La tristeza es un aroma de pétalos perdidos,
la duda una sombra de templos del pasado,
la melancolía un reflejo en plata opaca
y el miedo un mudo consejero a un sordo espectador.
El dolor de la despedida hiere, pero cuando se ama la vida se elige una herida oportuna con suspiros del alma sobre un zarpar a naufragar en los reproches de miradas a medias tintas, de bostezos entristecidos y de ojos que no brillan.
Decir adiós desde un pecho lleno de amor por quién se ama es vaciar los pulmones para luego inhalar la vida en soledad. Despedir es soltar los arraigos y mirar de frente al miedo mayor, el de lo auténtico, el del pellejo que se descarna y deja ver la estructura basal de donde todo se sustenta o de dónde todo se extinguió.
Florecerán las flores,
se erigirán los templos,
se pulirá la plata
y será la valentía de volver a amar
la que en susurro impulse un hasta pronto.
Por, Sebastián Carranza
Reseña del Autor
Sebastián Carranza es bogotano, ingeniero químico especialista en energía y desarrollo sostenible. Escribe por pasión y como mecanismo de interpretación de una realidad compleja, desde el relacionamiento con el ambiente intenta comprender mejor las decisiones colectivas en un mundo en transición.