(Buenos Aires, Argentina)
Por, Olugna
Es una isla diferente. Sus colores son más pálidos, está habitada por la nostalgia. Es un refugio, un lugar dispuesto a recibir al turista desprevenido que solo busca una playa tranquila en la que pueda escapar del amor, mientras contempla la poesía de una tarde que se desvanece en medio de las melodías, bajo las cuales fue concebida la producción musical con la que la agrupación busca huir de una zona de confort.
‘Terca’ fue esa canción que me llevó por primera vez a la música de Isla de Caras, proyecto nacido en Buenos Aires en 2017. Ahora, es momento de acercarme a las demás composiciones que han sido recopiladas en su tercer disco, ‘Gran Turismo’.
Un primer vistazo a las 11 canciones que forman parte de la placa discográfica, me permite percibir que la melancolía es un hilo que las une; los matices electrónicos que se fusionan con el indie pop, la huella digital de la producción; la voz de Lautaro Cura, fundador de Isla de Caras, un sello de identidad que atraviesa a cada una de las composiciones y las permea con su tono tranquilo y nostálgico.
No obstante, a ‘Gran Turismo’ no lo asocio con la tristeza, ni con la soledad entendida como ese escenario donde convive la depresión. Todo lo contrario, el álbum que Isla de Caras presentó en su totalidad el pasado 12 de julio, lo percibo como es ese lugar simbólico ―y abstracto― donde descansan los miedos y la incertidumbre que muchas veces deja el amor.
Las letras, otro elemento fundamental en el concepto que es desarrollado a lo largo del disco, plantean, entre sus líneas, cuestionamientos y reflexiones que dejan al descubierto la fragilidad del individuo cuando se enfrenta a sí mismo amor. No son canciones ligeras, se percibe en ellas una intención: explorar las distintas caras del amor.
Paso a paso por ‘Gran Turismo’
Desde sus primeras líneas: «Como si yo supiera de esto, pedís que todo cambie de color», interpreto la sensación que produce no estar a la altura de las expectativas del amor. ‘Como sí’, canción con la que comienza el recorrido que propone ‘Gran Turismo’, a través del sonido electrónico que se mezcla con las pulsaciones de la batería, enfrenta dos sensaciones: el egoísmo que exigen en el otro un esfuerzo, y la incapacidad de no saber cómo responder a ese deseo.
Me dirijo a ‘Trampas’, segunda composición de la producción musical. Es una canción de dignidad: «Cuando todo parezca normal y no quede nada en su lugar, llamarás por mí, llamarás por mí y no va a correr más tiempo». Su melodía, se acerca al sonido de las baladas pop que invadieron las estaciones de radio durante la década de los 90. Es una poesía que acepta el final y reivindica el orgullo que trae consigo la capacidad de decir adiós.
«Tenés los efectos de mi ‘Droga Favorita’», es una de las frases que llama mi atención en la tercera canción de ‘Gran Turismo’. Su sonido involucra elementos sonoros que la acercan aún más a las atmósferas electrónicas que recrea Isla de Caras; la letra, por su parte, retrata la adicción que provoca el amor, el capricho, el deseo.
‘Culto de Voyeurs’, el siguiente tramo, es una canción seductora que juega con la metáfora para acercarse al erotismo; un ritual que se desenvuelve a través de una melodía pausada y una voz que susurra al oído. ‘Mi Defecto’, la sexta pista, hace de la ironía la voz del dolor que busca catarsis: «Puedo ser solo un tarado a la vez, todo por ir a buscarte».
Llego a ‘Todo es Nuestro’. Es una canción metafórica, una declaración que le apuesta al romanticismo para expresar un sentimiento: «Soy un obsecuente sonando en la radio, hago lo que sea por ti». Ahora es el turno de ‘Discoteca’. Su melodía, es mucho más lenta; su composición ―quizás―, es la más extraña de ‘Gran Turismo’ y su mensaje me resulta ―al igual que el amor― un tanto ambivalente.
Me dirijo a ‘Insurgentes’, es otra balada que avanza con calma y se deja ir ―como si fuese un bolero moderno― en versos cargados de sensibilidad: «Hablé con alguien sobre ti; un talismán que maquille mi realidad». ‘Adolescentes’, la penúltima canción, gana en velocidad, pero no se aleja de la esencia de tranquilidad que proyecta la placa discográfica. Su letra es una narración que se acerca al pasado, que busca detener el tiempo.
‘Hablé un poco de más’, la última canción de ese lugar que ha sido mostrado por Isla de Caras, a lo largo de dos minutos, habla del amor que nace involuntariamente a través de la conversación, de los instantes vividos. Con ella, llega también el momento de abandonar esa isla en la que el amor ha sido dibujado desde su lado más melancólico, bohemio y nostálgico.
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