Érase una vez un iluso, pendejos les dicen en Bogotá; este pendejo creía que podría aportar un granito de oro al rock nacional, mi pasión es la música y el rock en particular
Por, Enrique Gaviria
Prólogo
Una historia personal del fundador del estudio donde se forjó el renacer del rock colombiano
Enrique Gaviria es uno de los ingenieros más recordados del rock nacional, no solo por la calidad de su trabajo, sino también por participar directamente de la producción de joyas incunables que aportaron a la reactivación del género en nuestro país, tras un letargo de varios años. Como él mismo nos cuenta en este artículo, fue el directamente responsable de la creación de los míticos estudios Fonovisión, (hoy en día Audiovisión), espacio por donde han pasado grandes leyendas nacionales e internacionales, como el mismísimo Eddie Kramer, uno de los grandes productores del rock mundial.
Tras años de trabajo apoyando el rock nacional, Enrique ha manifestado su eterno amor por el género, pero también su decepción por la difusa escena que se manifiesta en el país, por ello escribe sus experiencias en el blog El Jardín Audiovisual, donde ha registrado muchas anécdotas alegres, tristes, hilarantes y hasta surreales de la historia del rock colombiano.
Una de las principales referencias de este sitio ha sido la polémica que ha planteado a Jorge Barco, vocalista, guitarrista y tecladista de la legendaria agrupación de rock progresivo Ship, dado que Enrique considera que el músico de la banda recientemente reactivada robó y no reconoció su participación real en el álbum pionero, pero como toda historia tiene dos caras dejaremos para después este tema.
Lea aquí: La tenebrosa banda Ship y el ladrón de Jorge Barco
Los invitamos a leer esta interesante narrativa sobre una de las piezas fundamentales del rock nacional y a leer El El Jardín Audiovisual, el otro lado de la historia.
Hace 40 años fundé Fonovisión, hoy Audiovisión, que cumple 30
Érase una vez un iluso, pendejos les dicen en Bogotá; este pendejo creía que podría aportar un granito de oro al rock nacional, mi pasión es la música y el rock en particular.
Empecé desde abajo, cargando equipos y ayudando a mi profesor de radio Edgar Restrepo a cargar su batería para un concierto del grupo Génesis donde conocí a Armando Plata Camacho y entré de asistente al programa Tú y La música. Fueron ellos quienes me indujeron, para que, cuando acabara de estudiar comunicación social en la Tadeo, me fuera al exterior a estudiar ingeniería de sonido.
En ese concierto también tocaban Guillermo Guzmán ‘El Marciano’, y Miguel Muñoz (Los Speakers, Génesis) amigos de infancia. Fue Miguel quién me pasó un folleto del Institute of Audio Research en Nueva York, donde existía un programa completo para aprender las técnicas de la grabación del sonido, así como las bases para la producción musical y la programación de sintetizadores.
Aprender a grabar es fácil, es algo técnico, es como aprender a volar un avión y eso lo puede hacer cualquiera. Diferente es aprender a producir música, para esto se requiere talento, conocimientos musicales y visión. Mi intención al estudiar audio no era ser piloto de un estudio, era el inicio de mi carrera como productor musical y para esto también tendría que aprender los fundamentos de la música, es decir, empaparme del lenguaje musical y la armonía.
Mi profesor de música fue el maestro Uribe, padre de nuestra gran pianista Marta. Durante un año tuve cursos de solfeo y armonía mientras hacía las prácticas de audio en un pequeño estudio. Fue precisamente allí donde conocí a Hernando Becerra (Crash) y juntos hicimos nuestra primera grabación de rock con ‘El Marciano’, Barco y Vela, hace 45 años. También allí hice mi primera grabación de jazz con la producción de Gabriel Rondón y Javier Aguilera, grabaciones inolvidables y de todos ellos aprendí de música muchísimo, ¡1.000 gracias!
En 1977, terminada la pasantía y con más conocimientos musicales regresé a Nueva York, al mismo instituto, a repetir los cursos avanzados y tomar nuevos, como ya tenía un poquito de experiencia tuve la oportunidad de asistir en grabaciones y conciertos ¡Iba haciendo horas de vuelo!
