Crónica en alianza con Hodson Entretenimiento
(Bogotá D.C., Colombia)
Por, Andrés Angulo Linares
El 25 de septiembre de 1976 un accidente automovilístico acabaría con su existencia. Era sábado. Para el hombre que había escrito en la crónica Un girasol para mi muerte que «¡La vida es una sucesión de casualidades, y nada es verdad!», la eventualidad de un momento hizo realidad lo que había narrado diez años atrás. En esta, las emisoras registrarían la noticia: “Gonzalo Arango ha muerto”. Era sábado. Sin saberlo, la crónica escrita por el fundador del nadaísmo en Colombia y publicada el lunes 27 de septiembre de 1965 en la página 72 de la revista Cromos, se convertiría en el vaticinio de su propia muerte.
Finalizaba la década de los 50’, el nadaísmo, bajo la consigna de “no dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio”, trazaría un nuevo rumbo para el arte en Colombia. Desde allí, las expresiones artísticas no corresponderían más a la tradición, desde ese instante, reclamarían las calles como propias, invadirían todas las esferas de la sociedad y crearían una contracultura capaz de cuestionarlo todo. Más que una apuesta irreverente de jóvenes bohemios y románticos, era una convicción política que, en oposición a lo que afirma la historia, no murió con su fundador; todo lo contrario, se convertiría en un legado que permanecería vivo a lo largo del tiempo, se manifestaría en cada esquina y resistiría a través del teatro, la pintura, la literatura o la música.
Casi cuatro décadas después del trágico accidente de Gonzalo Arango, específicamente en 2015, la agrupación bogotana Human Silence, tomaría el nadaísmo como consigna, el rock como derrotero y la cotidianidad como insumo para dar identidad a un sueño representado a través de la música.
A Human Silence la anteceden cuatro relatos determinantes para su formación: Alma Nocturna, agrupación cuya trayectoria fuese interrumpida por el fallecimiento del bajista David Melo; Death Be Not Proud, banda de corta existencia que no logró transcender; Dead Educators, proyecto cultural y musical que no resistió el bullying recibido por parte de un sector que Daniel Gutiérrez define desde la ironía como la «procuraduría del rock» y, finalmente, Rob Strongo, su alter ego que lamentablemente finalizó debido a amenazas en su contra.
Sin embargo, con la determinación que mantiene vivos los sueños a pesar de las circunstancias, Daniel, Ricardo y Cristian, darían vida a Human Silence, proyecto en el que la literatura y el rock coinciden para dar origen a lo que él mismo define –con el buen humor que lo caracteriza– como «la banda de rock más sabrosa del mundo mundial».
—Ensayábamos en un apartamento con audífonos para evitar el ruido. Solo se escuchaba el golpeteo de la batería eléctrica. Alguien nos dijo: “a ustedes nadie los escucha” y pensamos que el silencio interior es una característica propia de los seres humanos: tener muchas cosas guardadas que muy pocas veces dejamos salir—. Explica Daniel Gutiérrez.
Atrás, convertidos en recuerdos, habían quedado los momentos difíciles; ahora, con esta nómina inicial, Human Silence, iniciaría un camino a través de una propuesta que combina en su sonido las posibilidades sonoras del rock y del metal para grabar así sus dos primeros trabajos musicales: el EP 1.0 y el álbum 8.0, lanzados en 2018 y 2019 respectivamente.
Con las circunstancias propias que rodean a la mayoría de proyectos musicales emergentes, Human Silence ha sabido adaptarse a los cambios de integrantes sin alterar la identidad que ha proyectado desde sus inicios. En la actualidad la agrupación está conformada por Daniel (Sir Rob Strongo), Sebastián Gamba (Carl Carlson Jr.) y Esteban Arévalo (El Mero Sr. X). Cada uno, desde su alter ego, encarna una personalidad diferente.
La influencia del nadaísmo en Human Silence, no se limita a la composición de sus letras, sino que atraviesa todo el concepto sobre el cual se sostiene su identidad. Es una propuesta transgresora que, aunque recoge diversas estéticas musicales, impide que pueda clasificarse dentro de un género en específico.
—No nos definimos ni dentro del metal ni del rock, sino que estamos ahí, en un punto medio. Somos demasiado fuertes para ser rock, pero demasiado suaves para ser metal—. Agrega Daniel.
Su puesta en escena, además, se desarrolla a través de un performance en el que sus integrantes rinden culto al humor sin arriesgar la seriedad del proyecto; su sonido progresivo explora diversas posibilidades creativas; sus canciones –algunas en inglés, otras en español– recrean diferentes atmósferas sin desprenderse de su esencia original.
—Tenemos una apuesta en escena diferente. Al principio, queríamos hacer una combinación entre el stand up comedy y el rock. Así creamos los personajes—. Señala.
Inspirada en la memoria de Diego Beltrán, profesor de biología que falleció a causa de covid, Human Silence es una canción que celebra la vida y rinde homenaje a ese ser humano comprometido con la naturaleza y con la tradición ancestral que dejó un legado en sus estudiantes.
—Comenzamos con mi esposa a escribir la canción. Nicolás, quien canta el rap, es un exalumno del colegio que rescató Diego a través de la música y de la importancia de vivir. Entre los tres la compusimos—. Explica.
Human Silence es una canción que podría interpretarse como un ritual. Poco a poco, el golpeteo de bongos y tambores abre espacio a El Mero Sr X, quien detrás de una máscara interpreta el bajo; segundos más tarde, las estridencias de la guitarra a cargo de Sir Rob Strong dan lugar a un ritmo mucho más fuerte; más adelante, las pulsaciones de la batería de Carl Carlson Jr hacen su aparición para acompañar a la percusión inicial y dan la bienvenida a la voz. Es una composición, cuyo sonido progresivo recrea diferentes atmosferas musicales. En el intermedio, las rimas de Nicolás intervienen para terminar el homenaje.
—Celebramos la vida como él hubiese querido —enfatiza.
«Silencio, la vida será una victoria; sobre las cadenas somos almas invencibles libres. Más allá somos la voz»
HUMAN SILENCE
Así como Human Silence, las demás composiciones de la agrupación están matizadas por la cotidianidad en sus composiciones y por la experimentación en su sonido.
—Somos una familia feliz. Hay tres personas que no aparecen en el escenario, pero que también integran la banda: Nicolás nos acompaña muchas veces, nos ayuda bastante y cuando tiene que cantar, sale y hace su rap; Nataly Gamba (mi esposa) está pendiente de las redes sociales, de hacer video y las fotos; Víctor Gamba (mi cuñado), se encarga del sonido, la mezcla y la producción. —Finaliza.
De esta manera, Human Silence ha trazado un rumbo en los senderos del rock nacional bajo una propuesta que, al igual que el nadaísmo –fuente de inspiración de sus composiciones–, dejará, seguramente, una huella transgresora en la historia del género en el país.
Human Silence| Integrantes
- Voz y guitarra: Daniel Gutiérrez (Sir Rob Strongo)
- Batería: Sebastián Gamba (Carl Carlson Jr.)
- Bajo: Esteban Arévalo (El Mero Sr. X)
Human Silence | Redes Sociales
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