Festival del diablo, la reiterada gran promesa de la música pesada en Colombia, volvió a hacer sus proezas. Desde su segunda versión quedó la ansiedad entre el público de la música extrema a nivel nacional, por la espera deuna nueva entrega.
Por, Duvan Gómez
Festival del diablo, la reiterada gran promesa de la música pesada en Colombia, volvió a hacer sus proezas. Desde su segunda versión quedó la ansiedad entre el público de la música extrema a nivel nacional, por la espera de la nueva entrega, y como el diablo no decepciona, nos trajo toda una horda infernal de bandas meritorias, a pisar el escenario del averno ya conocidas por toda la legión, las tarimas Súcubo e Incubo, y como si fuera poco, el majestuoso decidió incorporar una nueva tarima alterna, la tarima del Hardcore/Punk, porque el diablo complace a su legión.
A continuación les contamos todo lo que aconteció en esta sede del averno ubicada en medio de las poderosas montañas y pinos de la vía a la Calera, que protegieron la legión de cualquier distracción que la alejara del sendero del diablo.
La embarcación al averno
La partida hacia el averno la tomamos por parte de las chivas infernales a disposición en la calle 74 con cra 11, donde la legión, con su buen comportamiento, se organizó en filas para tomar su respectivo transporte hacia la tierra del metal prometida por el diablo y donde nos encontramos dentro de la embarcación a los integrantes de la agrupación Riptor, quienes serían los encargados de continuar la celebración luego del cierre de las bandas principales con un karaoke lleno de mucha cerveza, así que se podía observar la predisposición y compromiso con el festival, además de la cita con las bandas nacionales ya que fuimos la primera embarcación en partir, a las 11:30 am aproximadamente, en un trayecto tranquilo y desconcertante en cuanto al recibimiento que nos iba a tener el maligno.
Llegada al averno
Luego de un trayecto amenizado por los bellos paisajes de las afueras de Bogotá, llegamos al acontecido lugar en menos de lo que canta un diablo, nos encontramos con la sorpresa de que ya había llegado toda una horda con legiones de distintas partes del país y uno que otro extranjero de países vecinos. Vimos miembros de bandas que habían participado en versiones anteriores del festival como Guerra Total y Random Revenge, escuchábamos las conversaciones de las distintas regiones del país, identificando acentos del eje cafetero, de Santander, Boyacá, y alrededores de Cundinamarca.
Al bajar por el sendero del maligno, pasamos los filtros sin problemas, hasta llegar a la puerta principal, donde, al mirar sobre las rejas, podíamos ver lo que nos esperaba dentro, las dos tarimas Súcubo e Incubo a la espera de deleitar los exigentes oídos de los metaleros que venían con altas expectativas.
Al ingresar al averno, lo que primero nos llamó la atención fueron las tarimas donde se viviría uno de los días más esperados del año para el público metalero. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que se había incluido una gran pieza de metal en medio de las dos tarimas, con el rostro del bajísimo (no pudimos evitar pensar en la gran osamenta de vaca que siempre está presente en el Wacken open air), como señal de que siempre íbamos a estar vigilados para tener la mejor experiencia al ritmo de guitarras estruendosas, baterías pulsantes, bajos aplastantes y voces llenas de ferocidad y euforia.
Apertura a la fiesta infernal
Luego de un chequeo por el lugar, pasando por la zona de merchandising donde vimos tiendas como Maniac Shop y Rolling Disc presentes, nos acercamos a la tarima Incubo para escuchar a Patricio Stiglich Project, (también en Indio y últimamente Black Cat Bone) quienes con su rock/metal técnico/progresivo darían rienda suelta a las proezas del diablo, en medio de un sol picante, sorprendiéndonos con los riffs tocados al punto, una serie de solos de guitarra llenos de virtuosismo al estilo shred que caracteriza la banda, una batería llena de movimiento y el característico sabor en el bajo de Khaterine Arévalo –mejor conocida como Mad Katt– quien con unas sonrisas picarescas alentaba al público para disfrutar de la banda, mientras Patricio amenizaba la interpretación melódica con una voz tranquila y entusiasta que encajaba con ese estilo de música de altibajos emocionales. Tras cada aparición de un virtuoso solo de guitarra salía a relucir lo que había hecho la academia y lo que son actualmente, para merecer el puesto en el Festival.