Escribí el “plan de negocio” para el montaje y manejo de un centro audiovisual que tuviera dos estudios profesionales para audio, uno con capacidad para una orquesta sinfónica o filmaciones, el otro para mezcla y post producción de audio y un cuarto de edición de video sincronizado con los cuartos de control de los estudios, era la visión que tenía para poder producir material audiovisual, ya que tendría dónde grabar y editar mis producciones al tiempo que se alquilaba. Al regresar a Bogotá, con el plan completo y montado en un audiovisual empecé las rondas para mostrarlo y conseguir socios que quisieran aportar a este proyecto único en Colombia. Las rondas dieron fruto rápido y pronto conseguí los socios y la financiación para comenzar el proyecto.

En el verano de 1978, hace 40 años, constituimos la sociedad Fonovisión Internacional Ltda., con el propósito de prestar servicios para la grabación de audio, video y amplificación de sonido. Ese mismo verano viajé con algunos socios a comprar los equipos para el primer estudio que íbamos a acondicionar y el sistema de amplificación de sonido. En ese viaje se contrató al arquitecto acústico John Storyk, para que diseñara el complejo asegurándonos que quedaría perfecto tanto en acústica como en tecnología. La construcción duró un año, la instalación acústica estuvo a cargo de Bob Margouleff, productor e ingeniero de sonido; la conexión de los equipos y el diseño del sistema monitor estuvo a cargo de Ted Rothstein, ingeniero electrónico y de mantenimiento de los mejores estudios en el mundo. Fonovisión lo inauguró a finales de 1979 Eddie Kramer, (el legendario ingeniero a cargo de trabajos junto a Led Zeppelin, Rolling Stones, Santana, Whitesnake, Anthrax, entre muchos más), grabando cuatro canciones de Alexei Restrepo (Crash, Ship, Ex 3). Años más tarde este material fue parte del disco Born de Ship.
A partir de 1980, Fonovisión comenzó a prestar los servicios de grabación y amplificación de conciertos con éxito.
¡Iluso, el pendejo! Pero así era yo y así me fue, era tanto mi amor por el rock, que no me importaba regalar horas de grabación y dedicación con tal de participar y aportar algo a mi pasión: El rock nacional, que no existía y yo de alguna manera quería volver a sembrar y ayudarlo a crecer, desarrollarlo y, por qué no, hasta exportarlo. Creía firmemente que en Colombia existía mucho talento que se podría canalizar en la producción de música rock con estándares internacionales y que nuestras producciones pudieran ser distribuidas internacionalmente.
En 1980 los más reconocidos músicos de rock se habían marchado del país, Chucho Merchán, Miguel Muñoz, Augusto Martelo, Carlos Álvarez, Miguel Durier, Fernando Reyes, Mauricio Ramírez, Guillermo Guzmán y muchos más, para 1982 también se habían ido Lisandro Zapata, Mario García, Carlos Cardona y Roberto Fiorilli (Todos músicos de la primera y segunda generación del rock colombiano). Los que quedaban estaban dedicados a la producción de jingles o de señoras cantantes, algunos regresaron.

Proliferaban las orquestas de chucu-chucu y empezaba el vallenato popular y falso, el rock puro y duro, el verdadero, había muerto, hasta los conciertos se habían acabado, ya no había sueños, ni terrones (Terrón de sueños), tampoco Columnas de fuego, estas también habían emigrado fusionándose con ritmos tropicales, no quedaba ni mala yerba. A eso hay que agregarle la degradación del gobierno colombiano, la falta de estímulo y la persecución estatal al arte, para completar a la “música” le entró “la lepra” de las canciones protesta, violetas, pieros, faustos, leos y atahualpas se tomaron la atención y todo lo que olía a rock era imperialista, nada ha cambiado y al final, ¡la vida sigue igual!
El pendejo o iluso creía que en ese terreno estéril, osco y arrasado por cuanto inescrupuloso existía en los medios y las casas disqueras podría, si tenía los medios de estándar internacional, volver a sembrar para luego cosechar, con tiempo, paciencia y buena producción música rock nacional de calidad internacional y así fue, lástima que lo cosechado se pudrió.
