Por, Olugna
El sonido grave de cuerdas marca el inicio de un viaje que desde el primer acorde se muestra como un recorrido salvaje. Su voz ―ese susurro íntimo que habla al oído― penetra los sentidos, despierta las emociones más íntimas, recrea paisajes introspectivos discordantes, capaces de desplazarse entre el dolor y la tranquilidad con la misma facilidad en el que amor se convierte en olvido.
No es un viaje guiado por una ruta predefinida, es un éxodo de sentimientos que se apropia de tristezas, melancolías y nostalgias, para dejarse ir con libertad sobre un rumbo que se despeja a medida que se logra la conexión con cada una de las 10 canciones que componen el segundo trabajo de Feralucia: ‘La Flecha’.
Definido por la complejidad conceptual sobre el cual fue concebido, ‘La Flecha’, bien podría ser la banda sonora de esas historias propias del cine independiente, en las que cada experiencia que viven los protagonistas es un collage de momentos dolorosos, atravesados por pequeños instantes de felicidad.
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Letras crudas que no se guardan nada se desplazan por sonidos que evocan melancolía, rinden culto a la parte más frágil del ser humano y hacen de un momento ―para muchos trivial― una experiencia trascendental. Diez canciones que se conectan entre sí, pero que se desgarran ―cada una― a su manera; diez diálogos introspectivos en los que Feralucia deja al descubierto sus emociones más profundas e invita al oyente a explorar las propias.
Líricas honestas hacen uso de la literalidad, característica propia de esos diálogos difíciles: «Me ves aquí ¿Sí seré feliz? Es tu mirar lo que ves en ti. Sabré mejor si hago lo que me provoca», expresa en una de las estrofas de ‘Nubes’; para, renglones más abajo, hacer de la metáfora un recurso en las que explota sus sentimientos más primitivos: «Si tiemblan mis piernas como el río que atraviesa dos Montañas, el delirio afila mi flecha».
Antecedido por ‘El Umbral’, trabajo debut de Feralucia lanzado en 2015, ‘La Flecha’ continua con esa línea que la artista ha definido como su esencia, en la cual, letra, música e imagen, forman un concepto que se aleja de las tendencias musicales, para acercarse a la libertad que permite el arte, cuando este es entendido como una expresión de rebeldía.
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En esta oportunidad, la portada de ‘La Flecha’ recoge la emoción que transmite el álbum, a través de la imagen de la artista. Realizada por Felipe Villa y graficada por Piero Cremaschi, la sesión fotográfica en la que Feralucia fue protagonista, es un retrato crudo e íntimo de sí misma.
Han pasado siete años desde que Paula Soto, ilustradora, cantante y compositora colombiana, bajo la identidad de Feralucia, emprendiera un camino independiente en la escena nacional. Su trabajo, desde ese primer paso que bautizó como ‘El Umbral’, no ha pasado desapercibido por los medios de comunicación.
«Ha plasmado con luz y sonidos atmosféricos las sensaciones y emociones que evocan sus canciones», definió Mariel Bejarano, de Radiónica, el video de ‘A Islas’, canción perteneciente a su álbum debut; mientras que Steffy Riquett, periodista de Colombia Visible, afirmó que la portada de ‘Nube’ «Denota una cierta influencia de bandas como Joy Division»; Diego Báez, por su parte, señala que el sonido de ‘La Flecha’ es «crudo, compuesto por una voz visceral, guitarras afiladas, baterías secas y opacas, y sintetizadores análogos con un tinte retro».
Desde mi perspectiva individual, ‘La Flecha’ bien podría ser la banda sonora de esas historias que se han llevado algo de nosotros y la voz de Feralucia, como ese susurro capaz de atravesar los sentidos.