Soulburner, la liberación de la bestia
Luego de la cálida aparición de Patricio, aparecería inmediatamente, en la tarima Súcubo, la bestia Soulburner, quien tomaría las almas de los asistentes para quemarlas bajo las llamas incandescentes de la poderosa y desgarradora voz de Diego Melo, que junto con la brutal velocidad de la batería de Alejandro Rojas dejarían aparecer el trono del Armagedón a través de una serie de canciones de toda la trayectoria de la banda, mostrando toda la furia del Soulburner en acción, posicionándose como un referente del Death Metal colombiano en todo su esplendor.
Larita’s Hell’s Kitchen
Como la jornada de metal que se venía era bastante fuerte, decidimos ir a visitar las calderas del averno para probar la gastronomía que el diablo nos tenía preparada. Encontramos allí una serie de bocados infernales, de los cuales optamos por la black burguer. Por fortuna hallamos que esta hamburguesa preparada por la Colombiana Lara Gallegos radicada en Estado Unidos, vendría siendo un manjar para los paladares, hambrientos de exquisiteces infernales. Tuvimos la dicha de probar una hamburguesa hecha con ingredientes traídos directamente de la plaza de mercado de Paloquemao, con carne koller bañada en salsa del averno, queso amarillo, tocineta frita, tomate y lechugas frescos, todo en medio de pan negro, que hicieron de la tarde algo más llevadero al no sucumbir por el hambre.
Más tarde durante el Festival, se crecieron las filas de manera descomunal, a pesar de tener 3 puntos de venta de tickets para la compra de alimentos y bebidas, llegando a haber filas que parecían interminables, pero más que algo negativo, lo percibimos como algo bueno, ¡Se le había crecido el chuzo al diablo!, por lo cual veíamos nuevas proyecciones colosales para las siguientes ediciones de este festival, que en su tercera versión ya estaba en boca de los grandes medios del país y dentro de los destinos de los metaleros extranjeros en busca de grandes festivales de música extrema que hay en el mundo. Una vez más, el diablo había hecho de las suyas, ampliando su legado y posicionándose como referente internacional.
Underthreat y la Triada Bermúdez
La aparición de la mítica banda Underthreat fue el detonante para la aparición masiva del público. No nos queríamos perder a una de las bandas más influyentes de la escena colombiana, quienes en ese momento se estaban tomando todo el festival en el lanzamiento de su nuevo trabajo discográfico titulado The Prison Within, a través de tremenda formación compuesta por Alejandro Rojas en la batería (el mismo responsable de liberar al Soulburner), Juan Burbano (que estaba de cumpleaños aquel día) en la guitarra y los hermanos David Bermúdez en el bajo y Nicolás Bermúdez en la guitarra y voz. La triada Bermúdez se tomaba el Festival ya que alterno a Underthreat, se encontraba tocando la banda Ataque de Pánico en la tarima Hardcore/Punk, donde las líneas del bajo estaban a cargo de Lina Bermúdez, hermana de Nicolás y David.
El show de Underthreat fue todo un éxito, el público se encontraba lleno de adeptos a la banda que conocían bien su trayectoria y trabajo discográfico, sabiendo así mover la cabeza al ritmo de las canciones de esta banda, que con bastante agresividad en la voz y unas guitarras devastadoras, estaban haciendo sus estragos en la tarima; un puesto merecido en el festival por el legado y trascendencia para la escena en el país y por la representación que David y Nicolás habían hecho de Colombia en su paso por la banda del reconocido vocalista Blaze Bayley (ex-Iron Maiden) con quien grabaron un par de discos, singles y DVD en Europa.