No existía nada, todo era deplorable, si acaso unos comederos donde algunos tocaban jazz latino o bossa nova, allí, comíamos carne mal asada con tal de ver, escuchar y conversar entre músicos. Siempre les recordaba a todos que cuando tuviera el estudio terminado podríamos grabar todas las canciones que tuvieran y así fue, grabamos las poquitas que tenían. Son buenos con sus instrumentos, pero pésimos compositores, nadie componía canciones por lo que todo se les iba en “covers”, y sin canciones no hay nada, por lo que no había nada…

Los dos discos que se terminaron, Born de Ship tomó un rumbo inesperado y naufragó, el de Los Flippers, bien producido y con buenos músicos, pasó sin pena ni gloria, lástima, las cintas máster de estos dos discos, más cantidades de otros, se pudren hoy en el baúl de mis recuerdos. Este pendejo o iluso puso la herramienta y los medios para que, el que tocara rock tuviera la oportunidad de grabar sus composiciones en un estudio sin precedentes y gratis, no hubo canciones propias y sí mucho “des den”.
Desde comienzos de 1980 comenzó una invasión de artistas extranjeros de todo género musical, se abandonaron las rancheras, al Iglesias, al enano Nelson y no quedó ni Menudo, afortunadamente. Fonovisión se tomó todo el mercado de la amplificación profesional o hacerles pistas para que pudieran presentarse en TV. La lista es larga, sobre salen algunos, Billy Preston con quien además de amplificarle sus presentaciones, hice una sesión de grabación de 12 horas consecutivas donde compuso y realizó una canción completa con toda su banda, Hernando Becerra, fue asistente de grabación y el guitarrista de los solos. En el baúl de mis recuerdos está la cinta master.
Cientos de conciertos y grabaciones nocturnas con quien quisiera y todo el que iba, quedaba encantado. Con los músicos de White o de Clayderman, los gitanos de Paco, la trompeta de Dizzy, Paloma o Trigo limpio y cuanto artista nos visitó en aquella época. Fonovisión no era un estudio para alquilar y unos equipos para amplificar, era un centro para experimentar, para crear, para componer, para ensayar, para grabar y editar, para producir y el contacto con músicos y productores extranjeros nos enriquecía. Todo suena muy bonito y así era, todo nos quedó muy bien, discos con la Orquesta Sinfónica Nacional o arreglos musicales complejos, jingles o música para cine y televisión, los 40 o 50 discos que hicimos para señoras y cantantes.
Si tocabas rock eras bienvenido, apoyado y financiado dentro de mis posibilidades…

Así fue como les invertí tiempo, cintas, horas de estudio, producción y dinero a Ship (Born) y Los Flippers (Un Tiempo Mejor), Kocoa (dos sencillos y tal vez el primer trabajo Heavy Metal del país), Orlando Betancourt, que era el único capaz de producir algo memorable, no completó su disco y se fue del país. Alberto Ramírez pudo haber terminado un disco formidable. Crash, Tranvía, Emilce, Mochi, Del Toro, Ossa, llegaron hasta donde tuvieron canciones, sin esto no hay nada y en nada quedamos.
Hasta 1983, dos años después de inaugurado, logré darme cuenta que el rock en Colombia estaba muerto. Ese año, en la convención de música que se lleva a cabo en Cannes (MIDEM), llegué a la conclusión que jamás el estudio sería alquilado para que un grupo internacional fuera a Colombia a grabar, y qué las producciones que tenía tampoco tenían valor.
Lo que siguió por algunos años fue tedio y monotonía. Grabar jingles todas las mañanas, música para señoras o cantantes en la tarde y noche. Amplificar conciertos el fin de semana, que si estaba de buenas era algo interesante y podía pasar algunas horas después del concierto grabando con los músicos, ese era el aliciente que me quedaba. Recuerdo, el jam de Didier Lockwood y su banda, a Eddie Palmieri, hasta Los Hombres G.
A veces uno construye sus propias jaulas de oro…
Otra vez, el pendejo volvió a caer, 10 años después volvía a tomar parte en la adecuación e instalación de nuevos equipos para la reapertura del estudio, esta vez se llamaría Audiovisión. Hace 30 años adicionaba equipos digitales y tecnologías al estudio; volví a grabar, esta vez como piloto durante un tiempo, más de seis discos consecutivos y muchas cosas más, pero con una gran diferencia era un “operario de sonido” y así me lo hicieron saber, cuando entró de socio don Francisco Montoya.
Las casualidades de la vida, en diciembre de 1979 inauguraba Fonovisión, en diciembre de 1989, 10 años después, salía de Audiovisión, dejándolo nuevo. Nunca se sabe para quién se trabaja… ¡Pendejo al fin y al cabo!
Se hizo lo que se pudo y es lo que ahí les dejé por amor al rock, 5 discos:

- Tráfico, Traphico: Grabación E. Gaviria y producción con Armando Plata Camacho. 1980.
- Born, Ship: Grabación E. Gaviria con Eddie Kramer, mezcla con Adolfo Levy, Producción con Alexei Restrepo. 1982.
- Llegarás, Flippers: Grabación y producción E. Gaviria con Arturo Astudillo. 1982.
- Espías Malignos, Darkness: Grabación y producción E. Gaviria. Co-Producción con Gustavo Arenas ‘El Doctor Rock’. 1989.
- Oxygeno, Oxygeno: Grabación E. Gaviria, producción con Andrew Loog Oldham (mítico manager que descubrió y trabajó con los primeros álbumes de los Rolling Stones). 1992.
- 13 programas de televisión con el programa Rock en Vivo, nombre del programa, con 13 grupos de los 80.
Fonovisión (Audiovisión). Un templo para la grabación de audio o video, que cumple 40 años y lo hice por pasión y amor al rock. Quedó para la historia de nuestra causa: el rock nacional, y estoy seguro de que sus instalaciones jamás serán superadas ni en tamaño, ni en materiales, ni en diseño, ni en acústica ¡ojalá pasara!
Los equipos cambian, las consolas se integran a sistemas digitales y muchas cosas más, pero la ergonometría de los cuartos de control y los espacios de cada estudio prevalecerán por siempre, así como su refinamiento, ¡digno hijo mío! Como cantaba mi ídolo infantil Marisol, la vida es una tómbola… de luz y de color…. y todos en la tómbola… No me puedo quejar, a pesar de todo, en la tómbola me ha ido bien.
Ah, y no me crean tan pendejo…
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En Bob Dylan a Las Puertas Del Cielo junto con Carolina Sanín, se describe la trayectoria del Premio Nobel de 2016 en apenas 20 canciones selectas y explica a muchos colombianos alejados tanto del rock como de la literatura, porque un cantante del género merecía tal galardón. Sobra recordar el extenso trabajo del autor en radio y prensa que hablan por sí mismos.
Si realizamos una búsqueda rápida por el catálogo en línea de la
Y así como así, durante el año y en medio de la espera tradicional de Rock al Parque como máximo exponente de las bandas con una gestión del Estado y del Distrito bastante discutidas en temas de la organización del Festival, apareció un cartel anunciando un Día del Rock Nacional, nos cuestionamos y emocionamos, luego dudamos y así y así. ¿Qué quien lo convoca?, ¿es privado?, ¿por qué el 12 de agosto?, ¿quién dice que ese es el día del rock nacional?, y ¿por qué esto y por qué lo otro? Pero pronto se nos despejaron las dudas y no las vamos a resolver una por una, pues lo más importante fue el día en sí mismo, una apuesta privada por reunir los artistas con más trayectoria y reconocimiento. Una fecha que sin duda rompió las expectativas y fue un gran éxito, y ya.
Básicamente el evento dentro del auditorio de lo que ahora es el Centro de Eventos de la Autopista Norte, justo después del peaje donde se acaba esta ciudad, consistía en que cada agrupación de las 31 convocadas, tocaría en promedio de 30 a 45 minutos en dos tarimas dispuestas una frente a la otra. Durante todo el día no hubo descanso, así que, como un festival real, mucha gente no tuvo más opción que escoger que bandas quería ver y en cuales descansar, ir a tomarse una cerveza, comer, jugar tejo y otros deportes tradicionales, pasar por las carpas de las bandas, tomarse fotos con los músicos o devolverse al concierto que en general posibilitaba una buena vista desde cualquier punto. Quienes quedaban atrás en una banda, eran los primeros en la siguiente presentación. Nosotros jugamos a cambiar de puesto antes de que terminara cada una.
Llegó el turno para Dr. Krápula, llevábamos mucho tiempo sin escucharlos en vivo. Tras una presentación de 40 minutos, cerraron con una de las canciones que mueve más emociones dentro del público: La Fuerza del Amor. Durante su show, la banda hizo un recorrido por su discografía con temas revolucionarios y cargados de mensajes de resistencia. Un escenario a reventar cuando apenas el reloj marcaba la 1:15 de la tarde.
