Por, Las Letras del Poeta Ebrio
Amigo, si fueras dios,
te imploraría noche tras noche
en mis oraciones por su felicidad.
Si pudiera ofrendarte,
te daría mi pensamiento
para que lo pusieras en función de ella.
Te ofrendaría mis ojos,
para que la vieras solo como yo la veo;
para que lloraras con su dolor;
para que la vieras con ojos de amor,
solo como yo la vería,
solo como yo la amaría.
Te ofrendaría mis oídos,
para que nunca dejaras de escucharla
y ella nunca callase su dolor.
Te ofrendaría mi olfato,
para que te regocijaras
con el aroma de su pelo;
para que advirtieras su llegada,
solo con el aroma de su piel.
Te ofrendaría mi boca,
para que le dijeras todo aquello
que jamás pude decirle;
para que la besaras como yo lo haría.
Te ofrendaría mis manos,
para que la acariciaras, y a través de ti,
yo pudiera sentir su piel.
Te ofrendaría mi corazón,
para que palpitara solo a través de ella;
para que sintieras en tu pecho
todo el amor que por ella siento.
Para que la amaras siendo dios,
y todo tu amor reservado para el mundo,
fuera, entonces, solo para ella.
Y al instante de mi muerte
mi última oración sería al demonio,
para que a cambio de mi alma,
me diera un instante tu poder
para estar a su lado antes de morir
y amarla solo como lo haría dios.