Chite y su Punk canchoso
Chite estuvo demorado en cuadrar su sonido, pero luego, se montaron a hacer un show con los mismos aires de estar en un toque de barrio con el público que los frecuenta, soltando así un repertorio lleno de contenido político canchoso, llevando alegrías a los perros viejos que fueron a verlos en la tarima Hardcore/punk ubicada en una pequeña plaza de toros, donde la arena se haría notar en medio del ‘pogo’ mientras los integrantes de Merauder, dentro del público, tanteaban el terreno donde tocarían más tarde, tomándose una que otra foto con los asistentes mientras pasaba el revuelo de Chite hasta finalmente explotarla con su clásico Harry plones.
Los viscerales Krueger
Más tarde fuimos a ver a Krueger de Venezuela, quienes venían a saldar la deuda que tenían con el Festival ya que en la versión pasada habían sido convocados pero no habían podido tocar por un imprevisto de último momento en el que se tuvo que operar la retina del ojo del vocalista, cancelando así su compromiso para el público colombiano. En esta ocasión Krueger decidió venir muy visceral, incluyendo imágenes sangrientas y de contenido gore en las pantallas de las tarimas, con contenido de sus producciones musicales, donde se podían observar alusiones a la película The human centipede, contagiando así a los asistentes de una neurosis colectiva tras cada sangrentada al público por parte de la banda y vaya sorpresa, tenían dos mujeres en sus líneas, Amelia Nieves en la guitarra y la colombiana Katherine Arévalo, sí, Mad Kat, (también en Patricio Stiglich Project y quien lanzó este año su proyecto propio Bent), demostrando así que la cuota femenina se estaba haciendo notar en las ligas del metal pesado, visceral, neurótico.
Criminal
Había llegado la hora de ver a los Chilenos Criminal, quienes tuvieron un percance por la típica congestión vehicular de la ciudad, causando que su vocalista Anton Reisenegger, luego de llegar al aeropuerto, llegara 30 minutos tarde al show, pero sin ser esto un impedimento, dejaron ver de que estaban hechos, mostrando los dientes y lanzando una ola de brutalidad del Death/Groove Metal suramericano que causaba estruendo entre la gran masa que estaba ya presente, luego, recordándonos su último paso por Colombia en Rock al Parque, para la gira promocional de su disco Dead Soul lanzado en 1997 y sin más que decir, sino más show que dar, fueron lanzando clásicos como Rise and Fall que alentaba al público a gritar sus canciones, mostrando de que estaba hecho el Metal sudaca.
El fiasco, Terrorizer
En cuanto a Terrorizer, una de las bandas más esperadas del Festival, en especial por la participación de Pete ‘Commando’ Sandoval, quien fue parte de la legendaria banda de Death Metal Morbid Angel, y a quien se le atribuye ser el pionero del subgénero Grind, tuvo percances severos. Tras una larga espera de una hora en la tarima Incubo, los asistentes no sabíamos si ausentarnos para ir a las calderas por algo de comida o si ir a la cantina del infierno por unos tragos o cervezas, la ansiedad nos invadía, así que decidimos seguir esperando mientras veíamos como el montaje de Witchery estaba más que listo, hasta que pudimos ver como se terminaban los ajustes del drumm set de ‘Commando’. Ya con la energía lista para lo que se venía, empezamos a percatarnos de que el show no iniciaba por discusiones tras bambalinas, podíamos ver a ‘Commando’ discutiendo con el roadie y con los ingenieros de sonido, a los cuales se les veía tranquilos al tener todo listo para el show, pero aun así no arrancaban.
Tras cada intento por empezar el concierto, se veía como el sonido fallaba, por lo que ‘Commando’ enfurecía y trataba de abandonar el show, pero su compañera sentimental (colombiana), lo calmaba para que regresara a la tarima. Aun así los problemas con el sonido persistían y se notaba una tensión cada vez mayor en el escenario, donde se veía a los organizadores del Festival tratando de arreglar la situación, entonces es cuando se decide acortar la presentación de la banda a sólo 5 canciones por el retraso en el tiempo estipulado. La agrupación dio rienda suelta, con un sonido pésimo, sin los speakers encendidos o con muy baja potencia, donde a duras penas se podía escuchar lo que la banda tocaba. Luego de esas 5 desastrosas canciones que parecieron más un intento de probar sonido, Pete Sandoval abandona el escenario completamente enfurecido con la organización, no sin antes expresar unas palabras de inconformidad por el micrófono y pidiendo disculpas al público por lo sucedido. Después de esto se baja por la parte frontal del escenario y abandona el lugar, mientras el guitarrista, Lee Harrison, expone una bandera de Colombia con el logo de la Terrorizer.
Algunos rumores dicen que la banda no llevaba ingeniero de sonido y que los ingenieros proporcionados por el Festival no dieron abasto para el rider técnico de la banda. Otros rumores no confirmados hablan de que ‘Commando’ llegó en un estado de alicoramiento alto. No tenemos la verdad pero puede ver aquí el comunicado oficial emitido por Pete ‘Commando’ Sandoval, acerca de la presentación de Terrorizer en el Festival del Diablo.
Witchery: Metal sueco embrujado y esquelético
Había llegado ya el momento de ver a Witchery, quienes muy entusiasmados por su visita al país, subieron a Monserrate, fueron a beber en Hacienda Santa Bárbara y se sintieron muy bien atendidos por la organización del festival, que les brindó una cálida estadía en un buen hotel, tenían ya todo su montaje listo con una hora de anticipación para descargar esa euforia que tenían acumulada desde antes de visitar nuestro país.
Soltaron todo su arsenal para el público colombiano, haciendo un repaso por toda su discográfica; a pesar de los problemas de sonido con la voz, se pudo solucionar y continuar el show por lo alto, impresionando a los asistentes que poco o nada sabían de esta banda Sueca que estaba tocando puro Blackened/Thrash Metal directo a las venas de cada persona que los escuchaba. Canción tras canción, iban surgiendo nuevos adeptos a Witchery, quienes con una voz bastante cruda y brujistica, permeaban el ambiente con una sensación de estar en un cementerio viviente, donde los esqueletos de los muertos surgían de la tierra para hacer sus travesuras y divertirse al ritmo de la banda, que con canciones clásicas como Witchburner, estaban logrando ganarse la confianza y credibilidad de la legión del diablo, que una vez más, había sorprendido a sus seguidores con esta potente banda que estaba dejándolo todo en escena.
Samael, una tanda de solo clásicos
El diablo había convocado ya a sus demonios para atender a su legión en la larga jornada de ese 25 de Noviembre, pero era el turno de uno de sus demonios más poderosos, era momento de invocar a Samael para dar paso a las ligas mayores del Festival, es entonces cuando aparecen estos tipos rudos a tocar todo su disco clásico Ceremony of Opossites, reuniendo a la masa asistente en congregación para una gran ceremonia que perpetuaría los oídos de los asistentes bajo las distorsionadas guitarras y la macabra voz de Samael. Lanzaban clásico tras clásico junto con el público que cabeceaba en un ritmo unificado mientras los pentagramas en llamas iluminaban sus rostros de adeptos entregados a la gran congregación.
La cantina del infierno
Como la jornada había sido dura, fuimos a la cantina del infierno por unos tragos de ron que obtuvimos rápidamente al hacer una fila por tickets donde no había mucha gente, por lo cual el acceso al alcohol estaba mucho más suave que el de la comida. Al llegar a la barra nos encontramos con unas bellas diablitas que deleitaban las gargantas secas y rasposas que venían del campo de agresión, directo a sanar las heridas con alcohol. Sin embargo al avanzar la tarde y noche las filas se congestionaron dejando insatisfechos a muchos. Entre las diablitas identificamos algunas modelos e inclusive una vocalista de una banda de Death Metal de Colombia, proclamándose así la cantina del infierno como el lugar por excelencia para abastecer a cualquier metalero. Al llegar a pedir las bebidas, pudimos notar tranquilidad y agilidad para la venta, por lo cual fue bastante cómodo y acogedor el recibimiento de las diablas a disposición de no dejar sucumbir a nadie por probar brebajes místicos como lo eran la sangre del diablo. En medio de la situación aparecían los organizadores y cabezas maestras de tan magno evento, preguntando a los asistentes por la comodidad, por la percepción del lugar, del evento, de la atención, siendo un gesto bastante amable y que deja muchas cosas positivas que pensar de la organización y de cómo se hacen las cosas en pro del disfrute de este festival en constante crecimiento.
