Coroncoro -Simpatía 11

‘Simpatía’ de Coroncoro: el peso de la cotidianidad dibujado por los trazos del trap


Por: Olugna 


El rostro de Latinoamérica ha cambiado, pero en sus rasgos permanece la misma tensión histórica. Es un territorio que ha debido escribir contrarrelatos para cuestionar versiones oficiales que solo celebran al vencedor. Las capitales crecieron, los discursos se modernizaron y la tecnología prometió oportunidades que no siempre llegaron. Mientras tanto, la vida cotidiana sigue marcada por desigualdades que se transforman, pero no desaparecen. En Colombia, la estabilidad continúa siendo un privilegio fluctuante. Muchos aprendimos a convivir con la incertidumbre económica y a movernos dentro de una realidad que exige más de lo que ofrece.


En ese contexto, el arte ha servido para enfrentar lo que la política y la economía no resuelven. Lo hizo el tango, luego la canción de protesta; más tarde, el rock señaló tragedias que la memoria colectiva dejó diluir. Sin embargo, la inconformidad también encontró refugio en otros lenguajes. El rap convirtió la desigualdad en testimonio; el trap, uno de sus herederos, encontró un espacio propio para narrar carencias, tensiones y búsquedas que rara vez alcanzan el discurso institucional.

El trap nació como una respuesta natural a la presión cotidiana. Antes de su expansión global, fue la voz de quienes crecieron con pocas oportunidades y demasiadas barreras. En Latinoamérica, ese espíritu sigue intacto. Las ciudades lucen distintas, pero sus problemas permanecen: trabajos informales, jornadas desgastantes y la sensación de que todo cuesta más de lo razonable. Salir adelante continúa siendo la consigna heredada; ser alguien, la promesa que nos acompaña desde niños. En ese punto se levanta ‘Simpatía’, el nuevo lanzamiento de Coroncoro, donde el arte deja de ser aspiración y se convierte en una forma de sostenerse.


Coroncoro, samario radicado en Estados Unidos, compone desde la distancia sin perder el vínculo con las realidades que lo formaron. En ‘Simpatía’ observa con claridad una situación económica familiar no convencional, experiencia común en Colombia y en la región. Resume su motivación así: «una canción inspirada en todos los comienzos que cuestan, en la relación con la pareja y el eterno retorno de lo que no se quiere que vuelva». No dramatiza una condición; la nombra sin adornarla, sin romantizarla.


El sencillo reúne elementos, además, de R&B y rap desde una perspectiva emocional que da intención a cada capa. La guitarra acústica de Eddy Montoya y los sintetizadores —junto al beat— de Loyd, desde Santa Marta, crean un ambiente donde el trap caribeño adquiere un carácter introspectivo. En ese marco, el artista sitúa a un personaje que enfrenta sus límites: «Es la historia de aquel sujeto que creyó tener la solución a todo, pero cuando se dio cuenta que no podía controlarlo optó por crear», explica.


El videoclip amplía ese recorrido. La animación y la psicodelia funcionan como herramientas para mostrar desorientación, caída y reconstrucción. El protagonista —una versión del propio artista— es empujado por geometrías que representan tensiones personales; los colores atraviesan un tránsito de lo frío a lo cálido; las escenas evocan errores, pérdidas y renacimientos: «En ese instante cuando abres los ojos y la única opción que tienes es sonreírle al mundo con seguridad por los retos que la vida trae a través de la música», agrega.


‘Simpatía’ retrata un estado interior en medio de circunstancias que no cambian a la velocidad de las tendencias. Está hecha para quienes cargan responsabilidades invisibles y buscan en la música un espacio funcional de claridad, sin esperar revelaciones. Coroncoro construye una pieza que reconoce el lugar del que proviene y la necesidad de cierta amabilidad consigo mismo para sostener el día siguiente.

En un contexto donde la precariedad persiste, aunque el mundo avance, la canción funciona como un espejo: un gesto de humanidad que recuerda que las cifras oficiales maquillan la realidad, pero no tienen la capacidad de transformarla.


Sobre Olugna

Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

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