(Sincelejo, Sucre, Colombia)
Por, Angie Marcela García
Muchas veces he querido renunciar a ser sucreña, y sé que eso no es posible, pero el amor llega a mí a flor de piel, cuando escucho Porro Bonito y la Piragua en la voz de Adriana Lucía, sobre todo con la primera canción, me dan ganas de llorar, pero es un llanto que no les puedo explicar con palabras. ‘Pueblito bonito, mi tierra natal’, amo ser de Sucre, de la Mojana, de la Sabana, del porro, de la cumbia, de la poesía de esta cantante, el porro arde en nuestra sangre, así me pasa con Imágenes del maestro Gamarra, mi gran amigo que logra que sus canciones me ayudan a superar ataques de ansiedad.
Me transformo al escuchar el porro, parece una necesidad básica, incluso podría dejar de comer, pero no puedo dejar de escuchar a Gamarra y a Adriana, tal vez muchos no conocen al maestro, por eso los invito a meditar con sus hermosas letras.
Con Porro bonito no sé qué me pasa, es una forma de conectar y a la vez desconectar en la propia existencia entrenándome para nuevos caminos, es un descanso espiritual un poco nostálgico pero delicioso, lo que más me emociona es la interpretación, el sabor, los instrumentos, escuchar el bombardino, puede ser tan rico como cuando a uno le besan el clítoris por primera vez.
Dentro de este hermoso mundo de la música suceden cosas, como el caso de Leonardo Gamarra, no es tan famoso como Adriana Lucía o Carlos Vives. Gamarra merece un mayor reconocimiento por su trabajo. No todos los compositores logran escribir algo como:
«Si me dieras el lenguaje de tus ojos, yo te diera mis historias y secretos, si supieras como hablan tus labios rojos, conocieras la verdad de mi silencio».
Es un poeta, que podría escuchar tantas veces esta letra y aun quedo sorprendida de la estética:
«Dibujando lo irreal con mis pasiones, tras la niebla donde plasmo y bosquejo, veo la flama donde arden dos corazones consumidos por la fuerza del deseo”.