«Quiero un instante guardado en mi retina, que me cure cuando no sirva la medicina»
‘UN INSTANTE’ (ECO MEDELLÍN)
Por: Olugna
De reojo observa las fotografías que cuelgan del muro de hierro. Cinco memorias impresas en propalcote sostienen un pasado que se niega a desaparecer en las sombras. Bajo el overol verde, un buso de manga larga lo protege del frío. Sobre el cajón, junto al catre, reposan un cuaderno abierto, un reloj inmóvil y otra postal: símbolos de la tensión entre una huida imposible, la indiferencia del tiempo y la terquedad de los recuerdos.

La cámara que se aleja lentamente nos pone de frente a un niño que juega desprevenido, mientras el hombre de overol verde recita de memoria las líneas de un monólogo que se escapan entre los hierros rojos de su encierro: «mientras las calles reflejan la luz de la ciudad pienso si mañana los míos van a despertar».
Sentado en flor de loto, ese niño permanece inmerso en su juego de piezas para armar, indiferente al frío que respira la escena. El hombre conversa con él. Sus frases son directas, atravesadas de metáforas que golpean con fuerza: «Pero, pa’ qué vivir sin la sorpresa de lo incierto. Es como saber antes de leer lo que pasa en las páginas hasta el final del cuento».

En este intervalo la canción cobra fuerza, el beat se hace más intenso y la rima gana cuerpo. ‘Un Instante’, composición de rap que nos presenta ECO Medellín, a través de su lírica y su pieza audiovisual, nos narra la trampa de un encierro intangible que atrapa, mengua y reduce.
El videoclip se sostiene en un plano continuo que obliga a mirar de frente la pantalla. El protagonista, ese hombre joven de overol, interactúa con otros personajes: breves instantes que le recuerdan lo que ha dejado por fuera de su celda; pequeños arañazos de felicidad que, a su manera, rinden culto al entorno del que se alejó; intentos fugaces de abrazar a ese niño interior que juega, hace arte y no claudica.

El escenario sobre el que se desarrolla la pieza audiovisual que acompaña a ‘Un Instante’, a través de sus elementos, símbolos y actores, es la metáfora del encierro autoimpuesto. Cada escena y cada objeto recuerdan que el pasado orienta el presente, pero no define el camino.
ECO Medellín plantea la nostalgia como un territorio ambiguo, como un refugio que también se convierte en condena. El hombre del video no es prisionero de un crimen. Nada lo obliga a estar encerrado, es su decisión permanecer allí en esa celda que él mismo levantó. Esa elección consciente nos remite al concepto central de la canción: la búsqueda de un instante capaz de devolver sentido a la vida y, al mismo tiempo, la dificultad de «triturar en el olvido cada triste despedida, encender el fuego de cada causa perdida», como nos dice el artista en la lírica de su lanzamiento.
La letra refuerza esa tensión: «Tengo llena mi libreta con miles de canciones que hasta hoy no he tenido el valor de hacer» y «pienso si mañana los míos van a despertar» se leen como confesiones de vulnerabilidad que se deslizan entre beats y algunas guitarras que dejan al rap como protagonista y al rock como un testigo estridente.

ECO Medellín nos relata que sus letras «nacen como una respuesta genuina y poética a los tiempos que vivimos», en las que aborda conceptos como «la identidad, el amor, la memoria y la resistencia desde una perspectiva sensible y crítica». Así el artista ha formado una identidad que camina y reflexiona la calle, el barrio, la vida.
Al final de la pieza audiovisual, la reja de la celda se abre, dejando en nuestras manos la decisión de salir o cerrarla y permanecer atrapados. Será nuestra decisión.
«Quiero un instante guardado en mi retina, que me cure cuando no sirva la medicina
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Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador