Senos pequeños, senos dorados

Senos pequeños, senos dorados

que una noche mis ojos cegaron.

Senos pequeños, senos dorados

que una noche siniestra me hicieron volar

cuando mis manos inquietas

en medio de ellos reposaron.

Mis labios que una noche de lluvia

a esos senos húmedos, esa noche besaron.

Senos dorados que esa noche

mi espíritu furioso esa noche calmaron.

Senos pequeños, que una noche de tormenta

se hicieron mujer.

Senos dorados, que una noche de tormenta

los quiso contemplar el diablo.

Senos hermosos, que esa noche me vencieron airosos.

Senos pequeños, su belleza a mis ojos recrearon.

Senos adolescentes, que desde esa noche de tormenta,

mis ojos extrañaron.

Mis dedos atrevidos, esa noche en esos senos desnudos,

sus huellas en ellos posaron.

Noche de tormenta, noche gris.

Junto al fuego, sus senos, ella y yo

esa noche, nuestros cuerpo mojados enlazamos.

Senos verdugos, que esa noche

en su dorada celda me atraparon.

Senos prófugos, que esa misma noche

fugitivos dijeron adiós.

Senos pequeños, senos dorados,

que una noche de tormenta

aquellos senos criminales

esa noche de tormenta, se marcharon.

Por, Las letras del poeta ebrio

(Bogotá, Colombia)

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