(Pereira, Risaralda, Colombia)
Por, Híbrido Animal
En la parte más alta de la selva, un hombre camina descalzo por la niebla espesa, alumbrado por una antorcha que fabricó con hierbas del camino. Es de madrugada, el hombre pasó toda la noche deambulando entre matorrales, ahuyentando serpientes, silbando a pájaros, rugiendo el lamento del jaguar. Se sienta en una roca a encender un fuego, primero para calentarse, pues su cuerpo es fuerte, pero la noche y el frio lo son más. Luego usa el fuego para cocinar un bejuco retorcido que desprendió después de pedir permiso a la tierra.
Cocinó al fuego el bejuco y sus embejucadas, sus impurezas se iban purificando; también, se desechaba lo malsano y quedaba lo más resistente, por eso podía pasar la noche sin dormir, hablando con los animales, descubriendo los nacederos del viento. Entonces, bebió el bejuco y se iluminó por dentro, emanó calor y fuego de todos los colores, sus ojos eran como dos cuerpos celestes. Siguió su camino en dirección al sol.
La misma noche que el hombre de ojos celestes deambuló la selva, en las faldas de la montaña, tres hombres armados con botas, machetes y sombreros planeaban la ruta más atroz para llegar a la alta montaña. Subieron al amanecer, vestidos de sombra. Bajo sus huellas, crecía un fuego que no era para calentar, ni para purificar; era un fuego depredador, que desciende para secar las raíces de la tierra, viciar las aguas profundas. Los tres hombres seguirán quemando la memoria de la montaña, hasta cuando el sol se muestre completamente; encontrarán de frente a un hombre con los ojos resplandecientes y medirán cuál fuego es más fuerte.
Brumas indígenas, cosmogonías y explotación de patrimonios culturales son los temas que acoge la banda Eshtadur y especialmente la última canción ‘Fire above Mountain Below’. Es una canción que continúa la exploración del death melódico, en complicidad con ritmos folclóricos como el bambuco a través del tiple y la integración de una orquesta sinfónica.
Asistimos al espectáculo sonoro de la destrucción, ‘Fire above, Mountain below’. El fuego de la canción es el mismo que quema la serranía del Chiribiquete en el Guaviare, quema el Cerro Seco en Ciudad Bolívar, quema los ecosistemas de Colombia. El fuego quema, mientras la montaña desciende, disminuye la diversidad y la vida.
En medio de la violencia resuena una letanía que es una denuncia: Ashes are raining innocence racked; pero, también, una profecía: I warn you… blazing fear among us… vanity drown you underground.
Y cuando la canción al fin deje se sonar uno de los dos fuegos se alzará con la victoria.
Eshtadur en Rock Parque 2023
- Sábado, 11 de noviembre
- Escenario Bio
- 7:50 p.m.
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