededor de la imagen del fallecido humorista, ninguno de éstos supera las 800.000 reproducciones. Hoy es recordado cada aniversario de su muerte y en el ‘Garzonazo’ de RCN radio, durante unos cuantos minutos al día. Sin Internet, seguramente, sería reducido a un triste episodio de la historia política del país. Su voz, como la de muchos otros, fue silenciada y su heroica labor podría estar muy cerca del olvido total.

En enero del presente año, YouTube le otorgó a ‘Popeye’ arrepentido el Botón de Plata por los más de 220.000 seguidores que tenía en ese instante en su canal.

Las entrevistas que le han realizado alcanzan hasta las ocho millones de reproducciones. Su vida es narrada como si se tratase de una película de acción a las que nos ha acostumbrado Hollywood, las dificultades que pasó en su infancia, las acciones que lo llevaron a ganarse un espacio de importancia en el Cartel de Medellín son contadas con cierta emotividad y su aspecto humano sobresale a través del arrepentimiento que ha manifestado y por algunas acciones sociales que ha llevado a cabo, para evitar que jóvenes caigan en el agujero que representa el crimen, a partir del dinero fácil.

El arrepentimiento es el resultado de un ejercicio reflexivo que nos cuestiona sobre nuestras acciones y nos da, en muchos casos, una valiosa oportunidad para el cambio. Para ‘Popeye’, su discurso, el perdón que pidió a sus miles de víctimas y sus acciones sociales (Ver más), se contradicen con las declaraciones que él mismo ha hecho por diferentes medios, por su cercanía con los grandes capos de la actualidad y por la lealtad que aún guarda por su gestor Pablo Escobar Gaviria.

“Si Pablo Escobar volviera a nacer, me iría con él sin pensarlo”, declaró en una entrevista que concedió a Revista Bocas el 28 de agosto de 2014.”

El 9 de diciembre ‘Popeye’ se encontraba en la fiesta en la cual fue capturado Juan Carlos Vallejo ‘Tom’, poderoso narcotraficante colombiano, mientras celebraba su cumpleaños, sobre él se ofrecía una recompensa de 2.000.000 millones de pesos.

Para la Fiscalía, Velásquez estaría quebrantando los compromisos pactados para que se le pudiera otorgar la libertad, tras haber cumplido 23 años y 3  meses de condena, y solicitó la revocatoria de su libertad. Para ‘Popeye’ su presencia en el lugar de la captura de ‘Tom,’ obedecía a un evento social y dejó conocer sus airadas respuestas en su cuenta de Twitter:

«No le temo ni a la cárcel ni a la muerte».

«Hola aparecí. Las Ratas miserables que están hablando lo que no Es. Hablar sin conocer lo qué pasó es muy fácil. Eso es de las Ratas del sí. Estaba en una fiesta y pasó lo qué pasó. No es delito ir a una fiesta. Por eso me liberaron»

«No le tengo miedo a lo que le temen las Ratas del sí. Si hay que ir a prisión. Voy. En poco tiempo estaré de nuevo atacando este maldito gobierno. No le temo ni a la Cárcel ni a la muerte. Soy un guerrero y como tal. Me comporto. Soy una figura pública y puedo ir donde sea»

“Ahhhhh se me olvidaba. Fiscalía olvidesen de mí para todos los casos del cartel de Medellín. Busquen otro que les ayude hasta acá llego yo. Chaoooo pescado.” (Sic)

Rating versus ética

El flagelo del narcotráfico permeó nuestra cultura y ante el mundo la imagen del país quedó reducida a este pasaje de nuestra historia, que sumados a la violencia concebida desde grupos paramilitares, guerrilleros, BACRIM y en ocasiones, desde el mismo Estado y la corrupción política han creado un estigma en el exterior, que somete a los colombianos a calificativos infames.

Colombia ha sido protagonista de numerosos episodios en distintos ámbitos que nos permiten mantener el orgullo en alto. Grandes y destacados deportistas, científicos que brillan en el exterior por su aporte en diversas áreas, eventos culturales de gran magnitud, territorios ricos en flora y fauna, artistas reconocidos mundialmente y otros factores forman parte de los logros que el país ha obtenido a lo largo de los años. No obstante, los medios de comunicación privados nacionales y ahora Netflix se han encargado de arraigar el narcotráfico como parte de nuestra cultura, con contenidos que, contradictoriamente, reciben una gran aceptación en una parte de la sociedad.

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas, en los programas de Señal Colombia y en otros contenidos comunicativos, que no cuentan con la misma difusión que los productos de los canales privados.

Se exalta la trayectoria criminal y se deja de lado las historias dignas de ser contadas. La memoria del país está siendo narrada desde las ‘narcoseries’, dándole prioridad a la versión de los victimarios sobre la de las víctimas. La reivindicación de éstas ha sido plasmada en documentos académicos e investigaciones de organizaciones sociales de difícil acceso o, por lo menos, no tan difundidas.

“Mientras que la historia oficial dice que Maza Márquez, Rosso José Serrano y el Gobierno derrotaron al narco, ‘Escobar, el patrón del mal’ cuenta la historia de sobrevivencia y heroísmo de Pablito y el ‘Cartel de los sapos’ es la versión narco de nuestra historia contra los narcos.”, afirmó Omar Rincón, director del Ceper (Universidad de los Andes) y crítico de televisión del El Tiempo, en su columna de opinión del 6 de septiembre de 2015. (Ver más)

La trayectoria criminal de Jhon Jairo Velásquez, como la de otros tantos criminales, debe procurar la construcción de memoria para la no repetición y para la reparación de las víctimas, su testimonio es fundamental para esclarecer los hechos acontecidos en la época en la que el narcotráfico sembró el terror y permeo la política del país, su integración a la legalidad debe respetar los compromisos adquiridos y su vida debe ser tomada como ejemplo para evitar que los más jóvenes se conviertan en lo que, él mismo ha definido, como una generación pérdida.

Por, Andrés Angulo Linares

Billy Elliot en Niumpaloal´Arte

Los próximos Viernes 19 y Sábado 20 de Enero, Niumpaloal´Arte se despide de Colombia, actuando en el Teatro Lamama de Bogotá. Y lo harán con el estreno absoluto en Colombia de su nueva producción «Escuela de Baile Billy Elliot».

Cuando: 19 y 20 de Enero a las 7:30 pm

Donde: Teatro Lamama, Bogotá Calle 63#9-60

Precio: 15.000 pesos en preventa y 20.000 en taquilla.

Información y reservas: 3176248977 y niumpaloalarte@gmail.com

Sinopsis:  Han transcurrido más de 30 años de la aparición de Billy Elliot en la gran pantalla, en la cual terminaba entrando en una escuela de Danza en Londres, pero no se sabe qué fue de él después. La película termina, pero la vida de los personajes continúa, ¿cómo trató la vida en el futuro a Billy Elliot?  En –“Escuela de Baile “Billy Elliot”- volveremos a ver a Billy en la actualidad dirigiendo su escuela itinerante  junto con su fiel ayudante Magui. Viajan por el mundo en búsqueda de un mecenas que les ayude a comprar la Royal Academy of Dance in London de dónde Billy fue expulsado. ¿Pero es el triunfador que todos esperábamos? ¿Sus métodos son los más ortodoxos? Bajo el lenguaje del clown, el mimo corporal y la danza nos adentraremos en esta historia cómica  a la vez que dramática de dos personajes que fracasan y sobreviven a partes iguales.

Editorial: Esos diciembres que no volverán

La cuadra, por aquellos finales de los 90, era vestida con los colores de la navidad. Vecinos por aquí, vecinos por allá, pintado los andenes, las calles y las fachadas. Las vías eran cerradas algunas horas para evitar que los dibujos hechos por aquellos talentosos, que con esmero donaban su arte, fueran arruinados por algún desprevenido, que contemplando el cielo de la Navidad, no se percataba que estaba dejando, literalmente, su huella sobre la cara de Papa Noel. Algunas calles aún están grabadas con un entusiasta letrero: Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo 1999.

Los vecinos, haciendo gala, de sus mejores aparatos radiofónicos, ponían a sonar a Pastor López, los bajos de la orquesta del artista venezolano, retumbaban por toda la cuadra. Cerveza por aquí, cerveza por allá. Durante todo el año era posible que los miembros de la comunidad no cruzaran palabra alguna, pero en diciembre todo el mundo es bonito, saludos por aquí, saludos por allá.

Los mechudos del barrio, los mismos que durante el año se veían “estirando trompa”, en diciembre, muy a su manera, se integraban al trabajo comunitario. Chistes por aquí, chistes por allá.

Los más chicos esperaban la tan anhelada fecha con ansias. La Navidad, para los niños, en verdad es mágica.