Recién escuchamos —hace unos 12 años— a la agrupación Barranquillera Los de Adentro, en ese entonces no nos gustó, porque sus videos o hits eran muy ‘poperos’. Les perdimos de vista hace mucho y el 12 de agosto fue un reencuentro con la banda, le dimos la oportunidad y lo admitimos, nos gustó. Es que una cosa es ver edulcorante en un video y otra es ver una descarga de buen rock en vivo. Lleno total de tarima a tarima para los barranquilleros. La percepción no era lo misma de hace unos años. Ver al público emocionado cantar uno a uno sus temas, nos hizo recordar uno de los clásicos del rock en español que es un himno adolescente. Nubes Negras encendió al púbico, Una canción, llamó a quienes, afuera de la carpa, tomaban una cerveza, comían, jugaban tejo o se hacían un tatuaje temporal. Nuestro director estaba cantando a grito herido y con su ‘air guitar’ le seguía los pasos a esa canción pegajosa, que en su momento fue un éxito en las emisoras del país. Qué buena agrupación, lo admitimos.
Entre quienes escribimos esta crónica —editor musical y director— la discusión será eterna frente a este tipo de bandas, sólo podemos decir que no defraudaron y que tanto escenario como público fueron suyos, aún sin Tato Lopera, fundador y mítico teclista compositor de ese riff de sintetizador tan conocido como es Muévete. En efecto, la agrupación, ahora es dirigida solo por don Elvis.
Tr3s de corazón, con 15 años de historia, es una de las agrupaciones más sólidas de nuestro país. 5 álbumes, 1 recopilatorio de sus presentaciones en vivo, 14 años de gira por el continente, dos premios Shock, un premio Subterránica y un libro conmemorativo de sus primeros 10 años de carrera así lo demuestran. Eran casi las 7 de la noche y la banda de Medellín subió a la tarima. Su hardcore y ante todo punk en un escenario a reventar y sus canciones más representativas provocaron una favorable reacción del público. El cover de Décimo Grado fue emotivo, pero además nos fueron preparando para el homenaje al Titán, con ese genial tema que es La estupidez de este mundo demente. Casi que escuchábamos los versos cantados desde el cielo, la espera para Kraken se hacía más ansiosa.
con Aida Hodson —bella mujer que tiene una trayectoria larga en esto de los conciertos de Rock y la líder de esta tan invaluable empresa de conciertos de bandas nacionales— asomó y en una presentación de 40 minutos demostró cuán importante es esta agrupación bogotana para la escena actual en nuestro país y para las generaciones más jóvenes. Canciones cortas, poder en el escenario y letras sencillas que fueron coreadas de principio a fin por los asistentes.
A continuación llegó el turno de Superlitio. El Rock fusionado con otros géneros, es la principal característica de esta agrupación caleña que inició su trayectoria en 1996 y tiene una gran acogida entre el público más joven. Canciones como Te Lastimé y Viernes Otra Vez fueron las más coreadas.
¡Mierda! La primera vez que veíamos a Kraken sin Elkin. Nos perdimos de los eventos del Tour Kraken un Homenaje Real, pero en juego largo hay desquite y aquí gracias a los dioses del trueno y del metal y de Aida Hodson, quien incluyó en último minuto a Kraken, el Kraken de la alineación final de Elkin, su último comando, que esta vez traería una sorpresa no vista en el tour.
Las canciones de Kraken tienen vida propia, qué importaba que las voces de quienes interpretaron los temas elegidos para la presentación no alcanzaran los tonos de Elkin, si el público cantaba con mayor fuerza cada uno de ellos. Un escenario que recibió a la banda con aplausos, un público que esperó hasta casi la media noche para ver por primera vez la presentación de Kraken sin su voz líder. Por algún motivo la banda sonó de forma muy, muy, muy potente, la falta del teclado hizo seguramente que la armonía pasara del progresivo al power.
Nosotros hemos presenciado este año por lo menos diez homenajes a la banda y el legado de su líder, no existe, sin duda quien pueda superar el realizado por el mismo grupo.
El Rock Industrial de Koyy da peso a su trayectoria. Se puso su ‘corpse pain’ necromantico y rompió con todo, levantó de nuevo el ánimo, la gente no se despegó del escenario, llenó de nuevo y se comió la tarima. Como invitado especial estuvo, de nuevo, Dilson. La agrupación Toteó con industrial y juego de soldadura. No sabíamos cómo hacer para tomar una foto, se movían por todas partes. Zero lucia más alto de lo que es y fueron de los gigantes del día. Para nosotros el concierto acabo ahí.
