IRACA Impulsa mi Destino Ft. Walka

IRACA ft. Walka en ‘Impulsa mi destino’: un canto digital a la raíz

El tiempo no corre igual cuando la música invoca. ‘Impulsa mi destino’, el más reciente sencillo de IRACA junto a la agrupación colombo-ecuatoriana Walka, es una afirmación y una bitácora sonora que viaja desde la montaña hacia la electrónica contemporánea. Un llamado a confiar en lo que se siente, más allá de lo que se ve.

«Cierra los ojos, ponte a cantar, que el cielo escucha tu pensamiento»


IRACA viene labrando su camino con pasos firmes: desde Bogotá, SUA (Natalia Huertas) y CAÑÓN han logrado crear una atmósfera donde el bambuco aprendió a respirar beats En esta nueva entrega, la voz de SUA es una guía cálida y ancestral que, entre sintetizadores y gaitas, nos recuerda que también somos agua, viento y memoria.

La colaboración con Walka no es casualidad, es continuidad. Más de quince años han pasado desde que esta agrupación decidió cantar en kichwa y español a la Pacha Mama, al sol y al alma. En esta canción, sus voces se cruzan para sostener una plegaria: «Ábreme todos los caminos, impulsa mi destino y regálame tu bendición». Cada verso es una semilla de intención. Cada ritmo, un paso hacia el centro.


La producción del argentino Andrés Oddone (Lido Pimienta, Chancha Vía Circuito) y Sebastián Cordovés (El Búho, El Remolón) consigue ese difícil equilibrio: elevar lo electrónico sin silenciar lo orgánico. La marimba de Alejandro Loaiza (Frailejón), la percusión de Wil Guzmán (Totó la Momposina) y las voces invitadas de Mónica Castillo (La Mojarra Eléctrica) completan un ensamble que no parece ensamblado, sino nacido al mismo tiempo.

El arte visual, como ya es costumbre en IRACA, trasciende lo decorativo. Guache, uno de los referentes del arte político y espiritual en América Latina, firma una portada que rinde tributo al Taita Inti, el sol que todo lo ve. La obra no ilustra la canción; la extiende.

En tiempos donde las playlists exigen inmediatez, IRACA y Walka nos proponen detenernos. Escuchar con el cuerpo. Reconocer que antes de algoritmos hubo rituales. Que antes de las plataformas hubo montañas, danzas, cantos. Y que, si algo puede guiar el destino, no será una tendencia: será la vibración que emerge cuando se canta con verdad.

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