La novena integraba a la comunidad, el mismo parafraseo año tras año y lo más divertido eran los villancicos y, por supuesto, la comida que ofrecía la casa anfitriona que organizaba algunos de los nueve días.

La música de diciembre era, precisamente eso, música de diciembre. Qué importa que el baile no fuera lo propio de algunos individuos, si Pastor López, Rodolfo Aicardi, Los Corraleros de Majagual y otros, con sus canciones, hacían mover las piernas de todos, incluso, las de los más troncos y amargados.

Los tiempos han cambiado, diríamos pues, que por fin llegó la época más esperada del año. Sin embargo, gracias a Candela Estéreo, Olímpica Stereo, Radio Uno, entre otras más, que desde febrero inundan las ondas radiales con la música tradicional de esta fecha, diciembre comienza a sentirse desde principio de año.

El comercio en general se viste de rojo y verde desde mitad de año y la decoración decembrina empieza a verse desde octubre. Así es muy complicado. Quizás ya somos adultos, los tiempos ya no son los mismos y a las viejas tradiciones han sido adaptadas nuevas costumbres.

Sigue siendo una época en la que todos pretendemos ser bonitos, en últimas de eso se trata, de olvidar las dificultades que a lo largo del año se hicieron presentes, de olvidar también las ofensas y de dejarse contagiar por eso que llaman el espíritu de la Navidad. No obstante, la integración de los vecinos en las grandes ciudades ha sido, con el tiempo, mermada.

El 24 de diciembre era, por aquellos años, la fecha en la que casi en todas las cuadras había una fiesta. Baile por aquí baile por allá. –“¿Eres la hija de doña Bertha?, yo soy el hijo de don Luis, no te había visto”. Sí, también era la fecha en que conocíamos a las vecinas. Estos últimos años han sido algo distintos, al menos en el lugar desde donde esta editorial fue escrita.

La Navidad, aunque ha cambiado, aún conserva cierto encanto que contagia, así sea un poquito, a los amargados más radicales. Estaríamos seguros que no hay metalero que haya escapado victorioso de Pastor López o que no haya sido abrazado por un vecino mayor entusiasta que le diga: “Mijo, yo lo conozco desde que era así de grandecito”. No creemos que haya algún rebelde sin causa, que durante todo el año vocifera en redes sociales su postura contestataria y disidente al comercio capitalista que en diciembre hace su agosto, que no haya recibido un afectuoso saludo de sus viejos, rogándole con más sentimientos que argumentos, que cambie, que dios lo bendiga. No creemos que haya alguien que en el Año Nuevo no haya dejado escapar, en algún momento y por alguna razón, una lágrima de nostalgia por aquellos que ya no están.

En diciembre todos somos bonitos, de eso se trata, entonces, aprovechemos la oportunidad y, aunque sea por un instante muy pequeño, dejemos que –eso que algún día nos dijeron que era la magia de la navidad– nos contagie.

No dejaremos de ser rebeldes, no dejaremos de ser rockeros, ni mucho menos disidentes, porque un día al año nos entreguemos a esa música viejita que nos hace mover los pies.

A celebrar y, por qué no, a reconciliarnos con el otro.

Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo disidente.

Por, Rugidos Disidentes

El libreto

Un nuevo embarazo en la familia, la noticia se esparce rápidamente, la alegría y el jolgorio no se hacen esperar. Desde ya todos empiezan a adivinar “¿qué será?” niño o niña, si la ropa será rosa o azul, si se va a parecer a la madre, al padre…

 Por, Erika Molina Gallego

El principio de todos los males

Un nuevo embarazo en la familia, la noticia se esparce rápidamente, la alegría y el jolgorio no se hacen esperar. Desde ya todos empiezan a adivinar “¿qué será?” niño o niña, si la ropa será rosa o azul, si se va a parecer a la madre, al padre…

La criatura no ha empezado a formarse y ahí está todo el mundo, decidiendo su vida, cómo se llamará, a qué escuela irá, en cuál dios creerá. Lo han imaginado perfecto, educado, bonito, decente y obediente, sobre todo obediente.

Ha nacido niña, tiene vagina, así que eso la hace niña; al menos así debe ser, tendrá que comportarse como toda una dama, perfectamente femenina, aprenderá a sentarse con las piernas cerradas, a tender su cama, a quedarse callada, a jugar con muñecas, a ser madre.

Ha nacido niño, tiene pene, eso lo hace niño; al menos eso quieren creer, tendrá que aprender a ser “macho” a jugar con carros, a no llorar, a ser fuerte, todo un “varón”.