Para 1954 el rock era la expresión de jóvenes rebeldes que, tal vez, perdieron a sus padres en las guerras mundiales. Estaban cansados del sistema opresor del patriarcado y tenían tiempo libre. El capitalismo les dio dinero y a la vez una moda que seguir, algo en que usar ese tiempo de ocio y una razón para gastar su dinero. Rompió sus moldes de vestimenta adulta y les dio identidad, acabó con las barreras raciales, sexuales, etc… etc. Todo esto e infinidad de cosas más, pero después seis décadas los rockeros seminales envejecieron, los Rolling Stones tienen más de 50 años tocando, sus edades alcanzan los 70 y hasta 80 años, varios músicos importantes han muerto de viejos por enfermedades de gente mayor. No todos se han suicidado, el 90% no siguió el lema de Dean: “dejar un cadáver bonito”, más bien crearon industrias multinacionales con su música, espectáculos rentables, realizaron acciones humanitarias y hasta han sido postulados y ganadores de Premios Nobel.
Es casi estúpido pensar que el rock, al ser un medio de comunicación y una cultura, no esté relacionado con posturas políticas. Sin embargo, en sí mismo, no es político, pues en el marco general de todas sus vertientes, los mensajes lanzados son tan variados, amplios y divergentes que más que político, es un espacio para los discursos dados desde distintos frentes. No obstante, es claro, según la primera afirmación, que no podemos desligarlo de la opinión pública y las ideologías, debido principalmente a dos aspectos: Primero, la simple discusión histórica de que el artista debe estar interesado por su tiempo, su contexto o su realidad y tomar postura o que por el contrario debe alejarse y tomar como vehículo la simple expresión del sentimiento (debate que abordaron filósofos como Sarte o Adorno y un sinnúmero de autores en escuelas como el realismo, con sus respectivos seguidores y detractores). Segundo, porque históricamente muchos artistas han expresado –para bien o para mal– sus posturas políticas. Algunos supuestos apolíticos fueron perjudicados. Borges, al recibir un premio de Pinochet fue un claro ejemplo. Recientemente, el juicio del empresario Julio Correal al cantante Paul Gillman de Venezuela es casi lo mismo, pero desde posturas políticas diferentes. Al primero lo castigó el Nobel por su relación con la derecha, al segundo lo vetaron de un festival internacional por su afabilidad con la izquierda. En ambos casos, gobiernos radicales de carácter dictatorial.
Infortunadamente será cada vez más raro encontrar bandas multimillonarias en ventas como Metallica, The Beatles, Black Sabbath, entre otras. El rock se ha dirigido a consumos focales y esto agobia a muchos músicos que crecieron escuchando las historias de jóvenes marginales que alcanzaron el éxito y el estrellato mundial saliendo de barrios miserables para vivir en grandes mansiones con las top model del momento. Pero, como hablábamos arriba, el capitalismo disuelve hasta la más sólida producción o movimiento y lo desvanece en sus intereses, porque sólo lo nuevo y aparente es consumible masivamente. La masa exige renovación y espejismos. Sin embargo, esto es un aspecto que ennoblece al rock y a todos sus géneros en estos años de sobrevivencia, porque su carácter ha retornado al arte y, como le viene ocurriendo al jazz, será de públicos selectos e informados. No surgirán estrellas vánales, más bien, hoy se puede afianzar la imagen del rockero como un verdadero músico y su público como un espectro erudito del ambiente consumista.
Por eso mismo, las bandas han descuidado aspectos de la producción y la búsqueda de una carrera larga y contundente. En la actualidad, músicos de todas partes del planeta tienen hasta 5 bandas, las cuales los mantienen activos. Quedamos a la espera del próximo himno que resulte de un trabajo real y no de un impulso mediático que no sobrepasa los 3 álbumes. Los artistas nacionales no pueden seguir lanzado CD quemados y en papel de servilleta. Se requiere una aspiración de cruzar fronteras, los mismos medios actuales así lo permiten. Para ello se debe pensar en componer temas inmortales, porque esta falta de ambición ha generado canciones superficiales. No es falta de talento.