Exodus y su vals tóxico
Thrashers, thrashers por todo lado aparecieron, como si hubiesen salido de las entrañas de la tierra, era el poder de convocatoria de los aclamados Exodus, la famosa banda de la Bay Area que había hecho ya historia con discos como Bonded by blood o Fabulous Disaster que vendrían a ser un referente mundial. Tras ver la aparición del frontman Steve ‘Zetro’ Souza, se sabía ya que el piso iba a temblar y las tumbas se iban a sacudir al ritmo del repertorio lleno de solo hits de su discografía, que tenían al público ya extasiado y eufórico tras cada azote. El único imprevisto con el que muchos no contaban fue que no estuvo presente el famoso guitarrista Gary Holt (también guitarrista de Slayer), por lo cual había un inquietud por ver el resultado de los solos de guitarra característicos de Gary, interpretados en el convocado guitarrista Kragen Lum, quien hace parte de la banda Heathen junto con el otro guitarrista de Exodus, Lee Altus, siendo un reemplazo de Gary que daría el nivel y acople para poder ser aceptado por el público colombiano que no tiene compasión al exigir nivel en las bandas.
Ya en medio de tanto revuelo y con el ron haciendo efecto, el ambiente se tornaba cada vez más acogedor y sublime, nos había atrapado ya el poder del Thrash de la vieja escuela con clásicos como Bonded by blood, Strike of the beast y And then there were none, que nos pusieron a saltar, corear con todo el potencial de nuestras voces y cabecear de manera desenfrenada. Era eso, el poder que emitía Exodus sin remordimiento alguno del revuelto que estaban provocando, ¡HABÍAN REBOTADO EL INFIERNO MISMO!
Sodom, una bala en la cabeza
Acercándonos ya a la media noche, se venía un tanque de guerra a disposición de aniquilar los vestigios de lo que había sido esta larga jornada de metal, se trataba de uno de los ‘Big teutonic 4 Alemán’, eran los mismísimos Sodom con un napalm listo para dejarlo caer sobre la multitud conglomerada.
Sólo fue esperar la orden del diablo para que se diera paso a la banda alemana que nos traía un ejemplo de constancia y esfuerzo por salir de un futuro poco prometedor como trabajadores en alguna mina, creando así tan magna banda que saldría a traer la rudeza de un alemán dispuesto a todo, es entonces cuando la presencia de Tom Angelripper provoca revuelo en la multitud, y empieza la descarga del arsenal sin ninguna compasión, resistiendo a los fallos de sonido, pero sin soltar queja alguna, sacando el show adelante hasta retomar un equilibrio en el sonido, para desplegar así clásicos como Agent orange, Remember the fallen, Sodomy and lust y como si fuera poco, soltando una sorpresa no maginada, la canción Witching metal. La banda tenía claro su objetivo, dejar una huella imborrable para los colombianos, con la ayuda de la voz rasposa de Angelripper y disparo tras disparo en los riffs de Bernemann con su guitarra, cumplieron con su objetivo, desplomaron a muchos y dejaron con los últimos alientos al público, de nuevo lo habían hecho, la legión quedó satisfecha y lista para la finalización de esta diabólica fiesta.