Los primeros años son una maravilla, risas, juegos, mimos y principios rectores, pura felicidad, pero en cuanto la criatura empieza  a pensar, todo cambia. Llegan las peleas, los castigos, la imposición, la dictadura. Y es que para una sociedad en la que la obediencia es sagrada, atreverse a pensar diferente es un verdadero pecado.

La adolescencia llega y todo es un conflicto, se empieza a salir del camino, de lo que han planeado para él, y se desata el caos. Ya no le gusta la música de sus padres, ni la ropa que ellos le ponían, cuestiona sus órdenes y pensamientos, todo se descontrola y la felicidad que antes proporcionaba se va al carajo.

La ley de la vida

Una gran parte de la población de nuestra amada Colombia tiene la misma percepción de la vida, la misma visión, las mismas expectativas, y es que, tristemente, basados en nuestra idiosincrasia, el machismo, la religiosidad y el conservatismo que nos ha caracterizado, han implantado en nosotros un chip, un formato, un libreto, que nos dice exactamente cómo tenemos que vivir, los roles que nos corresponden según nuestro género y hasta la edad en la que debemos tener un trabajo, casarnos, y la cereza del pastel: tener hijos.

Alguien que decidió vivir su vida libre de los preceptos establecidos; ese que nunca maduró, nunca sentó cabeza, aquel que se atrevió a perseguir un sueño, quien dejó de hacer lo que su familia hizo toda la vida o aquel que simplemente no permitió que decidieran por él, es tildado de loco, vago, descarriado, para él hay una lista interminable de adjetivos, y no precisamente positivos.

Pero ningún “pecado” es tan grande, ninguno ofende tanto, nada hace hervir más la sangre de todo nuestro amado entorno, que el hecho de no querer tener retoños.

Para la mayoría de las personas, de todos los estratos, de todas las edades, creencias y posiciones políticas o religiosas, tener hijos debe ser un hecho casi inamovible, que tendría que estar en los planes de hombres y mujeres. Las razones son muchas, preservar el apellido, darle nietos a los padres, llevar al punto máximo la esencia y motivo de nuestra existencia, no estar solos en la vejez: “los hijos son la base de la familia” “¿entonces uno para quien trabaja?”…

Puedo quedarme citando cientos de frases que a diario se escuchan por aquí y por allá, razones sin sentido que simplemente se han dedicado a repetir como disco rayado, de generación en generación, hasta el punto de crear en la mente de quienes las escuchan la convicción de que tener hijos es casi una obligación con la sociedad. “¿Qué le vamos a hacer? Esa es la ley de la vida”.

Todos al ataque

La presión se ejerce desde todos los frentes, el primero de ellos es la familia. Las reuniones familiares se convierten en una pesadilla para aquellas parejas que desean disfrutar de su vida felizmente sin chiquillos gritando por toda la casa. Su “situación” es el tema central y los comentarios infortunados no se hacen esperar, las preguntas incomodas son el plato fuerte y la frasecita “les hace falta un niño” hace que corran del lugar en la primera oportunidad. ¿Cómo carajos saben lo que les hace falta? Tal vez sólo necesiten unas cuantas cervezas más en su refrigerador.

El segundo cañón es disparado en el trabajo, no es sino que sea el día de la madre, del padre, de la virgen del Carmen, del árbol… cualquier día es bueno para sacar a relucir los logros y travesuras de los hijos de todos los compañeros –lo cual está perfecto– si no fuera por el pequeño detalle de que al final te dicen simpáticamente: “¿para cuándo los tuyos?”, “ya estás en edad, te está dejando el tren”, “¿es que no te gustan los niños?”

La presión es realmente asfixiante y llega al punto de que la “víctima” en cuestión, termina peleando con todo el mundo o aislándose, casi completamente, para no tener que soportar los dardos llenos de veneno.

Las explicaciones nunca son suficientes y aunque se tengan miles de razones –que por supuesto no tendrías que recitar– ellos jamás entenderán.

Los datos

Según cifras preliminares del Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE, en 2017 se han reportado  311.972 nacimientos y según el Banco Mundial, a 2016 Colombia tenía 40 habitantes por kilómetro cuadrado, 29 más que hace 50 años. La población crece de una manera descontrolada, como también lo hacen la contaminación, la violencia y la descomposición social, mientras se reducen los recursos hídricos, el espacio y la tranquilidad.

