Por, Olugna
18 de mayo de 2022: «Me la mataron», expresó con esa voz temblorosa que lo caracteriza, esa voz entrecortada que dejó al desnudo la decadencia del periodismo ejercido desde las grandes empresas de comunicación, mismas que alardean de su ética y responsabilidad de frente al ciudadano. Tiempo después, se descubriría que el septuagenario ya sabía que la foto de su hija secuestrada sería mostrada en primer plano. Sin embargo, aún el dolor que se percibió en sus palabras, siguió haciendo eco en mi cabeza.
Luego de analizar la columna de opinión publicada en el espectador: ‘La hija de Rodolfo y el hospital psiquiátrico’*, de la cual solo quedan los pantallazos tomados por aquellos que lograron leerla, el ruido mental es mucho más grande: un secuestro que ahora puede estar en duda; un rescate que se negó a pagar, incoherencias y contradicciones en sus diferentes versiones; un dolor que, visto en retrospectiva, se interpreta fingido; una extensa columna que minutos después de haber sido publicada en unos de los medios de mayor difusión ‒por “mutuo acuerdo”‒ fue bajada del sitio web; una retratación y unas disculpas.
Los interrogantes ahora acompañan el ruido mental alrededor del supuesto secuestro:
¿Esa voz que se rompió ante las pantallas eran parte del cálculo electoral?; ¿Qué tanto influyó esa escena en la intención de voto a favor de Rodolfo Hernández?; siendo un acontecimiento imborrable para cualquier padre ¿por qué hay tantas inconsistencias en las versiones del aspirante a la presidencia?; siendo un grupo guerrillero el que supuestamente ejecutó el secuestro y que reconoce sus actos como parte de su actuar político-subversivo ¿por qué lo niega?; ¿por qué el candidato llamó días antes al autor de la columna?. Teniendo mecanismos para demandar ‒dada la delicadeza de su contenido‒ ¿por qué no acudir a las instancias legales para contradecir al columnista?; ¿por qué se bajó el texto del sitio web? Inquietudes que, junto a otras tantas, hacen del ambiente actual, aún mucho más turbio de lo que ya está.
Dejo unas últimas preguntas: ¿Qué pasa si Rodolfo Hernández queda electo presidente y se descubre que el secuestro solo fue una patraña que esconde algo más turbio? ¿Qué dirán aquellos que votaron por él?, ¿sentirán el peso en su consciencia o seguirían defendiéndolo a pesar de las evidencias?
Muchos nos solidarizamos con el adulto mayor que se vio destrozado ese miércoles 18 de mayo en Noticias RCN; hoy, casi un mes después, al menos yo, no puedo evitar sentirme como idiota útil ante los últimos sucesos.
¿Qué pensarán aquellos que siguen defendiendo a Rodolfo Hernández?
*La columna escrita por Jorge Gómez Pinilla para El Espectador, fue publicada el 14 de junio de 2022 a las 11:10 p.m., tiempo después, fue borrado su contenido y reemplazado por una nota editorial