¡Hoffmann y Tornillo presidentes! Accept vino para quedarse
¡El anhelado momento había llegado! teníamos en frente nuestro un escenario imponente listo para presentarnos a estas leyendas del heavy metal del bonito, del bien hecho, del que tiene estilo único e innovador, estaban a punto de salir Accept, había llegado el momento que pagaría la boleta para muchos, en especial los veteranos de esta escena, el momento donde habría tomado valor todos los kilómetros recorridos en la masiva peregrinación de los asistentes que venían en bus o avión desde todos los rincones del país y de países vecinos, el momento donde llegaría el clímax máximo al ritmo del heavy metal alemán más contundente, el momento donde se habría saldado la quemada durante el día con el sol ardiendo a tope, el aguantar hambre y sed de muchas personas, el cansancio de los pies y cuello de muchos y las ansias de presenciar un verdadero show de Metal como referente global.
Era bastante la tensión que había en el público y no era de extrañar, pues solo fue que la banda saliera de los gigantes muros de acero que protegían el corazón de metal que allí subsistía resguardado bajo el poder del diablo y de los músicos, para que empezaran a retumbar, con la canción Die by the sword, que tiene ese ‘no sé qué’ que lo hace vibrar a uno por todo el cuerpo, con ese primer riff de guitarra que lo pone a uno a hacer una cara picara mordiendo los labios como cuando se va a tener una noche de pasión con la novia. Eso despertaba Accept con aquel riff introductorio, metiéndonos cada vez más en un ambiente de heavy metal ochentero, donde la unión lo era todo, pues girábamos en torno a lo mismo, el metal. Riff tras riff los puños se levantaban para cantar al unísono con la increíble voz de Mike Tornillo, esa voz que uno cree inexistente, pero ahí la teníamos, deleitándonos mientras se podía apreciar los rostros sonrientes de los asistentes.
Había pasado ya medio show de Accept y parecía que solo habían pasado un par de minutos, el sonido era perfecto, tanto así que era casi como escuchar un play back, pero no, ahí estaban ellos, dando cátedra de cómo hacer las cosas, dejando boquiabiertos a muchos y cerrándoles la boca a otros tantos. Continuaba el show y unas pequeñas gotas de agua se hacían presentes, ya no nos importaba si llovía, estábamos todos muy contentos como niño que estrena juguete en navidad, y se daba paso a la majestuosidad de Wolf Hoffmann que con sus guitarras cola de pescado, marcaban el unísono con melodías perfectas, impecables, que no dejaban la menor duda del porqué Accept era quien estaba cerrando el Festival y por qué estaba en la élite del Metal a nivel global, con un despliegue de éxitos como Restless and Wild, Princess of the dawn, Balls to the wall, Metal heart, entre otros éxitos que dejaban unos zapatos cada vez más difíciles de llenar.
Como muestra esta reseña, los problemas fueron totalmente superados por la grandeza de lo que fue el Festival con sus bandas y una boleta a un precio justo que eficazmente convoca cada vez más y más metaleros de todas las regiones, estableciéndose así, cada vez más, como un evento de referencia para el mundo, con un ejemplo de cómo precios accesibles y justos permiten crecer exponencialmente en un terreno difícil de desarrollar en un país con tantas trabas, donde los asistentes no son conscientes o no saben de las zancadillas por las que tiene que pasar un festival de esta magnitud como lo son entidades gubernamentales, proveedores, auspicios, entidades reguladoras de eventos, entidades de recaudo de derechos de autor, entre otros factores que buscan tumbar toda la gestión, pero el poder del bajísimo, del Metal y de sus seguidores es imbatible, así que esto seguirá creciendo.
Ningún festival es perfecto y no todos empiezan siendo grandes, el Festival del Diablo empezó por lo alto y va en ascenso, lo que queda es ¡seguir apoyando sin regatear y entregar nuestra energía a las bandas que cruzan continentes por entregarnos todo!
Vea aqui la galeria fotográfica del Festival del Diablo III
Por, Duvan Gómez
Crónica: Duván Gómez
Fotografía: Angélica Castro y Duván Gómez
Edición: Erika Molina y Luis López
¡Bienvenido!
Damos la bienvenida a Duván Gómez, quien con ésta, su primera reseña, se integra a nuestro equipo de columnistas para Urbania Rock.
¡Hell Yeah!