La economía de las familias cada vez es más precaria, muchos gastos, muchos impuestos, muchas facturas, muchas preocupaciones, y claro, muchos hijos, niños que no irán a la universidad, que no cumplirán sus sueños, que seguramente tendrán que trabajar, como sus padres, en lo primero que encuentren para poder sobrevivir, mentes en las cuales implantarán los mismos preceptos, el mismo ciclo de vida: naces, creces, te reproduces, te reproduces, te reproduces, mueres.

Las verdaderas razones

Por supuesto, nadie piensa en esto, o por lo menos, no la mayoría, y los que nos atrevemos a pensar un poco en que la vida es mucho más que tener un chiquitín entre los brazos, somos duramente atacados.

Ahora, mientras contempla la cara de sus hijos, sobrinos, nietos o cualquier niño que tenga cerca, piense, vale la pena detenerse un poco y reflexionar en el futuro que les espera. No se trata de satanizar la reproducción, por eso estamos aquí, se trata de hacer una elección libre y consciente, sin presiones, sin seguir ese libreto que otros han escrito por nosotros, esos que no van a solucionar nuestras vidas. Tampoco se trata de que odiemos los niños, al contrario, se trata de que los que lleguen, lo hagan bien, y no de llenar el mundo de criaturas infelices, simplemente porque “esa es la ley de la vida”.

Empecemos a entender que cada quien es libre de elegir, de tatuarse, de viajar, de no querer estar encerrado en una oficina, de estudiar música, arte o literatura, y sí, también contaduría, derecho o teología.

Que es igual de respetable querer tener un niño, un perro o un gato, y que debe ser una decisión consciente, es hora de tener una visión más amplia, de salir del molde, de romper los esquemas, de dejar de pensar en el que dirán. Nuestra responsabilidad con la sociedad no es llenar el mundo de habitantes, es tratar de que, los que ya estamos, vivamos mejor.

Por, Erika Molina Gallego

erikamolina@rugidosdisidentes.co

Belleza

Shampoos, tinturas, secadora y planchita, o permanente.
Manicure, pedicure, rouge, sombra y rubor. No alcanza.
Extensión de pestañas, uñas esculpidas, cremas, aceites, mascarillas.
¿Qué más hace falta?

Por, Giuliana Bulus

Shampoos, tinturas, secadora y planchita, o permanente.
Manicure, pedicure, rouge, sombra y rubor. No alcanza.
Extensión de pestañas, uñas esculpidas, cremas, aceites, mascarillas.
¿Qué más hace falta?

Publicidad excluyente, publicidad que miente.
Risas, retoques, Photoshop. Joven, alta, linda, delgada.
Femenina, hetero, madre, feliz, perfecta.
Publicidad que adoctrina, la belleza se comercia.
Oferta y demanda.

Y el tiempo pasa.
Bótox, lifting, liposucción, implantes, bisturí, magia.
La belleza es una cuestión de accesibilidad económica.
La belleza es peligrosa. No alcanza.

Verano: no hay tiempo. Balanzas y cintas métricas.
Dietas, Anorexia, Bulimia, atracón, vigorexia, Curvas, Abdominales.
La belleza se mide y se pesa.
Carne que sobra, carne que molesta ¿A quién? No importa.
No alcanza.

Un evento: no hay tiempo. Talles chicos, talles únicos.
Zapatos, ropa, cartera, brillantes, lo nuevo, lo último, lo más importante.
La sonrisa y el mejor perfil, las fotos y los filtros.
La belleza tiene que pasar el examen.
No alcanza. Basta.

El modelo de belleza es un cuento. La vida no apaga el motor.
Acéptate, ámate, sé quién sos.
No pierdas más tiempo.
Belleza sos vos.

Por, Giuliana Bulus

El morbo en los medios

El morbo es el interés que hace que las personas sientan deseos de ver, oír, oler, sentir o a hacer cosas que estén catalogadas como malas…

Por, Alejandra Vásquez

Los medios de comunicación rigen nuestro comportamiento y crean tendencias, a partir del uso del morbo y de la cosificación de la mujer. Ningún formato ha escapado de esta tendencia: los noticieros, la publicidad, el cine, entre otros, han explotado con éxito la inclinación del ser humano hacia la búsqueda de productos comunicativos que satisfagan sus deseos más ocultos.

En un breve recorrido de 2 minutos con 49 segundos, Alejandra Vásquez nos lanza una aguda crítica a los medios de comunicación y nos exhorta a nosotros, como sociedad, para que decidamos que contenidos consumir y cuales no.